viernes. 19.04.2024
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Tachas 504 • Cine de 1972: Medio siglo cumplido • Fernando Cuevas

Fernando Cuevas

Solaris de Andrei Tarkovsky
Solaris de Andrei Tarkovsky
Tachas 504 • Cine de 1972: Medio siglo cumplido • Fernando Cuevas

Breve mirada por veinticinco películas que cumplieron sus cinco décadas de vida el año que recién terminó y cuya importancia se sostiene por sí sola.

El Padrino se convirtió en una obra paradigmática no solo por el filme en sí, sino por su intrincado proceso de producción y la trascendencia temática y estilística que ha tenido. Francis Ford Coppola presentó con toda la intensidad del caso, la historia de la mafiosa familia Corleone, ya asentada en Nueva York, en un momento sucesorio de enorme importancia. Un filme total: grandes actuaciones para desarrollar personajes imperecederos; guion absorbente pleno de emotividad y tensión, basado en la novela de Mario Puzo; puesta en escena y fotografía con la grandilocuencia justa; edición con amplio sentido narrativo (esas secuencias paralelas del bien y el mal) y una banda sonora vuelta patrimonio cinematográfico. Épica familiar, saga gangsteril, exploración cristalina de las relaciones de poder. Uno de las crestas más elevadas de este arte y, por supuesto, una oferta imposible de rechazar.

Marlon Brando, el inolvidable Vito Corleone, también protagonizó la controversial y ahora señalada El último tango en París de Bernardo Bertolucci con el sax de Gato Barbieri que acompaña a esta relación sexual casi silenciosa, entre la inocencia y el abuso, destinada a la transgresión y a la escisión mental. En tesitura también escatológica, nos vamos a Baltimore para conocer a la diva trasvesti Divine y su bizarra familia en Pink Flamingos de John Waters: filme vuelto clásico por el muy logrado mal gusto que permea en toda la película. Y de México, se presentó Mecánica nacional de Luis Alcoriza, en la que el dueño de un taller mecánico va con su familia a una carrera de autos y en la fiesta el asunto se sale de lo planeado entre engaños, sorpresas y alguna muerte: muy al estilo de nuestra querida nación.

De la entonces Unión Soviética, Andrei Tarkovsky propuso Solaris, obra maestra de la ciencia ficción basada en la novela de Stanislaw Lem, de gran profundidad psicológica y en la que se revisa el peso y creación de la conciencia, la materialización de los recuerdos y la siempre cuestionable realidad; con producción que apuesta por la sobriedad y extendidas secuencias, el genio ruso produjo esta cumbre con ecos a 2001: Odisea del espacio (Kubrick, 1968) y en tiempos de guerra espacial con gélidas consecuencias; se presentó también Los amaneceres son aquí más apacibles, dirigida por Stanislav Rostotskiy con base en la novela homónima de Boris Basilyev en la que un grupo de mujeres reciben entrenamiento durante la II Guerra Mundial en un pueblo cerca de la frontera con Finlandia, hasta que deberán poner en práctica sus habilidades cuando se avistan unos soldados alemanes

Ya en la cúspide, Ingmar Bergman entregó Gritos y susurros, enclavada en una mansión donde conviven cuatro mujeres a las que vamos conociendo de manera pausada y quirúrgica, entrometiéndonos en sus sueños, pesadillas, temores y situaciones de vida, entre el paso del tiempo y las emociones que, en efecto, apenas se escuchan o que se dicen con fuerza: unos disparos iniciales, los relojes y la casa de campo, rodeada por imperturbables árboles que atestiguan los vínculos entre las protagonistas, brillantemente interpretadas por el elenco. Luis Buñuel realizó la comedia negra El discreto encanto de la burguesía, en la que tres parejas de buena posición económica y con vínculos internacionales tratan de sentarse a la mesa, entre engaños, negocios turbios, amenazas de grupos subversivos, interrupciones y digresiones: fina y ácida crítica social. 

