Digo matria y pienso en la ciudad en que vivo
En sus calles y avenidas atestadas de tráfico,
En la contaminación por humo, luz y ruido;
Digo matria y pienso en la inseguridad y violencia diaria 
Que nos condena a este infierno lleno de parias, 
De pobreza y espanto.
Digo matria y pienso en la corrupción, 
En el desmedido gasto público, 
En la ineficiencia congénita de la burocracia, 
En la prepotencia de los políticos 
En el sinsentido de la ley que castiga siempre el más débil.
Digo matria y enumero todas y cada una de sus carencias,
De sus males y achaques como si fuera una persona envejecida
A punto de liberarse de aquel peso que es la edad.
Digo matria y me inunda una avalancha de recuerdos 
Propios y ajenos, recuerdos que me devuelven a otra vida.
Digo matria y asoma el pico de un colibrí 
Que sabe sorber el néctar de las flores más dulces.
Digo matria y de entre el terreno del miedo
Surge una verde platación de plegarias que se alzan al cielo
Bajo la noche húmeda del trópico.
Digo matria y salgo a la calle 
Alumbrándome con una vela en busca de mí mismo.  
Digo matria y pareces tú sonriente como siempre
Y se abre el luminoso azul del cielo.
Digo matria y, pese a todo el caos, se yergue una tierna esperanza.

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