¿Qué tengo para darte
Cuando de nuevo nos veamos?
Desde ya te digo que no tengo
Nada que ofrecerte,
Excepto estos brazos ya cansados
Y esta alma que está vacía.

Ya ni siquiera puedo ofrecerte la luz del día
Pues me ha sido poco a poco arrebatada;
Tal vez sin embargo, pueda aún darte
Mis recuerdos de ese sol amarillo, amarillo
Que cuelga en alguna parte,
Y el azul del cielo que tanto te gustaba,
A principios del otoño;
Te puedo dar también el blanco
De la espuma de las olas que vienen
A morir aquí a la playa.

Nada más puedo ofrecerte
Pues, he perdido el mundo entero
Y me he quedado solo,
Respirando el olor de la lluvia del pasado,
De aquellos días
De nuestra infancia compartida
Cuando levantamos los ojos al cielo
Y veíamos la luna luminosa,
Esa misma que ahora ya no veo.

Nada más puedo darte salvo mis recuerdos,
En ellos perduras fina y delicada
Como una rosa colorada.  Y también,
Si me dejas puedo darte mi voz
Que, a diario, grita:
Nunca te he amado tanto como ahora.

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