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GUÍA DE LECTURA 480

Guía de Lectura • Fanny Hill, de John Cleland • Jaime Panqueva

Jaime Panqueva

Fanny Hill, de John Cleland
Fanny Hill, de John Cleland
Guía de Lectura • Fanny Hill, de John Cleland • Jaime Panqueva

Os reiréis, quizás, ante este final moralizador, que la fuerza de la verdad me dicta y que resulta de la comparación de mis experiencias; pensaréis, sin duda, que está fuera de lugar, fuera de carácter; posiblemente lo juzgaréis el mezquino refinamiento de alguien que intenta ocultar su devoción por el Vicio con el harapo de un velo, descaradamente robado del altar de la Virtud, como si se considerara completamente disfrazada en una mascarada sin más cambio de atuendo que la sustitución de los zapatos por babuchas, o como un escritor que pretendiera escudar un traicionero libelo terminándolo con una oración por el Rey.

Así despide John Cleland su más conocido trabajo literario, escrito durante su estadía en la temible prisión por deudas de Fleet en Londres en 1748. Cleland era un hombre de letras con escasa suerte en los negocios, que incluso intentó rescatar el comercio de la Compañía Portuguesa de las Indias Occidentales. En las duras condiciones de la cárcel, que cobraba tasas por abrir las celdas o quitar los grilletes, donde había rejas que daban a la calle para que los reos pudieran mendigar a los viandantes, surgió este texto perseguido a lo largo de los siglos; las “memorias de una cortesana” (Woman of pleasure), monumento al eufemismo para evitar el uso de lenguaje vulgar en sus profusas descripciones de encuentros sexuales… permitidme que ubique aquí una excusa que tengo conciencia de deberos por haber utilizado, quizás en demasía, el estilo figurativo, aunque, seguramente, nunca es más permisible que en un tema como éste, que es la provincia misma de la poesía...

Cleland, que pasó un año en la prisión, salió justo para ver las dos ediciones publicadas durante su cautiverio, en noviembre de 1748 y febrero del año siguiente; pero no duró muchos meses en libertad, al ser nuevamente arrestado junto a su editor e impresor por “corrupción a los súbditos del rey”. Fanny fue retirada de circulación y comenzó desde entonces el viacrucis de los libros perseguidos por la autoridad civil pues, aunque sea difícil de creer, nunca fue inscrito en el Index del Vaticano, al no atentar de forma directa contra Dios o el clero. 

Cleland no cedió fácilmente, aunque renegó ante el tribunal haber escrito la novela y dijo desear verla “enterrada y olvidada”, escribió una nueva versión expurgada (en inglés se utiliza el adjetivo bowdlerized, en alusión al médico Thomas Bowdler (1754–1825) que se encargó de limpiar la obra completa de Shakespeare de alusiones sexuales o dobles sentidos…). Este nuevo intento circuló libremente, aunque por fortuna la Fanny Hill que ha llegado hasta nosotros es la original. 

Cleland sobrevivió cuarenta años más a la primera publicación de Fanny. Se cuentan de su autoría más de una docena de novelas, libros de cuentos y obras de teatro que no llegaron a representarse. Murió amargado por nunca alcanzar en vida reconocimiento como escritor. 

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