jueves. 06.02.2025
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CRÍTICA

Tachas 505 • Sobre los consuelos perdidos • Omar de Felipe

Omar de Felipe

‘La vida en la Tierra- Reflexiones sobre el poco porvenir de estos tiempos’ de Baudouin de Bodinat
‘La vida en la Tierra- Reflexiones sobre el poco porvenir de estos tiempos’ de Baudouin de Bodinat
Tachas 505 • Sobre los consuelos perdidos • Omar de Felipe

Considero la siguiente situación: en estos momentos existe la desesperanza, no desesperación, sino la desesperanza, un tenue dolor que no afirma, que no niega. Existe un coro de rencores y tristezas, el remanso del espíritu, el momento que se repite, la marea que se abate contra una roca, existe el día de mañana y está ahí, a la espera. Estoy dando vueltas en mi cuarto, me tiemblan las manos, el nivel de agua roza mis tobillos, no estoy seguro de la naturaleza de la mierda que me colma. Tomo asiento frente a la pantalla. Ahí me quedo.

¿En qué pensar? inicia De Bodinat, en “La vida en la Tierra”. ¿Qué escribir respecto al libro? ¿Qué escribir? Más allá de todos los argumentos que levante el autor contra La era del progreso, más allá de la consistencia o solidez en sus pruebas (para este punto, ¿no bastaría con alzar la vista y mirar alrededor?), se me ocurre decir que el libro es también la diatriba de una persona ante la pérdida. Toda la furia y el rencor se vuelcan en un pensamiento donde se obtiene el milagro de la poesía. Todo el ardor de la tristeza se reifica en una bola de fuego contra la histeria de la civilización. Habrá quien se aventure a decir que el autor encontró, en la sociedad moderna, el presunto culpable de un crimen del que ha sido víctima.

Pero, ¿por qué escribir sobre este libro? Observo mis manos. He escrito estas palabras fijando la vista en el choque de mis dedos contra las teclas. Entiendo que nunca hablo más de aquello de lo que me atañe; al mismo tiempo, esto que parece ser mío se revela como ajeno, asíntota vertebral de la narración. Cuando quiero decir algo, siempre me desvío; las imágenes que quisiera plantear se transforman en caricaturas de sí mismas, y el sentido de las palabras se pierde en una clave que asigno y finalmente olvido. Me levanto de nuevo de la silla y, al moverme por mi cuarto, se levantan diminutas olas que chocan contra las paredes. Ahí está el límite de mi experiencia

A final de cuentas, “La vida en la Tierra” es un acto tremebundo y seductor de memoria, de no olvidar el inventario de monstruosidades del progreso, del terror de la equivalencia económica, de la barbarie de la producción industrializada y su consecuente debacle ambiental. Sobre todo, es un intento de recordar, no lo que somos, sino lo que hizo de nosotros: “lo que somos [una multitud de vidas estrechas y privadas de aire, resignadas, apagadas], he pensado entonces, es lo único que la Era del Progreso podía admitir de nosotros, lo único que no le estorbaba”. Vuelvo frente a la pantalla. Por detrás, está la pared. Y más allá, estoy seguro, está la puerta de su cuarto, abierta. 

Recordar, recordar la pérdida, la del futuro, y lo que se pierde en el presente. La última inocencia estalló. Ahora es nunca o jamás o simplemente fue. Pero no es solo lo que fue: la razón económica pretende borrar las demás temporalidades, borrar cualquier pasado para reemplazarlo con el cadáver de sí misma, para reinventar el presente con los restos del ayer. 

Quizá sea difícil encontrar un consuelo en la crítica que erige contra estas anestesias cotidianas. De Bodinat reconoce el despotismo del pensamiento. También le gustaría callar, de golpe, su mente. Pero callar, no escribir, sería abandonarse a la esperanza. La esperanza confabula con la espera, con el rechazo a ver lo que está ahí, con el temor a irrumpir el presente, en dos palabras: con el temor a vivir reflexiona el Comité Invisible. Mi mano derecha se tensa, hay un dolor metálico, paralizante, junto a la muñeca. Ya casi es de noche, pronto los árboles serán un ramo de sombras, pronto cortarán la luz en esta parte de la ciudad. A esta hora, su puerta se debería de cerrar.

¿En qué pensar? ¿Qué escribir? La pregunta que más bien nos corresponde es ¿Para qué? 

Me detengo: el repique constante del agua contra las paredes, el rumor lejano de una ambulancia.

Se me antoja escribir que nada le debemos a este mundo, pero no estoy seguro de ello. Podría limitarme a decir que no le debemos su propia miseria y tampoco la nuestra. Nos debemos, en cambio, muchas cosas: el perderse en estas tardes imprevistas,al son de niños que juegan, en estos jardines enrejados por la melancolía, a gusto de Pessoa; o quizás sea ese arrebatado silencio, que no era ,me ha dado por pensar, más que otro nombre para la eternidadconspiraciones implacables para no permitir que la ciencia intente curar los males que la ciencia inventó, en el futuro, en largo plazo, cuando estemos todos muertos como diría Lamborn Wilson

Ahí, se me ocurre escribir, es donde está el sosiego.

La vida en la Tierra: Reflexiones sobre el poco porvenir de estos tiempos, Baudouin de Bodinat, Pepitas de Calabaza Ed.& Ed. El Salmón, primera edición junio 2020.




 

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Omar de Felipe Solís (Orizaba, 1997), licenciado en ingeniería en computación y sistemas en UPAEP. Ha publicado ficción en la revista Mula Blanca, en el suplemento cultural El Confabulario de El Universal. Cuenta además con reseñas en El Popular de Puebla, el portal Pez Banana y una publicación en Rio Grande Review, journal de arte contemporáneo de la University of Texas at El Paso.




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