EXPERIMENTAL
Tachas 608 • Pensamientos Para Una Cartera • Jeanne Karen
Jeanne Karen

Hace tiempo usaba una cartera (mi artefacto para guardar billetes, monedas y a veces tarjetas) que era de un tamaño incómodo. Los billetes se doblaban de formas tan caprichosas que al final parecían salir de ella hechos bola o doblados de las puntas y a veces rotos.
Por fin un día me hartó, y tuve suficiente de esa cartera; y decidí comprar una nueva: grande, de un material oscuro, que daba la sensación de ser elegante y cara. En realidad no era nada de eso, más bien era un nuevo objeto dentro de mi bolsa. Los primeros días fue toda perfección, los billetes estaban bien acomodados, a sus anchas, ni arrugados ni rotos.
Pasaron unos meses y de pronto, un día cualquiera, me encontré con que la famosa cartera ya no era la de antes. Estaba por salir, quise guardar mi papel moneda en ella, pero no entraba, simplemente algo falló. Me llegó la desesperación y con ella una idea: ¿qué pasa con esos objetos que llegan a nuestra vida a suplir a otros, pero que al final tampoco nos satisfacen? ¿A dónde va esa insatisfacción?
Recuerdo con amor los días en que solía repararlo todo, es decir, dentro de las posibilidades de los objetos y de las mías -nada iba más allá de nuestra propia naturaleza-. Ahora todo parece desecharse casi de inmediato: las emociones que se creaban alrededor de nuestras cosas más preciadas casi han desaparecido, y en su lugar podemos acceder al lustre, al brillo, a la magnífica existencia de una cosa y otra, siempre nuevas, siempre mejores que las de antes.
Pienso también con cierta tristeza en cada cosa u objeto que ya no vemos más, y que en el fondo sabemos que son irremplazables, para mí pueden ser algunos libros, los discos de vinilo que guardé por muchos años, y mis cuadernos.
Recuerdo algunas tardes el sonido de la piedra del afilador (hombre que desfilaba por las calles y sacaba chispas y filos nuevos a viejas navajas y tijeras), también viene a mi mente el aroma de toda la comida que solía venderse por las mismas y desvencijadas calles. Poco a poco se destiñe en el cristal de mi vida la marca que dejaron los papalotes sobre el cielo de mi infancia, poco a poco se apagan los fuegos artificiales y se retiran los cartelones, las postales y los recortes del periódico mural que adornó cada día que pasé por la Escuela Primaria.
Cosas, objetos: recuerdos de otros tiempos que nos tienen a nosotros, a los que escribimos, para guardarlos como el papelito en la cartera, con la esperanza de que perdure, que no se doble, que no se rompa, y que no se extingan las palabras que contiene.
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Jeanne Karen (San Luis Potosí, México, 14 mayo 1975). Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Temas como la muerte, la introspección y la complejidad semántica en la comunicación en relación con el autismo y las ciencias exactas como las matemáticas y la física, influyen su trabajo en un debate casi ético. Premio estatal de poesía Viene la muerte cantando (1998) Premio de Poesía Salvador Gallardo Dávalos (1999), de Poesía Manuel José Othón (2002 y 2006) Premio de Periodismo Francisco de la Maza por Publicación o Programa de Difusión Cultural (2009).
Ha publicado los libros: Simulación dinámica (Bitácora de Vuelos, 2015), Cementerio de elefantes (Múltiples editoriales). Hollywood (Ponciano Arriaga), Menta (Ponciano Arriaga).