Tachas 464 • Klaus Schulze, patriarca electrónico • Fernando Cuevas
Fernando Cuevas

Uno de los pioneros de llevar la música electrónica a territorios cercanos a sus manifestaciones más populares, como el ambient, espacio desarrollado con amplitud por Brian Eno, y el new age, que alcanzaría grandes audiencias; además, se pueden advertir algunas simientes para diversos géneros enclavados en la estética digital, sobre todo los relacionados con capas hipnóticas como el trance. Nacido en Berlín oriental, Klaus Schulze (1947-2022) tocó diversos instrumentos a lo largo de la década de los sesenta con bandas como Les Barons y Psy Free y en 1969 se unió como baterista a Tangerine Dream, banda con la que grabó Electronic Meditation (1970), su primer disco. En 1971, formó Ash Ra Tempel junto con Manuel Gottsching y Harmut Enke para grabar el álbum ídem Ash Ra Tempel (1971), anunciando la pronta explosión del krautrock.
Debutó en solitario con Irrlicht (1972), tres piezas en las que un órgano electrónico convive con una maquinaria sonora que termina por crear un particular efecto retrofuturista cargado de sonidos de drones, como si estuviéramos extraviados en alguna época difícil de identificar pero en la que nos sentimos extrañamente familiarizados, no obstante los momentos en los que pareciera desbordarse el equilibrio auditivo. Ya con el sintetizador como herramienta instrumental Cyborg (1973), ambicioso álbum doble de acechantes intensidades, vuelto clásico referente para la cultura de los robots y máquinas de avanzada, de paso iniciando su periodo más memorable y sentando algunas de las bases más sólidas para la explosión de subgéneros dentro la electrónica.
Tras Blackdance (1974), de envolvente carácter atmosférico con apuntes corales, y Picture Music (1975), cual meditativo tótem para abrir la puerta mental, firmó sus obras maestras Timewind (1975), compuesto por dos piezas con dedicatoria para Richard Wagner en las que, en efecto, nos podemos extraviar en ventiscas atemporales, y Moondawn (1977), cerrando esta prodigiosa etapa con esta propuesta que nos sumerge en cráteres lunares para después devolvernos al amplio espacio de alcance imperceptible. En estos años también se desempeñó como productor de la banda progre Far East Family Band y colaboró con The Cosmic Jokers y Stomu Yamashita en el álbum Go (1976).
Culminó la década con el soundtrack para la película de corte pornográfico Body Love en sus dos volúmenes (1977), a los que les siguió el brillante Mirage (1977), de sinfónico y paisajista enfoque; X (1978), décimo disco en el que tituló cada pieza con el nombre de un personaje histórico alemán; el notorio kraut de Blanche (1979) y Dune (1979), retomando la famosa obra cienciaficcional de Frank Herbert para ponerle capas sonoras como si de telón de fondo se tratara; incluso Hans Zimmer utilizó una de sus piezas para integrar el score de la película de Denis Villeneuve. Bajo el apelativo de Richard Wahnfried, grabó música más asequible en conjunto con algunos invitados, tal como se desprende de los discos Time Actor (1979), Tonwelle (1981), Megatone (1984) y Miditation (1986), para regresar vía Trancelation (1994), Trance Appeal (1996) y Drum ‘N’ Balls (2006), con clara referencia al subgénero en cuestión.
Inició los años ochenta con buen ímpetu creativo y apoyando a otros grupos como Software y Popol Vuh y tras la edición de …Live… (1980), aprovechó los desarrollos digitales para presentar Dig It (1980), de paso anunciando la muerte del mundo análogo, aunque en el el intenso Trancefer (1981) utilizó técnicas de este tipo. Apareció otro directo ahora en Polonia y posterior al Audentity (1983), álbum doble en la línea de Tangerine Dream, se puso a trabajar sin parar el año siguiente, concretando tres discos: Angst (1984), música para un documental austriaco con toda la escuela de Berlín en sus entrañas; Aphrica (1984) y Drive Inn (1984), ambos en compañía de Rainer Bloss y en uno de ellos, Ernst Fuchs.
