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EXPERIMENTAL

Tachas 490 • Mi gloomy Sunday • Jeanne Karen

Jeanne Karen 

Imagen creada con IA
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Tachas 490 • Mi gloomy Sunday • Jeanne Karen

Hace un par de meses recorría el pasillo de mi escuela de música, a donde iba los domingos para aprender un poco de canto, pero sobre todo estaba ahí con el deseo de dejar la rutina de las pesadas semanas que tuve después de la pandemia; porque la vida se convirtió en algo distinto y necesitaba tener el respiro de expresarme libremente en un espacio abierto, despejar la mente poco a poco de un océano de pesadas olas que no me permitían seguir. 

Llevé música y letra de Gloomy Sunday, amo la versión de Billie Holiday.  Recuerdo que trabajamos mi sugerencia musical durante dos clases, después el maestro me contó que la canción le causó curiosidad y le pidió a una de sus hijas que la investigara un poco. Llegó a clase el domingo siguiente y dijo algo que yo sabía, que se le conoce como la canción de los suicidas y amablemente me preguntó si aun así quería seguirla estudiando, le contesté que sí, que la interpretación de Billie y la melodía en sí, siempre me habían cautivado; me recalcó uno de los versos, donde habla de la carroza fúnebre que pasa, asentí, sin extrañeza o pesar, y seguimos con la lección; él se quedó un poco preocupado, no me dijo nada, pero se notaba en su rostro. 

Pasó otra semana y el domingo de nuevo, mientras la luz del sol atravesaba torpemente el cielo, decidí salir en mi vehículo, necesitaba despertar por completo con una buena dosis de café, pero cuando abrí el portón de la casa, lo único que alcancé a sentir fue un golpe fuerte y seco, una carroza fúnebre me impactó, sentí el dolor, la cabeza dando vueltas y en el oscuro fondo de mi extraño corazón sonaba Gloomy Sunday; quedé aturdida, las preocupaciones azotaron mi cuerpo con una fuerza solamente comparable a la de los metales; pensé en esas casualidades que rondan nuestras vidas, esas que hacen de la existencia a veces algo torpe y otras algo mágico, se había roto ese halo de lógica que me guardaba, de pronto sentí fragilidad, estaba desprotegida frente a lo desconocido. 

Tuve que acudir al ortopedista y me dijo que necesitaría terapia y que si seguía sus indicaciones pronto sentiría el alivio; pero con los días, las obligaciones y los compromisos que acepto para presentarme en algún lugar, dejé de ir con constancia  a la clínica y se creó una poderosa fuerza que en la mañana del sábado pasado me golpeó y me mandó de nuevo a terapia, esta vez con un mal mayor, pero tratable.

No soy supersticiosa, ni me creo todo lo que veo y escucho, pero reconozco en las coincidencias algo así como una tirada de dados, un juego de azar, una lectura de cartas; por lo tanto estoy en la disyuntiva, tendré que abrir esas puertas o dejar las cosas como están. Después de todo, la curiosidad solamente mata al gato. O ustedes qué opinan. 




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