Recuerdo con cierta nostalgia las tardes del domingo en casa, con la lectura de ciertas revistas que solía comprar, intercambiar o conseguir de alguna manera, para poderlas leer el fin de semana, después de días y días de escuela, trabajo, tareas, compromiso, nuevos aprendizajes, además de los viajes que tenía que hacer entre la ciudad y el pueblo donde vivían mis padres. 

Algunos artículos, ensayos literarios y periodísticos, todavía permanecen en mi memoria. Cada domingo regresaba mi deseo, mi idea de escribir de forma continua, de tener el tiempo, el impulso, las ganas de sentarme toda la semana a escribir algo. Y esa noción se la debo a ese material que durante muchos años estuve leyendo. Por ejemplo, de algunas piezas, siento francamente que fueron obras de arte convertidas en revistas, algunos números entrañables de Tierra Adentro, Letras Libres, Saber Ver, Luvina, Casa del Tiempo.

En esa época y en un ambiente totalmente provinciano, era raro tener acceso a todas las publicaciones periódicas. solamente lo teníamos a través de las revistas más conocidas o las que gozaban ya de mucho tiempo en el mercado editorial de nuestro país.

Para conocer sobre las distintas facetas de la política de mi México, también de vez en cuándo, y sobre todo si alcanzaba mi presupuesto de estudiante y pasante de la carrera de Comunicación, guardaba algunos pesos para comprar también Proceso.

A partir de esas lecturas y de esas visitas, a través de las revistas mexicanas, pude conocer poco a poco lo que era la literatura, algunos movimientos culturales y artísticos importantes de nuestros tiempos, las figuras dentro del ámbito social, económico y político. Por eso cuando estoy dando un taller, suelo decirles a las personas que lo integran, que nunca dejen de leer un poco de todo, que se acerquen a lo que les interesa, no importa si quieren leer sobre cocina, naves espaciales, poesía de las vanguardias, tratados de paz, especies en peligro de extinción, el calentamiento global y una larguísima lista de etcéteras.

Para la palabra, para la imaginación, para la construcción de textos, nada sobra. No hay algo que yo les pueda decir que no les va a servir para nada. Por ejemplo ahora mismo estoy pensando en escribir algo sobre el tema de la melancolía -algo que ocupa mi mente de forma constante-, y de manera extraña, casi mágica, ha venido un leve recuerdo, un poco borroso, de algunas páginas de una vieja revista donde leí una especie de ensayo literario sobre el tema; por ahora no he podido recordar qué revista o en qué número, pero, siempre hay un pero, y esto es maravilloso para mí contárselo a ustedes en este espacio, aunque no lo crean: ¡todavía tengo casi todas las revistas!

Seguramente en algún momento me voy a sumergir de nuevo en sus páginas y volverán muchos recuerdos, palabras, ideas que de alguna manera se quedaron y que hoy forman, por fortuna, parte de mi acervo personal y también de mi memoria. 

Guarden siempre esas lecturas significativas, quizás ahora en memorias externas, en la nube, o en cualquier otro artefacto electrónico, para que cuando pasen muchos años puedan volver sobre sus pasos y encontrar a esos tímidos lectores que fueron, que fuimos, y decirles que valió la pena. Prometo contarles en otra ocasión en qué revista está el pequeño ensayo que vino a mi mente; tal vez hasta le tome alguna foto. 

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Jeanne Karen (San Luis Potosí, México, 14 mayo 1975). Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Temas como la muerte, la introspección y la complejidad semántica en la comunicación en relación con el autismo y las ciencias exactas como las matemáticas y la física, influyen su trabajo en un debate casi ético. Premio estatal de poesía Viene la muerte cantando (1998) Premio de Poesía Salvador Gallardo Dávalos (1999), de Poesía Manuel José Othón (2002 y 2006) Premio de Periodismo Francisco de la Maza por Publicación o Programa de Difusión Cultural (2009).

Ha publicado los libros: Simulación dinámica (Bitácora de Vuelos, 2015), Cementerio de elefantes (Múltiples editoriales). Hollywood (Ponciano Arriaga), Menta (Ponciano Arriaga).

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