De unas noches a la fecha he experimentado una extraña ¿sensación? ¿alucinación? ¿hechizo? que me ha impedido conciliar el sueño reparador. Una fría y siniestra energía se apodera de mi cama, elevando frente a mis ojos un bulto invisible. No importa lo que haga, no logro que sábanas o colchas se mantengan firmes sobre el colchón. 

Sugestionada y (auto) aconsejada por innumerables videos paranormales que he visto en la red, decidí investigar el suceso usando cámaras de video, sensores de movimiento, detectores de sonido. 

Al iniciar la instalación de mi equipo ghosthunter, un rayo de esperanza chispeó en mi cerebro: ¿y qué tal si eso que descubro es el cofre del tesoro del pirata fantasma que enterró en este lugar, completamente abierto y dispuesto para mí, libre de impuestos y maldiciones? 

Entusiasmada por la idea, finalicé rápidamente la instalación del equipo e inicié mi investigación; pero al revisar el material de mis cámaras y sensores descubrí, terriblemente desilusionada, que no era el tesoro lo que se escondía en mi cama, sino el ataúd del pirata fantasma que escondió el chingado cofre en no sé qué pinche lugar. 

[Ir a la portada de Tachas 524]