jueves. 16.01.2025
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POESÍA

Tachas 600 • Oda a la torre Coit • Gregory Corso

Gregory Corso

Imagen generada por IA
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Tachas 600 • Oda a la torre Coit • Gregory Corso

Oh anti-verdúrea fálica si no fuera por tu altura desbordante empapada en lágrimas 

como un árbol enfermo o tu siempre estrafalaria comodidad que golpea el 

cielo tan arrugado de tu ciudad verías una absurda Babel que se agacha ante 

millones de mortales

Porque llené tus torpes cuencas con mis vibraciones oculares de la ciudad de Nueva 

York que no habían condenado al tonto Empire State y no te condenan a ti

Suficiente mis ojos te hicieron ver fantasmagórico de noche niños locos con gorras de 

refrescos yacen bajo sus versos abundantes y rubios en la parrilla de los pies 

eucarísticos de cada uno como reyes distantes que bajan tesoros de los camellos

Iluminaciones colgadas a extremidades masculinas frescas con el sudor del trabajo 

en tranvía y papá carretilla de Génova

Botín de electricidad y visiones carpinteadas de noche cerdo-bastardo en su espora 

como las tenues luces de alguna fachada alucinante

Ah torre desde tu cabeza sin bayas tuve una visión en común conmigo mismo la 

proximidad de Alcatraz y no la corriente en boga de jazz blanco y poesía o 

poesía y jazz abrazados sino una verdadera visión desgarradora y constante 

de Alcatraz dirigida ante mis ojos

El fornido Alcatraz llora sobre la mesa de Neptuno cuyo cautiverio pétreo estrella 

el arpa marina sin sueño jadea por una canción Oh esa esa pieza de mar no 

logra soñar

Torre tuve una vaguedad verdúrea fijada por un viento verde la sombra de la Piedad 

azotada con clavos fríos sobre el cielo del oeste con clima de trigo que llora 

estoy seguro para que se abra la vasta puerta de la humanidad que todos sean 

libres que tanto la bisagra como el candado mueran que si todas las puertas se 

cierran se cierren como campanas chinas

Fue acaso el amor del hombre por joder el cielo con monumentos que abarcan la 

bahía con puentes naranjas y plateados que enlazan estructura con estructura 

incorruptible en este nudo interminable que cada edad apasiona ya sea en 

piedra o acero ya sea en eco o en ruina escuchada a medias

Fue acaso el amor del hombre que puso esa roca ahí para que nunca se despeñara 

sino en visiones o este ahora imaginario o yo mismo de pie en Telegraph Hill 

Nob Hill Russian Hill la misma vista siempre Alcatraz como una vacación 

desierta

Y lloré por Alcatraz en tus tontos huecos Oh torre apretaba mi pie de Pan con vívidas 

provisiones de Dannemora

Lloré por lo que ya no es soberano en mí que apesta a muerte sueños sueños aun así 

finjo enterrar esto para apartar la lombriz de la realidad

Sueños que alguna vez saltaron alegres brillantes de mi corazón como chispas 

liberadas de una hoja de afilar salvaje que ahora ya no se liberan 

Si no fuera por las ciudades o las prisiones Oh torre aún podría ser ese monje 

verdúreo arrullado sobre álbumes del campo verde sin un sueño más grande 

que mi sueño de juventud

¡Ojos de mis manos! ¡La reina Pentesilea y su tribu! ¡Estrellas mensajeras Doctor 

Deforme vuelve de su lepra y dolor! ¡Naves tracias! ¡Huellas alegres de aire puro!

Imposible para mí traicionar incluso al árbol más simple

Coloso idiota vine a tu ciudad en verano después de Cambridge ahí tampoco ninguna 

hoja palpitaba entre mis dedos ningún insecto estremecía mi mano aunque 

tuve una visión ahí la Muerte se sentaba como una enorme estufa negra

Inspirado por esto vine a tu ciudad caminaba por la calle Market cantaba escuchen 

escuchen los perros sí ladran los vagabundos vienen al pueblo y corrí como 

loco por el Golden Gate hacia Sausalito y caí exhausto en un campo donde un 

espantapájaros interminable reclinaba su cabeza sobre mi regazo

Cuán felizmente loco estaba Oh torre yacía ahí entre verde chismoso soñaba con 

Quetzalcóatl mientras arqueaba mi espalda como un arcoíris sobre un golfo 

imaginario

Oh por esa locura otra vez esa soledad infinitiva donde la ilusión habló el dialecto 

divino de la Verdad

Debí haberme quedado pero fui a México a Quetzalcóatl y escuché ahí en la punta 

de Teotihuacán con una voz profética de Cuauhxicalli un himno oscuro para 

el año que viene

Ah torre torre que yo me sintiera triste por Alcatraz y no por tus héroes no disminuyó 

el amor turista de mis ojos

Vi a tus santos de saco negro tus fumadores de mota Zen

 atenienses y garañones

Aunque el Viento del Oeste no parecía albergar ahí siquiera un puro sueño shelleyano 

de un digamos universo

 como heno 

 montón dorado en una pared de fuego

que corre hacia la diáfana erradicación de

 tinta fraudulenta



 

(Poema cedido por City Lights Bookstore)




 

***
Gregory Corso (Nueva York, 1930 - 2001) Poeta estadounidense. Junto a Allen Ginsberg, Jack  Kerouac y William S. Burroughs, es uno de los miembros prominentes de la generación beat, caracterizada por una concepción vitalista y atrevida de la poesía y de la existencia.

En la década de 1950 conoció a los poetas de la generación beat y publicó su primer libro, La dama vestal de Brattle (1955). Le siguió Gasolina (1958), poemario de ritmos encantatorios publicado con el apoyo del editor y compañero de generación Lawrence Ferlinghetti. Los recitales, conferencias y actuaciones públicas de Corso eran a menudo estridentes, pues odiaba la vida convencional de literato. En su poesía empleaba recursos tipográficos vanguardistas, como en el famoso poema "Bomba", escrito en forma de hongo atómico; en libros posteriores como The Happy Birthday of Death (1960), Long Live Man (1962) o Elegiac Feelings American (1970), sin embargo, empleó un tono que se acercaba más a lo coloquial. Otros títulos destacados de su producción son The Night Last Night was at its Nightest (1972), Earth Egg (1974), Herald of the Autochthonic Spirit (1981) y Mindfield (1991). Escribió asimismo el drama Estos tiempo neuróticos (1955) y la novela American express (1961).


 

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