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Tachas 596 • El sexo frío • Yann Lardeau

Yann Lardeau

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Tachas 596 • El sexo frío • Yann Lardeau

El medio es el mensaje. 
El mensaje es el masaje. 
McLuhan


 

Art Press: «El porno, ¡qué formidable toma de conciencia! Recuérdese que en el 68 fueron necesarios huelgas y barricadas, discursos y adoquines, para empezar a tomar nota de que todo es política. La pornografía, proliferante, censurada y reiteradora, empezará a dejar entrever que todo es sexualidad». Le sexe qui parle (1974), se titulaba una película. ¿El porno nos habla todavía, lo ha hecho alguna vez, de sexo?



 

Poner al desnudo, o la voluntad de saber 

En La voluntad de saber, Michel Foucault muestra cómo, históricamente, el dispositivo de la sexualidad se estructura en tomo a las técnicas de la confesión, y particularmente a partir del ritual correspondiente según el Concilio de Trento. «Lo importante», escribe, «es que el sexo haya sido constituido como un envite de verdad». Y añade: «La verdad no pertenece al orden del poder, sino que guarda un parentesco originario con la libertad: al igual que tantos temas tradicionales en filosofía, una “historia política de la verdad” debería regresar mostrando que la verdad no es libre por naturaleza, ni que el error sirve, sino que su producción está ensartada en su totalidad por relaciones de poder. La confesión es un ejemplo de ello». 

El porno, en su demagogia, se empantana por entero en ese orden estratégico (político) de la problemática de la verdad y de la libertad —de una verdad que hay que liberar y que será también la verdad de la libertad —, en ese campo productor de poder y cebo de su subversión, que confiere al porno su verdadero sentido. Es en esa dialéctica metafísica de la verdad y de la libertad (pero en el sentido de que siempre, en sus envites, la complicidad estratégica del saber y del poder la reitera) donde, desde su emergencia, el objeto «sexo» ha ocupado siempre un lugar nodal, definiendo aquélla de hecho el principio de realidad de éste, aun cuando, fuera de ese campo, no tiene sentido (mejor dicho, no existe) —es el dispositivo de sexualidad como campo de saber y de poder (donde, antaño, Sade se enfrentaba con la Iglesia) lo que nos enseña, sin descanso y de forma repetitiva, el porno—, ese dispositivo en su realidad de código. Una verdad oculta a descubrir, brutalidad escondida en el silencio del secreto que hay que restituir y liberar, poner al desnudo: en el porno, la mujer, frenéticamente, se desnuda y exhibe su sexo, y no es por casualidad si ella —y su sexo— sigue siendo el actor principal: la mujer desnuda ha sido siempre, en nuestra sociedad, la representación alegórica de la Verdad (como sabemos que, para Freud, la voluntad de saber se pone de manifiesto con el descubrimiento, por parte del niño, de los «misterios» de la sexualidad). 

No puede haber pornografía si no es la cinematográfica

Sin embargo, eso no implica que el éxito (siempre relativo) del porno pase esencialmente, si no exclusivamente, por el cine, porque el cine es el modo de expresión privilegiado de la pornografía. Es posible que para ésta el cine se le aparezca como la mejor respuesta funcional y como la fuerza cabal de su representación. Si, con respecto a sus temas, la pornografía se expresa como una palabra de verdad, el uso privilegiado que hace del cine convierte a éste en operador de la verdad, lo que deja entender que es a través de la imagen y de su movimiento (por la observación visual) como se opera la verificación de lo expresado (en cuyo desarrollo el sonido aporta un plus de información que confirma lo que informa la imagen). Ello presupone que existe una proximidad profunda, incluso una identidad, de régimen, entre el cine y la pornografía, que hace que no pueda haber otra pornografía que la cinematográfica. En otras palabras, la pregunta: ¿cómo manipulan el sexo las operaciones cinematográficas?, debe conducimos, más que a una interrogación sobre lo que ese modo de representación deja de lado en cuanto al sexo, a preguntamos qué es lo que pone en evidencia la representación cinematográfica del sexo, cuál es la estrategia de operaciones del cine como medio en general. Interrogar el cine porno no es lo mismo que interrogar a la pornografía (o, más globalmente, el estatuto del sexo) en el cine, sino el cine en sí mismo, precisamente en lo que permite que se inscriba en él un tal discurso. 


 

*Texto aparecido por primera vez en Cahiers du cinéma, n° 289, junio de 1978. Traducción de Mariana Miracle.)



 

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Yann Lardeau.  Crítico y director de cine francés 

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