Los sueños del andrógino bailarín divino
Para cerrar estos años, realizó Inter*Face (1985), entre el rock y la música disco; Dreams (1986), ampliando la paleta cromática con apuntes en efectos oníricos; Babel (1987), en complicidad con Andreas Grosser, incorporando procesadores de voz como para tratar de ampliar los lenguajes y lograr cierta comprensión global, y el explorador En=Trance (1988). La siguiente década empezó con todo, incluyendo el magno proyecto ambient salpicado de tecno llamado The Dark Side of the Moog y sus once volúmenes (1994-2008), en conjunto con Pete Namlook y Bill Laswell, retomando los títulos de la discografía de Pink Floyd, así como varios álbumes en vivo, incluyendo The Dresden Performance (1990), además de grabaciones de sus participaciones en festivales.
Con el dance y el trance como elementos de fuerte presencia en la música tecno de aquellos años, realizó álbumes en estudio como Mediterranean Pads (1990), muy disfrutable viaje de más de una hora con rítmicas cambiantes, y Beyond Recall (1991), insertando secuencias entre innovadoras y juguetonas. Tras Le Moulin de Daudet (1994) y varias obras en vivo, no dejó de entrar al mundo de la música clásica con Klaus Schulze Goes Classic (1994) y la ópera Klaus Schulze: Totentag (1994), el triple In Blue (1995), destinado a encerrarnos en nuestros propios pensamientos y el doble Are You Sequenced? (1996), de interrogativa propuesta para ponernos a tono.
Cerró el siglo con Tradition and Vision (1997) de un solo corte; el enigmático Dosburg Online (1997), en clave operística, y Schwarz Oder Weiss (1998), conformado por piezas breves. También sacó varias ediciones en formato de caja con diversas piezas que no se habían incluido previamente en sus discos, como Silver Edition (1993), Historic Edition (1995) y Jubilee Edition (1997), que contiene ‘Nuff Said; la tendencia continuaría en el nuevo milenio con la impresión de obras como The Ultimate Edition (2000) y Contemporary Works I (2000) y II (2002).
Con el jazz y la música clásica como referentes más explícitos, propuso Moonlake (2005), una serie titulada Ballett (2006-2007), conformada por cuatro álbumes; The Crime of Suspense (2006), Kontinuum (2007), volviendo a la estructura de largas composiciones; Virtual Outblack (2008), de carácter relajado, y Farscape (2008), en complicidad creativa con Lisa Gerrard (Dead Can Dance), extendida a los directos Rheingold (2008), Come Quietly (2009) y dos volúmenes de Big In Europe (2013/2014). Colaboró además con Code III y Earthstar, entre otros colegas de búsquedas continuas.
La Vie Electronique (2009-2015), monumental y apetecible caja de 16 volúmenes con tres discos cada uno, se combinó con Shadowlands (2013) y sus lances arabescos; The Schulze-Schikert Session (2013), retomando grabaciones de 1975 y Official Boot, Vol. 1: Stars Are Burning (2014), con grabaciones de los años setenta. En la parte final de su trayectoria, grabó Silhouettes (2015), reapareciendo con música nueva después de cinco años y revisando las formas de la fantasía entre luminosidades espectrales, para cerrar con Androgyn (2017), el soundtrack Next of Kin (2019) y Deus Arrakis (2022), su lanzamiento final y póstumo, elevándose en definitiva para dejar un ecosistema sonoro de múltiples ramificaciones, junto a Kraftwerk, Can, Cluster, Neu!, Amon Düül y Faust, entre otros compatriotas, aprovechando los avances tecnológicos y siempre con una actitud inquieta sin dormirse en sus laureados teclados, a pesar de haber sentado precedentes esenciales dentro del género de la música electrónica.