CRÓNICA
Tachas 524 • Pandemia • Karla Gasca
Karla Gasca

Mi vecina «la loca» vive en el último piso. Un día se deshizo de sus muebles a causa de una plaga de la que sólo ella sabe, conservando una silla y una mesa de plástico que coloca en la terraza para que Romeo, su perrito, goce de la vista panorámica y ladre a sus anchas. Desde hace años se ha dedicado, con entrega absoluta, a pulir el antiguo oficio de fastidiar a los vecinos, sorprendiéndonos con técnicas que habían permanecido en la cámara oscura de la imaginación más retorcida. Pero hay algo nuevo: desde que comenzó la pandemia mantiene un silencio sospechoso.
Esta tarde un repartidor de comida le trajo un pastel. Me bastó con observarla un minuto desde abajo, desde mi posición de miga humana con cubrebocas, para comprenderlo. La diosa trastornada, inflada de orgullo en su Olimpo de la torre G, saboreaba una enorme rebanada de pastel para celebrar la lenta pero segura destrucción de nuestra psique.
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Karla E. Gasca (León, Gto). Estudió Cultura y Arte en la UG. Ha publicado en revista Ritmo Imaginación y Crítica, Imaginario Fantástico Mexicano Volumen I de la UNAM, Entretextos de la UIA León, Revista Enjambre de la UG, etc. Cuentos suyos aparecen en las antologías: Para leerlos todos (2009), Poquito porque es bendito (2012) y Presencial, memoria del encuentro entre colectivos literarios del Seminario Amparán (2021). Coordinó la antología Crestomatía-Gymkata que reúne textos de 10 autores guanajuatenses como parte del programa Apoyo a Espacios Culturales Independientes en la categoría de edición y promoción de libros (2020). Forma parte del colectivo Mar de nombres.