El nuevo cine alemán estuvo bien representado por la mirada a las relaciones lésbicas y sus recovecos en el uso del control y el poder desparramado en Las amargas lágrimas de Petra Von Kant de Rainer Werner Fassbinder, y por Aguirre, la cólera de Dios, en la que Werner Herzog nos llevó a El Dorado a través de Klaus Kinski como Don Lope, uno de los acompañantes de Pizarro que empieza a tener su propia agenda entre la locura y las ansias de descubrimiento en una tierra que se resiste a ser conquistada y saqueada. Desde Francia, los maestros Éric Rohmer y Maurice Pialat reflexionaron sobre el matrimonio, la fidelidad y la dificultad de aceptar y asumir las realidades cambiantes de los vínculos románticos en El amor en la tarde y Nosotros no envejecemos juntos, respectivamente.

Cabaret de Bob Fosse se convirtió en el musical clave de la década: una lograda adaptación de Masteroff, quien a su vez habían retomado la obra teatral de Van Druten, basada en el texto de Isherwood, en donde una bailarina conforma un triángulo amoroso en la República de Weimar ante el ascenso nazi; dirección precisa, coreografías deslumbrantes y actuaciones soberbias de Liza Minelli, Joel Grey y Michael York, entre otros. Y hablando de actuaciones, memorable fue el duelo entre Lawrence Oliver, aquí como un escritor de misterio, y Michael Caine, peluquero y amante de la esposa del primero, en el filme Juego mortal (Sleuth), dirigido por Joseph L. Mankiewicz y basado en la obra teatral de Anthony Shaffer, de quien Alfred Hitchcock entregó Frenesí, sobre un asesino en serie y un sospechoso omnipresente con las consabidas aristas sociales y de humor negro que se insertan en el infaltable suspenso.

De la realizadora estadounidense Elaine May se proyectó El rompecorazones, filme que explora las relaciones románticas desde la acidez y la derrota, aquí en un triángulo amoroso que se forma en plena luna de miel, interpretado por Charles Grodin, Cybill Shepherd y Jeannie Berlin, hija de la directora. Woody Allen interpretó a un crítico de cine admirador de Bogart en Sueños de un seductor de Herbert Ross, y dirigió Todo lo que usted siempre quiso saber sobre el sexo y temía preguntar, conformada por siete hilarantes relatos que se desarrollan alrededor de tratar de entender qué es eso que usualmente no está en las conversaciones y que genera dudas que no se expresan. Por su parte, Federico Fellini produjo Roma en tono semiautobiográfico –antes de que se pusiera de moda- para regalarnos un fresco de su amada ciudad en tiempos del ascenso del fascismo.

Amarga pesadilla (Deliverance) de John Boorman coloca a cuatro hombres de la ciudad, con distintivos rasgos de carácter, en un ambiente hostil cuando deciden ir en canoa en un viaje para ver la construcción de una presa que va eliminar zonas boscosas: violencia física y sexual que va provocando una defensa en igual tesitura, como ese eterno enfrentamiento entre los contextos urbanos y los montañeses llevado a dimensiones mortales. En tanto, John Huston rodó Ciudad Dorada (Fat City) para revisar el fracaso, las segundas oportunidades y los inciertos caminos que toma la vida a partir de presentar a dos boxeadores en momentos distintos de su trayectoria, mientras que Gordon Parks Jr. nos regaló Superfly, representativa del Blaxploitation en la que un traficante de drogas busca dar su último golpe para retirarse al tiempo que suena el funkie y soulero soundtrack de Curtis Mayfield.

Desde la India llegó Nagarahavu (cobra), drama musical sobre un joven de fuerte temperamento que parece solo tranquilizarse con su maestro y que empieza a experimentar sentimientos diferentes cuando encuentra el amor por partida doble: con toda la parafernalia de S. R. Puttana Kanagal dirige este clásico que se insertó en lo que durante la década de los setenta se llamaría Bollywood. El filme turco Dönüs abordó la espera de madre e hijo ante el regreso del padre, quien se fue a Alemania a pagar algunas deudas: el drama familiar se despliega con sensibilidad por parte de la directora Türkan Soray, en el contexto de la migración creciente de su país, mientras que Costa-Gavras, realizador nacido en Grecia, presentó Estado de sitio en su característica vertiente política, aquí siguiendo el secuestro en Uruguay de un hombre relacionado con la CIA por parte de un grupo subversivo, con los consecuentes conflictos derivados: un cuestionamiento directo al gobierno intervencionista de Estados Unidos en América Latina.



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