Desde el país del nunca jamás, Alma Guillermoprieto, ed. Random House, primera edición 2011

Nacido a finales de los 90s, los conceptos de crónica y reportaje se mantuvieron al margen de interés en mi día a día. Se habían relegado a aquél espacio de “objetividad”, valores que se suponían supremos en  -cuyas instancias en televisión vagamente sostenían estos valores, por decirlo de manera suave. No fue hasta mis lecturas de Un día más con vida y El Emperador de Ryszard Kapuscinski que descubrí un componente artístico del periodismo, uno que seguía apostaba tanto por lo factual como por el valor de la propia mirada de quien observa

Es en esta misma línea que Alma Guilermoprieto aborda sus textos en Desde el país de nunca jamás. En el amplio rango de sus crónicas e investigaciones, desde reportaje de guerra en El Salvador hasta un minucioso análisis psicológico y cultural del impacto de la telenovelas en Brasil, la autora explora tópicos de diversa índole con grandes dosis de ironía y curiosidad. La obra se separa en tres grandes bloques temporales, de los 80s a los 90s, de los 90s al 2000 y del 2000 al 2010, lo cual permite observar la progresión de crónicas donde el autor se mantiene oculto hasta llegar a los reportajes de largo aliento, como aquellos dedicados al levantamiento armado del EZLN en México o el retrato de la secta radical-maoista Sendero Luminoso en Perú. Son en estos largos reportajes, donde la crónica se entremezcla con el ensayo, donde Guillermoprieto destaca por sus comentarios incisivos y un gran humor que resultan en una lectura sorprendentemente ágil (sorprendente por lo denso que podría resultar el tratamiento de esos mismos temas). Por tomar algún ejemplo, en el reportaje sobre Sendero Luminoso, en algún fragmento Guillerprieto menciona “Carlos Iván Degregori, un senderólogo cuyos títulos ya son una lectura esclarecedora” y agrega con tremenda ironía en un comentario aparte “uno de sus ensayos sobre Guzman [líder del Sendero Luminoso] se llama ‘Qué difícil es ser Dios’”.

Si bien la autora apuesta por textos donde, como ya se comentó anteriormente, la mirada del observador es reconocible su escritura se mantiene alejada del fuerte lirismo que caracteriza a Kapuscinski. Por otra parte, Guillermoprieto mantiene su posición claramente como observador, aún cuando se posiciona detrás de líneas de batalla, como lo puede ser con la expedición hacia el territorio dominado por fuerzas rebeldes en El Salvador. De esta manera, su voz se mantiene distanciada de los observados  a través de toda la obra, como podría no suceder con Kapuscinski.

Otro aspecto interesante en Desde el país de nunca jamás es la visión aterrizada que ofrece de los movimientos y conflictos globales que han afectado a latinoamérica. Podría apreciarse la Guerra Fría como un enfrentamiento abstracto, pero la autora detalla, por ejemplo, la insistencia de Fidel Castro en iniciar la guerra nuclear, y su posterior desprecio hacia los altos mandos soviéticos al rehusarse a usar los misiles que se habían instalado en Cuba. Se sabe que el fanatismo religioso de la variantes que adoran a Jesucristo habían jugado un papel importante en la carrera de Bolsonaro hacia la presidencia, pero la crónica de conversión, desde religiones afrobrasileñas, hacia las sectas de pentecostés -que eventualmente apoyaron a Bolsonaro- asientan la imagen nebulosa de la sociedad carioca en Brasil. Dado lo anterior, Desde el país de nunca jamás es una obra tremendamente necesaria, indispensable para tener un acercamiento canal del mundo contemporáneo en latinoamérica. 

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Omar de Felipe Solís (Orizaba, 1997), licenciado en ingeniería en computación y sistemas en UPAEP. Ha publicado ficción en la revista Mula Blanca, en el suplemento cultural El Confabulario de El Universal. Cuenta además con reseñas en El Popular de Puebla, el portal Pez Banana y una publicación en Rio Grande Review, journal de arte contemporáneo de la University of Texas at El Paso.

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