CRÍTICA
Tachas 529 • ¿Para quién pedalea Xóchitl? • Alejandro Badillo
Alejandro Badillo

Hace unos días visitó Puebla la precandidata presidencial Xóchitl Gálvez. La imagen que se llevó todos los reflectores fue, más allá de las reuniones que tuvo con empresarios y militantes del PAN, la llegada a las distintas sedes en bicicleta. Acompañada de sus correligionarios y simpatizantes, cruzó algunas calles en su transporte que, previamente, habían sido cerradas a la circulación del tráfico. Gálvez no pedaleó en ninguna colonia más allá del Centro Histórico sino en lugares en donde hay hoteles e inversión en infraestructura urbana. A pesar de esto, la política tuvo problemas para avanzar en su bicicleta, pues algunas calles no son adecuadas para ese uso. Uno de los momentos culminantes fue cuando llegó a la librería Profética, lugar en el que habló de movilidad urbana.
El asunto de la bicicleta y Xóchitl Gálvez es un claro ejemplo de cómo los políticos y sus publicistas venden una acción ordinaria como algo extraordinario. En estos días, precisamente, hemos visto cómo los precandidatos comen en puestos callejeros, bailan, se suben al transporte público, se ensucian los zapatos, entre otros actos que buscan legitimarlos ante la gente. Esta práctica, por supuesto, no es nueva, aunque es cada vez más incómoda en tiempos de una abrumadora desigualdad social. Más allá de méritos, la clase política se esfuerza por ser como nosotros, aunque los puntos que tengamos en común sean muy pocos. Por esta razón, el performance hecho en campañas tiende a una comicidad involuntaria y, por qué no decirlo, insultante para la mayoría de los ciudadanos que sufren, todos los días, en los escenarios que abordan los políticos como si fueran turistas.
Xóchitl Gálvez en su bicicleta cumple, a la perfección, con el ejemplo de acciones ordinarias vendidas como algo extraordinario. De hecho, su llegada a la librería Profética –más allá de la algarabía que provoca un político en campaña frente a sus seguidores– pareció la llegada de un suceso fuera de lo común sólo por el hecho de ir en bicicleta, práctica cotidiana que hacen los ciclistas de Puebla, sobre todo los que usan ese transporte para su trabajo y no como recreación o deporte. Sin embargo, el performance –a pesar de su intención popular– no fue dirigido a la clase trabajadora sino a las clases medias y altas que se ven reflejadas en la heroicidad de Gálvez moviéndose en bicicleta.
Una de las características de la derecha liberal es buscar cambios que no desafíen el statu quo. Las agendas ciclista, medioambiental, de movilidad o de derechos sexuales –identificadas tradicionalmente con la izquierda defensora de sectores en desventaja o minoritarios– son convertidas en un objeto inofensivo que se integra al marco general económico y social. La rebeldía, entonces, queda sujeta a lo gestual, a un acto mercadotécnico para un consumidor bien definido. La publicidad moderna, precisamente, parte de la segmentación del mercado para ofrecer diseños a la medida. Los asesores de Xóchitl Gálvez, miembros de la misma élite que ella, sólo pueden pensar en gente como ellos y, por eso, convierten un ordinario viaje en bicicleta en una marca para explotar indefinidamente. El pedaleo de la política representa la aspiración de la élite a una vida mejor en las ciudades, esto es, viajar sin contaminar en calles bien arboladas y sin el ruido de los molestos autos; comer alimentos sanos y pasear en parques para ir al encuentro de la naturaleza en épocas de contaminación y crisis climática. Sin embargo, estas utopías rara vez trascienden los intereses de clase, pues el mundo en el que se mueve la mayoría de nosotros es invisible para políticos como Xóchitl Gálvez y a la gente a la que le habla. En movilidad, el tema que ha promocionado la precandidata, no hay interés en retirar las concesiones privadas del transporte público e invertir grandes cantidades de recursos a través de una propuesta fiscal agresiva para los más ricos. Es más sencillo ganar aplausos montado en una bicicleta y hacer promesas vagas sobre la movilidad –en el mejor de los casos repetir la agenda legislativa sobre el tema que ya se discute– que revolucionar la manera en la que se piensa el espacio público rebasando al gobierno actual con acciones que los vinculen con los sectores populares.
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Alejandro Badillo (CDMX, 1977) es narrador, ha publicado tres libros de cuentos: Ella sigue dormida (Fondo Editorial Tierra Adentro/ Conaculta), Tolvaneras (Secretaría de Cultura de Puebla) y Vidas volátiles (Universidad Autónoma de Puebla); y la novela La mujer de los macacos (Libros Magenta, 2013).
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