jueves. 25.04.2024
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Tachas 502 • Medio siglo cumplido: Libros 1972 • Fernando Cuevas

Fernando Cuevas

El pecho de Philip Roth
El pecho de Philip Roth
Tachas 502 • Medio siglo cumplido: Libros 1972 • Fernando Cuevas

Cerramos estas conmemoraciones bibliográficas con algunos textos de diversos géneros y enfoques que cumplieron cincuenta años con su vigencia intacta.

Dos grandes escritores estadounidenses produjeron sendas obras: Don DeLillo publicó Fuera de juego, su segunda novela en la que despliega su gran capacidad narrativa y de ironía, así como su sentido del humor para construir una alegoría en torno al fútbol americano como ámbito de conflicto, de la necesidad de competir y de la victoria como fin único como si se tratara de un asunto de guerra nuclear, obsesión que tiene su personaje protagónico, un joven jugador que contrasta constantemente los planes, las acciones y el discurso del deporte con el belicismo. 

Por su parte, Philip Roth produjo la muy divertida y estrafalaria novel corta titulada El pecho, en donde su después famoso personaje, el profesor David Kepesh, se despierta transformado en un seno de mujer de 70 kilos; la kafkiana premisa le sirve al autor para reflexionar con la sonrisa en la boca, alrededor de la sexualidad y sus múltiples recovecos. Además, John Irving también produjo se opus 2, La epopeya del bebedor de agua con todo y un personaje entrañable, perdedor y soñador, siempre en problemas pero sabiendo caer más o menos de pie y hasta candidato ideal para hacer un documental sobre el fracaso.

Marco Polo le cuenta a Kublai Kan sobre sus viajes y, aunque le parecen fantasiosos, o gracias a ello, escucha para escaparse de una realidad conquistada tangible y amurallada, acaso apabullante: las conglomeraciones urbanas visitadas por el eterno viajero son distintas gracias a su inasible imaginería y la sutileza de sus componentes, bella y misteriosamente descritas por el gran Italo Calvino en Ciudades invisibles, obra que se inscribe en la ficción viajera que, en efecto, nos traslada una megalópolis mágica conformada por diversos espacios citadinos en los que hay continuidad y ocultamiento, memoria y deseo, signos y cambios, ojos que logran ver las estructuras tenues, casi difuminadas, muertos presentes y un cielo asequible, un solo nombre y muchos nombres femeninos. Y en ese tenor de traslados nebulosos, Juan Benet propuso la particular y críptica Un viaje de invierno, en donde desarrolla personajes atrapados entre recuerdos y augurios sin más asidero que sus pensamientos nostálgicos.

Ray Bradbury entregó El árbol de las brujas, en donde un grupo de jóvenes viaja por el tiempo y el espacio para seguir a uno de los suyos, recorriendo diversas festividades relacionadas con el Halloween, en las que se celebra al más allá y sus criaturas: no podía faltar del Día de Muertos mexicano como una de las paradas; también Roal Dahl nos llevó al espacio exterior en Charlie y el gran ascensor de cristal, en el que el protagonista del título, tras recibir la famosa fábrica de chocolate del señor Wonka, emprende un viaje sideral con su familia en el elevador como nave interestelar para conocer criaturas diversas y vivir aventuras insospechadas. Del ciclo Hainish, Ursula K. Leguin nos regaló su perspectiva anticolonialista en El nombre del mundo es bosque y ya entrada en la máquina de escribri, también publicó La costa más lejana, tercer volumen de la serie Terramar, en la que un extraño padecimiento social está debilitando la magia, provocando el olvido de las tradiciones y la locura en el archipiélago.

Aleksandar Tišma arrancó con el ciclo llamado Ramas entrelazadas con su novela El libro de Blam, en donde un hombre judío sobrevive en la simulación, tras perder a los suyos, tratando de aparentar una normalidad en la que todo parece impostado, salvo el recuerdo que guarda de sus amigos y la mujer de la cual estaba enamorada: un retrato de cómo la guerra puede sumir a las personas en un presente anodino que las salvaguarde de la violencia imperante; por su parte, Anya Seton se lanzó a la novela histórica en Verde oscuridad, amplio fresco que va de la década de los sesenta del XX a mediados del siglo XVI, en tiempos del periodo Tudor, y de regreso a tiempos actuales, en los que transcurre un gran amor, de esos que va trascendiendo lógicas vitales entre el misterio y la develación, con la familia Marsdon como protagonista.

