domingo. 08.06.2025
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Tachas 524 • Spielberg y Gray: el origen de la pasión fílmica • Fernando Cuevas

Fernando Cuevas

Los Fabelman (EU, 2022)
Los Fabelman (EU, 2022)
Tachas 524 • Spielberg y Gray: el origen de la pasión fílmica • Fernando Cuevas

Existe una vertiente que ha tomado fuerza en el ámbito del cine, si bien es añeja, que consiste en retomar las propias infancias y juventudes bien contextaulizadas, así como en reflexionar en torno al nacimiento de la pasión por crear mundos a través de imágenes, en la que podemos ubicar propuestas de realizadores connotados como Bergman, Truffaut, Malick, Allen, Fellini, Malle, Davies, Lauzon, Douglas, Gerwig, Sorrentino, Dolan, Almodóvar, Brannagh, Simón, Satrapi, Anderson, Lee, Mészáros, Moretti y Ferrara, entre otros.

Un par de películas recientes en esta tesitura de sendos realizadores afamados, resultan notables por la sensibilidad con la que miran a ese pasado, no solo desde una perspectiva idealizada, sino incorporando un filón crítico acerca de los entornos familiares y de las sociedades en las que fueron creciendo, entre los sesentas y los setentas, incluyendo apuntes sobre el racismo, el privilegio y las dificultades para continuar adelante con la vocación artística, no obstante los obstáculos personales y sociales, aprovechando, claro, las oportunidades de clase media.

Por una parte, Steven Spielberg propuso una revisión de sus años preparatorios en Los Fabelman (EU, 2022), brillante recreación de su naciente pasión por el cine que va de Nueva Jersey, Arizona y California, desde que fue a ver una película cuando era pequeño (Mateo Zoryan) que lo dejó impactado y la presencia del tren de juguete convertido en objeto de constantes grabaciones, hasta que visitó ni más ni menos que al gigante John Ford (David Lynch, tal cual), ya siendo un joven (Gabriel Labelle) en busca de arrancar con su trayectoria en forma como realizador de películas, pasando por el proceso de descubrimiento de la fuerza expresiva que pueden tener las imágenes en movimiento, incluyendo su fuerte potencial manipulador o hasta de ocultamiento de la verdad: la edición lo es todo.

Por la otra, James Gray analizó sus orígenes y despertar creativo en El tiempo de Armagedón (EU-Brasil, 2022), representado por un niño fascinado por dibujar (Banks Repeta) que va encontrando la necesaria complicidad en su abuelo y con un compañero de la escuela para las travesuras de ocasión, mientras descubre las múltiples tonalidades grises de la vida y los momentos de plena felicidad y de absoluta decepción, incluyendo las injusticias que se presentan de manera constante, solo por el hecho de no contar con algún tipo de ventaja social, así como los sentimientos de su hermano y su padre, más encapsulados que los de su madre y el lado materno de su familia.

Los retratos de familia no tienen desperdicio: esa conjunción entre técnica y arte de los padres de Spielberg (Michelle Williams y Paul Dano) y de aceptación y liberación de los de Gray (Ann Hathaway y Jeremy Strong), con secretos intersectados en sus relaciones y en la forma de ver y padecer la vida, particularmente frente a las inclinaciones de sus hijos; mientras los padres son más reservados, las madres tienden más a la expresividad. Están también las hermanas y el hermano, así como los miembros de la familia ampliada, particularmente el abuelo (Anthony Hopkins) y el tío abuelo (Judd Hirsch), en uno y otro caso: además de la presencia de otros personajes, como el amigo de los padres (Seth Rogen) y el compañero afroamericano (Jailin Webb), que resultan importantes en el desarrollo argumental.

En los dos casos, la recreación de la época es puntual y contextualizada, destacando objetos, vestuario y decoraciones que remiten a aquellos años, soportando las formas de ser y pensar desde el cotidiano familiar, con todo y las tradiciones según la religión y la cultura, hasta las lógicas escolares y callejeras, abarcando discursos políticos predominantes, sobre todo en el caso del filme de Gray en el que se enfatiza esa insistencia fatalista de la guerra fría y la tensión nuclear. No faltan, por supuesto, los encuadres preciosistas y composiciones abarcadores, la cámara que se entromete en las reuniones familiares, el juego de la iluminación para dar énfasis a los momentos emotivos y la edición que nos remite a cómo se va articulando una vida en torno a la creatividad y sus circunstancias, con todo y las implícitas rupturas.

Un notable díptico sobre el nacimiento y desarrollo de la pasión creativa y sus entornos familiares, cortesía de dos grandes maestros estadounidenses del cine contemporáneo que aquí abren sus cartas tempranas para mostrarnos algunas claves que han guiado su quehacer fílmico posterior. El cine autobiográfico se nutre de estas propuestas filmadas con el corazón en la mano.


 

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