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54 MUJERES [VI]

Tachas 400 • Kim Gordon (la chica del grupo) • José Luis Justes Amador

José Luis Justes Amador

 

 

Kim Gordon, 'La chica del grupo' en Sonic Youth
Kim Gordon, 'La chica del grupo' en Sonic Youth
Tachas 400 • Kim Gordon (la chica del grupo) • José Luis Justes Amador

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Ahí estaba, en el escenario, machando su bajo,
con un vestido estrecho y botas. Encorvada.
La melena rubia cayéndole sobre los ojos.
Rodeada de tíos. Todos propulsando ruido.

Xavi Sancho
 

La chica del grupo. Pocas veces un título de libro ha podido sonar tan peyorativo como ese. Cómo no podía serlo si a lo largo de la carrera del grupo había recibido cientos de veces la misma pregunta por parte de los periodistas: “¿Qué se siente al ser la chica del grupo?”. Y, a pesar de las connotaciones, ese fue el título que Kim Gordon, motor fundamental de una de las agrupaciones más importantes del noise, Sonic Youth, eligió para su autobiografía cuyo primer capítulo (“Fin”) termina con una frase lapidaria. “Para las discográficas de altos vuelos, la música importa, pero el aspecto de la chica es determinante. La chica afianza el escenario, atrae la mirada masculina y, dependiendo de quién sea, devuelve su propia mirada al público”.

La historia de Sonic Youth es lo suficientemente conocida, pero ¿qué hacía una chica en esa banda? Kim Gordon, nacida en una California donde, en el seno de una familia acomodada e intelectual, vivió los últimos coletazos de la escena de los sesenta había terminado por trasladarse para su carrera artística a Nueva York. Pero su inquietud hizo que la música se metiera en su camino como pintora conceptual. “De alguna manera era como si hubiera nacido para crear arte. Tuve la sensación de que tenía que hacer música. Tenía la impresión de que verdaderamente aquel era el siguiente paso tras el Pop Art, sabes, lanzarme de cabeza dentro de una forma popular de cultura en lugar de limitarme a comentarla”. Mientras, se ganaba la vida con artículos para la prestigiosa Art Forum o en una oficina de proyectos artísticos independientes, hasta entrar a formar parte del efímero grupo CKM donde conocería a sus futuros compañeros de banda, Lee Ranaldo y Thurston Moore. Con ellos montaría Sonic Youth. Ellos aportaban la escuela del minimalismo y la música de drones; ella la inquietud artística.

Las referencias del grupo, en pleno estallido del “indie underground norteamericano” (según la terminología de Michael Azerrad) eran, cuanto menos, variadas. Además de los sospechosos habituales (Minor Threat o los Swans), dejaban caer nombres menos habituales como Bachman_Turner Overdrive, Karen Carpenter (a la que dedicarían una canción y de la que harían un cover de “Superstar”) o un oscuro grupo de los sesenta llamado Shocking Blue (una de cuyas canciones “Love Buzz”, por una de esas casualidades del zeitgeist, aparece covereada como cara B del primer single de unos, entonces, desconocidísimos Nirvana). E incluso Madonna, a quien homenajearían bajo el nombre de Ciccione Youth y de quien versionarían, a su manera, “Into the Groove”.

Moore la describe en aquella época diciendo que “tenía unos ojos preciosos y una sonrisa muy bonita. Además era muy lista y parecía tener un intelecto sensible, espiritual”. Y desde los principios del grupo tuvo que sufrir la incomprensión de un público más acostumbrado a la dejadez del grunge o a la violencia hipervitaminada de tres acordes del hardcore, lo que les condujo a conciertos en los que la reacción del público no era precisamente amistosa. “Mientras tanto, todos los que estábamos allí intentábamos ir a lo nuestro, tratando de parecer cool”. Thurson y Gordon  todavía seguían ganándose la vida como pintores de brocha gorda.

“Me lo tomaba como algo más emocional que musical”. Y tal vez sea de esa emoción, y de una observación cotidiana como era (sigue siendo) la sociedad y la industria musical, de la que salgan algunas de las canciones más marcadamente feministas del grupo: “Kool Thing” —un alegato en contra del machismo de LL Cool J, con quien había coincido en una entrevista para Spin que terminó con un enfrentamiento entre los dos–, “Swimsuit Issue” —en la que acusa a mucha gente, entre ellos a los ejecutivos de la industria musical, de ver a las mujeres como chicas de portada en una especial de trajes de baño–, “Little Trouble Girl' —tal vez la canción más spectoriana de toda la carrera de Sonic Youth, con coros de Kim Deal o, entre otras, la explícita desde el título, “Contre le Sexism”.

La influencia de Sonic Youth, semejante a la The Velvet Underground un par de décadas antes, es extensa. La propia Kim lo resume mejor que nadie: “éramos influyentes porque demostramos a la gente que puedes hacer la música que te dé la gana”.

Y, como el resto de los miembros del grupo, Kim se embarcó en aventuras todavía más experimentales que las de su grupo. Todavía dentro de su círculo de influencia grabó cosas como  el YOKOKIMTHURSON, un disco bastante difícil de oír, en el que la tormenta sónica de la pareja Gordon-Moore acompañaba a los recitados y los gritos de Yoko Ono, o Olive´s Horn (dentro de la serie SYR —abreviatura de Sonic Youth Records–) junto a Ikue Mori y DJ Olive, que explora los límites del ruidismo para crear una atmósfera más que angustiante para el oyente, y que contiene gritos explícitos de lucha como el “We are princesses”. Una explicitud que también se daría en la séptima entrega de SYR con el larguísimo, 23 minutos, “J’accuse Ted Hughes”.

Ya más alejada del círculo cercano de Sonic Youth, ha hecho colaboraciones que van del experimental-improvisatorio grupo Body/Head que formó junto al guitarrista Bill Nace (con quien ha grabado tres discos) a Free Kitten con Julia Cafritz —de Pussy Galore– y otros miembros flotantes, pasando por el menos conocido, con un solo disco, Glitterbust —como la canción de Royal Trux– con el guitarrista Alex Knost. Demostrando su apertura mental y su rango de influencias y gustos, ha colaborado también, por ejemplo, con el genio de la “americana” Stephen Malkus en “Refute” o Peaches.  Y, por supuesto, su único —por ahora– disco en solitario “No Home Record”, que homenajea en su título al documental de Chantal Akerman “No Home Movie”.

PD: Sonic Youth es, además de uno de los grupos fundamentales de la historia reciente de la música popular, una demostración de que el amor puede ser una fuerza colaborativa y creativa poderosa. Kim Gordon y Thurson Moore fueron durante casi veinte años pareja, y la pareja creativa detrás del grupo. “Tenía algo especial, desprendía ese aire de rebeldía infantil y juventud infinita. Supongo que fue amor a primera vista”, declaró Kim en una de sus primeras entrevistas al referirse a Thurson. “A los cincuenta y tres años, seguía siendo aquel chico desgreñado y flaco de Connecticut que había conocido en un club del centro de Nueva York cuando él tenía veintidós años y yo veintisiete”, escribe Gordon en “La chica del grupo”, al verlo en el último concierto que dieron Sonic Youth cuando ya estaban divorciados y no se hablaban.

 




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