EXPERIMENTAL
Tachas 577 • Alegría madre • Jeanne Karen
Jeanne Karen

¿Qué nos preocupa, qué ocupa más lugar en nuestras mentes, en nuestra memoria? Algo que guarde un espacio enorme, como una vieja enciclopedia enclavada en un librero de maderas finas, con sus lomos brillantes igual que soles que esplenden su luz a tan cortas distancias: la sabiduría, el conocimiento, la ciencia, la profundidad.
Quizá mi mente a veces necesita ser un páramo, un lugar desierto, sin oasis, sin forma, sin sombras que deambulen detrás, sin ruido; un rincón decadente donde por un tiempo no pueda entrar nada más, ni un solo y minúsculo pensamiento que pueda romper mi paz. No sucede, nunca sucede. A veces trato de cansar mi cuerpo, esperando que la mente lo siga, que se deje vencer, que al caer en un sillón se apague por fin, que deje de fluir esa miel del panal. Nunca pasa. Pasan solamente los días, las nubes, los cielos estrellados, de nuevo las nubes gordas de agua, las nubes llenas de llanto, las nubes secas vuelven con su delgadez, con su aspecto de pintura recién puesta de una sola pasada y sigo igual. Mis ojos son como unos extraños gemelos que miran atónitos a todas direcciones.
Es decir, no quiero que nada duela, pero cada cosa duele es como sacar una y otra vez alfileres de una cajita. Cada dolor que llega viene con una carga, con la certeza de que algo pasa en el mundo, de que algo grande se ha roto de nuevo. Hay una guerra más, una desgracia y otra.
¿Dónde está la fortuna, dónde está la forma del no pensamiento? Trato de dormir y hasta en sueños algo a veces me sobresalta, tanto me mueve que despierto: no veo nada, solamente la oscuridad que me rodea.
Sé que somos millones, pensando, pensando, y dejamos que esas ideas, esas imágenes nos aplasten. Contenemos nuestra alegría porque es algo que se dispersa como el agua que sale de las regaderas del jardín. A veces quiero dejar que se tire, que humedezca mis días, que se anegue. Otras veces pienso que igual que el agua, se va a terminar y quiero guardarla, dejarla en un recipiente bien cerrado, en un lugar fresco y seco, lejos de todo. La escondo en lo que escribo, la comparto en lo que sé que puede sacudirlos como lectores, casi siempre está ahí entre líneas, a veces tomo un poco, una pizca y la hago rendir: masa madre, alegría madre, alegría que debe expandirse, un ser vivo que se acomoda, que no se rinde. Prueben ustedes.
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Jeanne Karen (San Luis Potosí, México, 14 mayo 1975). Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Temas como la muerte, la introspección y la complejidad semántica en la comunicación en relación con el autismo y las ciencias exactas como las matemáticas y la física, influyen su trabajo en un debate casi ético. Premio estatal de poesía Viene la muerte cantando (1998) Premio de Poesía Salvador Gallardo Dávalos (1999), de Poesía Manuel José Othón (2002 y 2006) Premio de Periodismo Francisco de la Maza por Publicación o Programa de Difusión Cultural (2009).
Ha publicado los libros: Simulación dinámica (Bitácora de Vuelos, 2015), Cementerio de elefantes (Múltiples editoriales). Hollywood (Ponciano Arriaga), Menta (Ponciano Arriaga).