EXPERIMENTAL
Tachas 606 • Cualquier Día De Enero • Jeanne Karen
Jeanne Karen

Hoy es un día de enero, cualquier día de enero en realidad. No sucede mucho: pasan las horas, cae poco a poco la tarde, pronto se ocultará de nuevo el delicado sol que nos acompaña desde su distante y lejano cielo.
Pienso en todo lo que no se escribe, que a veces se siente, se vive, pero que en realidad no llega a la hoja en blanco. Lo que no se escribe debería estar inscrito en el reino de lo fantástico. Solamente nos queda la imaginación sobre aquellas historias que no hicimos, sobre las cartas que jamás enviamos. Lo que no se escribe llega a dolernos tanto como lo que está en las palabras. Lo que no se escribe permanece en la sombra, en un triste mutismo, hasta desvanecerse.
A veces guardamos silencio por necesidad, otras veces porque alguien más nos lo ha pedido. Otras veces permanecemos en silencio porque la realidad ya nos superó y es tan absolutamente dolorosa que nos está costando ponerle un nombre, estamos tratando de darle un significado, por más que pese, porque tarde o temprano, lo que más lastima también debe nombrarse.
Mi país me duele. Hoy a tantos de enero, del año en curso -que puede ser cualquier año-, puedo decir que me duele. Unos tratamos de acallar el estruendo en nuestros pechos, en nuestras mentes, pero no resulta así todo el tiempo, a veces la avalancha de emociones nos tira: es un mar que insiste en acomodarse en nuestras vidas a lo largo de un día ordinario del mes de enero, una fuerza que todo lo derriba.
Pienso también que lo que a mí me salva es la poesía, leerla, escribirla, pero sobre todo sentirla o tratar de sentirla. Quisiera que se escribiera más poesía, pero de esa que es contundente, la que nos despierta, la que abre caminos, la que abre los ojos.
Poesía para conocer un país, para amarlo, para hablar por y para los suyos, ciudadanos de un lugar, y para hablar también de un país que es el mundo. Lo mismo ataca el hambre, la desolación, la guerra, aquí cerca, que más allá de los oceanos. Lo mismo me duele estar sentada aquí en mi silla, que en cualquier otra silla o estar en un rincón u otro, porque mi conciencia es la misma, porque lo que alcanzo a entender me rebasa.
Busco todavía una llama en mí, ese algo a lo que llamamos vida, a lo que llamamos felicidad, pero hay un viento que la aleja, que quiere apagarla como a un leve fuego. A la poesía que escribo -algunas veces-, la llamo resistencia y es la única que tengo.
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Jeanne Karen (San Luis Potosí, México, 14 mayo 1975). Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Temas como la muerte, la introspección y la complejidad semántica en la comunicación en relación con el autismo y las ciencias exactas como las matemáticas y la física, influyen su trabajo en un debate casi ético. Premio estatal de poesía Viene la muerte cantando (1998) Premio de Poesía Salvador Gallardo Dávalos (1999), de Poesía Manuel José Othón (2002 y 2006) Premio de Periodismo Francisco de la Maza por Publicación o Programa de Difusión Cultural (2009).
Ha publicado los libros: Simulación dinámica (Bitácora de Vuelos, 2015), Cementerio de elefantes (Múltiples editoriales). Hollywood (Ponciano Arriaga), Menta (Ponciano Arriaga).