EXPERIMENTAL
Tachas 568 • Esas ondas de radio en la memoria • Jeanne Karen
Jeanne Karen

A veces quisiera tener otro lugar para escribir, cuando digo que otro lugar me refiero a otro mundo, a otras palabras y a otros abrazos, otros ojos que se cierran que no sean como los míos, ni medianamente parecidos, quizá alguna casita cerca del mar Egeo o tal vez otro sitio fuera de lo que llamamos tierra, una luna, una luna comestible, una luna en la que no haya que respirar, en la que con la sola existencia se cumplan todas las expectativas y todos los sueños.
Ahora mismo escribo con jazz de fondo, el jazz que siempre me ha acompañado desde la infancia y esos días rojos en El Refugio, donde el receptor de onda corta que mi padre me había regalado, me traía melodías desde las orillas del Hudson o la estática de otra ciudad enorme y desconocida, a veces llegaba la narración de un partido de beisbol y otras, largas charlas seguidas de country, poco a poco iba cachando una que otra palabra. Así aprendí que la música era mi amiga, una puerta, la noche misma con las interminables preguntas. Otras veces me acostaba en el enorme asiento de la camioneta Ford, todavía era muy pequeña y casi todas las cosas alrededor me quedaban grandes, ponía la radio, había a veces un estallido en la cajita de mis sentidos, un beat tras otro, como las monedas que caen después de una ceremonia, cuando la gente sale de esos templos que han sido blanqueados por el tiempo y el dolor, el ruido, el extenuante ruido sobre las baldosas verdes, el ruido de la vida.
Mi ausencia algunas veces era el resplandor de la tormenta sobre la cocina y entraba violentamente a la sala para repartir su aroma por todo el pasillo, el patio era el último lugar donde me buscaba mi madre, a veces la veía con mis enormes ojos como de Jeanne Modigliani, era inoportuna, era la impaciencia del todo, pero yo no bajaba de la copa de los árboles, me mecía rápido en una rama, colgaba, pasaba a otra, era una rayita oscura en su cielo azul, miraba hacia arriba: nadie.
***
Jeanne Karen (San Luis Potosí, México, 14 mayo 1975). Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Temas como la muerte, la introspección y la complejidad semántica en la comunicación en relación con el autismo y las ciencias exactas como las matemáticas y la física, influyen su trabajo en un debate casi ético. Premio estatal de poesía Viene la muerte cantando (1998) Premio de Poesía Salvador Gallardo Dávalos (1999), de Poesía Manuel José Othón (2002 y 2006) Premio de Periodismo Francisco de la Maza por Publicación o Programa de Difusión Cultural (2009).
Ha publicado los libros: Simulación dinámica (Bitácora de Vuelos, 2015), Cementerio de elefantes (Múltiples editoriales). Hollywood (Ponciano Arriaga), Menta (Ponciano Arriaga).