POESÍA
Tachas 600 • Oda a la torre Coit • Gregory Corso
Gregory Corso
Oh anti-verdúrea fálica si no fuera por tu altura desbordante empapada en lágrimas
como un árbol enfermo o tu siempre estrafalaria comodidad que golpea el
cielo tan arrugado de tu ciudad verías una absurda Babel que se agacha ante
millones de mortales
Porque llené tus torpes cuencas con mis vibraciones oculares de la ciudad de Nueva
York que no habían condenado al tonto Empire State y no te condenan a ti
Suficiente mis ojos te hicieron ver fantasmagórico de noche niños locos con gorras de
refrescos yacen bajo sus versos abundantes y rubios en la parrilla de los pies
eucarísticos de cada uno como reyes distantes que bajan tesoros de los camellos
Iluminaciones colgadas a extremidades masculinas frescas con el sudor del trabajo
en tranvía y papá carretilla de Génova
Botín de electricidad y visiones carpinteadas de noche cerdo-bastardo en su espora
como las tenues luces de alguna fachada alucinante
Ah torre desde tu cabeza sin bayas tuve una visión en común conmigo mismo la
proximidad de Alcatraz y no la corriente en boga de jazz blanco y poesía o
poesía y jazz abrazados sino una verdadera visión desgarradora y constante
de Alcatraz dirigida ante mis ojos
El fornido Alcatraz llora sobre la mesa de Neptuno cuyo cautiverio pétreo estrella
el arpa marina sin sueño jadea por una canción Oh esa esa pieza de mar no
logra soñar
Torre tuve una vaguedad verdúrea fijada por un viento verde la sombra de la Piedad
azotada con clavos fríos sobre el cielo del oeste con clima de trigo que llora
estoy seguro para que se abra la vasta puerta de la humanidad que todos sean
libres que tanto la bisagra como el candado mueran que si todas las puertas se
cierran se cierren como campanas chinas
Fue acaso el amor del hombre por joder el cielo con monumentos que abarcan la
bahía con puentes naranjas y plateados que enlazan estructura con estructura
incorruptible en este nudo interminable que cada edad apasiona ya sea en
piedra o acero ya sea en eco o en ruina escuchada a medias
Fue acaso el amor del hombre que puso esa roca ahí para que nunca se despeñara
sino en visiones o este ahora imaginario o yo mismo de pie en Telegraph Hill
Nob Hill Russian Hill la misma vista siempre Alcatraz como una vacación
desierta
Y lloré por Alcatraz en tus tontos huecos Oh torre apretaba mi pie de Pan con vívidas
provisiones de Dannemora
Lloré por lo que ya no es soberano en mí que apesta a muerte sueños sueños aun así
finjo enterrar esto para apartar la lombriz de la realidad
Sueños que alguna vez saltaron alegres brillantes de mi corazón como chispas
liberadas de una hoja de afilar salvaje que ahora ya no se liberan
Si no fuera por las ciudades o las prisiones Oh torre aún podría ser ese monje
verdúreo arrullado sobre álbumes del campo verde sin un sueño más grande
que mi sueño de juventud
¡Ojos de mis manos! ¡La reina Pentesilea y su tribu! ¡Estrellas mensajeras Doctor
Deforme vuelve de su lepra y dolor! ¡Naves tracias! ¡Huellas alegres de aire puro!
Imposible para mí traicionar incluso al árbol más simple
Coloso idiota vine a tu ciudad en verano después de Cambridge ahí tampoco ninguna
hoja palpitaba entre mis dedos ningún insecto estremecía mi mano aunque
tuve una visión ahí la Muerte se sentaba como una enorme estufa negra
Inspirado por esto vine a tu ciudad caminaba por la calle Market cantaba escuchen
escuchen los perros sí ladran los vagabundos vienen al pueblo y corrí como
loco por el Golden Gate hacia Sausalito y caí exhausto en un campo donde un
espantapájaros interminable reclinaba su cabeza sobre mi regazo
Cuán felizmente loco estaba Oh torre yacía ahí entre verde chismoso soñaba con
Quetzalcóatl mientras arqueaba mi espalda como un arcoíris sobre un golfo
imaginario
Oh por esa locura otra vez esa soledad infinitiva donde la ilusión habló el dialecto
divino de la Verdad
Debí haberme quedado pero fui a México a Quetzalcóatl y escuché ahí en la punta
de Teotihuacán con una voz profética de Cuauhxicalli un himno oscuro para
el año que viene
Ah torre torre que yo me sintiera triste por Alcatraz y no por tus héroes no disminuyó
el amor turista de mis ojos
Vi a tus santos de saco negro tus fumadores de mota Zen
atenienses y garañones
Aunque el Viento del Oeste no parecía albergar ahí siquiera un puro sueño shelleyano
de un digamos universo
como heno
montón dorado en una pared de fuego
que corre hacia la diáfana erradicación de
tinta fraudulenta
(Poema cedido por City Lights Bookstore)
***
Gregory Corso (Nueva York, 1930 - 2001) Poeta estadounidense. Junto a Allen Ginsberg, Jack Kerouac y William S. Burroughs, es uno de los miembros prominentes de la generación beat, caracterizada por una concepción vitalista y atrevida de la poesía y de la existencia.
En la década de 1950 conoció a los poetas de la generación beat y publicó su primer libro, La dama vestal de Brattle (1955). Le siguió Gasolina (1958), poemario de ritmos encantatorios publicado con el apoyo del editor y compañero de generación Lawrence Ferlinghetti. Los recitales, conferencias y actuaciones públicas de Corso eran a menudo estridentes, pues odiaba la vida convencional de literato. En su poesía empleaba recursos tipográficos vanguardistas, como en el famoso poema "Bomba", escrito en forma de hongo atómico; en libros posteriores como The Happy Birthday of Death (1960), Long Live Man (1962) o Elegiac Feelings American (1970), sin embargo, empleó un tono que se acercaba más a lo coloquial. Otros títulos destacados de su producción son The Night Last Night was at its Nightest (1972), Earth Egg (1974), Herald of the Autochthonic Spirit (1981) y Mindfield (1991). Escribió asimismo el drama Estos tiempo neuróticos (1955) y la novela American express (1961).