Espejos fue la obra que salió del Nobel Naguib Mahfouz con su reconocible tono costumbrista que se entromete en la cotidianidad de los personajes, funcionando, en efecto, a manera de viñetas que terminan por convertirse en reflejo de las realidades presentes de la sociedad egipcia y de ahí nos vamos a conocer a ocho personas que habitan en un pueblo checoslovaco, vía La despedida, novela de Milan Kundera en la que explora temas como el amor, la lealtad y el rechazo, considerando las siempre imprevisibles circunstancias que se van presentando, sello de la casa del autor. El principio del placer de nuestro insigne José Emilio Pacheco se publicó por primera vez este año; integrado por cinco cuentos y una novela corta, recorre las etapas vitales del ser humano con sus múltiples ingredientes como la sexualidad, la violencia, la amistad y la muerte, entre otros, considerando los contextos represivos de un México en plenos tiempos del partido único. 

Agatha Christie puso a trabajar a Hércules Poirot en Los elefantes pueden recordar, donde tiene que resolver un caso que lleva cerrado doce años, por lo que la buena memoria será pieza clave para desentrañar el misterio. Manuel Vázquez Montalbán presentó en sociedad a su famoso personaje Pepe Carvalho, aquí como un guardaespaldas de origen gallego que fue parte del partido comunista español y ahora milita en la CIA, si bien Yo maté a Kennedy intenta enfocar sus baterías en el análisis social del contexto español durante los años finales de Franco. 

En tanto, Robertson Davies entregó Mantícora, segunda parte de su exquisita trilogía de Deptfort: aquí, el hijo de un magante que aparece muerto se somete a un proceso de sicoanálisis del que brotan múltiples revelaciones en torno a él mismo y su relación con su padre. Por su parte, Manuel Mújica Láinez publicó la autobiográfica Cecil, colocando a un perro como narrador que le habían regalado en momentos difíciles, en los que decide trasladarse de Buenos Aires a Córdoba. 

Uno de los picos más altos de Isaac Asimov fue Los propios dioses, novela dividida en tres partes bien diferenciadas y en la que un grupo de alienígenas de singulares características y que habitan un universo paralelo en crisis, busca reconvertir el sol para generar energía que les beneficie a costa: reflexión muy pertinente hoy en día que se discute la viabilidad y pertinencia de las fuentes de energía y sus efectos. El muy fílmico Ira Levin presentó Las esposas perfectas, esa mirada desde la ciencia ficción sobre el tradicional rol femenino y las interminables luchas de poder que se libran explícita o soterradamente: la aparente cotidianidad perfecta empezará a mostrar su verdadero rostro. 

En este tenor cinematográfico, El hombre terminal de Michael Chrichton puso de relieve los riesgos de los experimentos mentales, sobre todo en cuanto a que más que la cura, muchas veces se convierten en un potenciador del problema original o generador de otros más; mientras tanto, David Morrell escribió First Blood, sobre un extraviado veterano de Vietnam que conocimos en la pantalla como Rambo.

Resurgir fue la segunda novela de la canadiense Margaret Atwood y en ella plantea el regreso al pasado en la persona de una mujer que vuelve a la casa de su infancia para ir descubriendo las causas de la desaparición de su padre al tiempo que los recuerdos empiezan a volverse cada vez más absorbentes. En el campo de la poesía, el polaco nacido en Ucrania Adam Zagajewski presentó Comunicado, su primer libro de poemas, en el que ya se advertía su posición política que lo llevó al exilio diez años después, mientras que Miguel D’Ors también se presentaba con Del amor, del olvido, mostrando desde entonces su capacidad para profundizar en temáticas trascendentes a partir un lenguaje cercano. De Nicanor Parra, en tanto, se publicó Emergency Poems, una versión bilingüe que integró diversos textos con traducción al inglés y se consideró el noveno poemario del afamado autor chileno.

Desde la filosofía y el psicoanálisis, Gilles Deleuze y Félix Guattari entregaron el primer volumen de su Capitalismo y esquizofrenia titulado El anti-edipo, en el que desmontan las formas de control de este régimen económico en contraste con otras formas previas de organización social, basadas sobre todo el concepto, significado y uso del dinero. 

Modos de ver, por su parte, se alimentó del programa de la BBC sobre apreciación artística y se convirtió en un clásico de la crítica de arte en general y de la pintura en particular: John Berger nos propone, a lo largo de 7 ensayos, tres de los cuales solo se conforman de imágenes, revisar elementos como el sentido de la propiedad, la presencia de la mujer en los cuadros, el vínculo con la publicidad y la recuperación de la tradición y cómo las obras se van modificando de acuerdo a sus propias reproducciones. Además, el multifacético autor londinense publicó G, todo un desafío para la estructura clásica de la novela y del pensamiento rígido: desde la sexualidad masculina en contextos de cambio en torno al papel de las mujeres en las sociedades, revisa con su particular personaje que le da título a la obra, una especie de Casanova en tiempos previos a la I Guerra Mundial, con un tono deliciosamente desvergonzado.