lunes. 30.06.2025
El Tiempo
Es lo Cotidiano

No hay tal

Blanca Parra

Quereres: la RAE dice que no existe la palabra.

Y sin embargo estoy segura de que hay canciones y poemas que mencionan los quereres para significar cariños y amores, como en este fragmento de un poema del andaluz Camilo Valverde:


Granada, de quereres soberana,
por las verdes acequias de arrayanes,
desgrana los suspiros de galanes
en sus lunas moriscas de sultana
.

Aunque también se utiliza en el título de un documento (http://www.redalyc.org/pdf/122/12214109.pdf) que describe “las formas como en los hogares populares se ejerce el poder domestico”.

Como sea, en el uso regular, la palabra generalmente refiere a cariños y amores, aunque yo pondría el amor como algo más profundo que el querer o cariño. Y ahí seguramente encontraríamos tantas discrepancias como personas a las que les preguntásemos su opinión. 

El 14 de febrero, particularmente, ha sido escogido para celebrar el amor romántico y la amistad, dicen los anuncios de los comercios que hacen su agosto al terminar el invierno. Es la ocasión para que muchas personas manifiesten su depresión porque no tienen una pareja para compartir la fiesta, aunque estén rodeados de una amorosa familia. Pareciera que, ese día, salir a comer a un restaurante abarrotado y con un menú fijo, recibir flores que cuestan el doble de lo usual, chocolates y/o animalitos de peluche (ocasionalmente un perfume o una joya) sustituye toda la necesidad de afecto para algunos. Me pregunto qué les pasa o qué experimentan el resto del año.

Aferrarse sentimentalmente a una persona, crear una dependencia emocional de ella, puede llevar a potenciar un carácter depresivo con resultados terribles. ¿Cómo, si no, Violeta Parra escribe y canta “Gracias a la vida” y se suicida poco tiempo después? O  el caso de Antonieta Rivas Mercado quién, además, escoge nada menos que la catedral de Nôtre Dame, en París, como escenario.

Están también los muchos casos de adolescentes que se suicidan “por amor”. Cada 24 horas, alrededor de 16 jóvenes, en México, cometen suicidio, dice Contralínea (http://contralinea.info/archivo-revista/index.php/2010/10/19/aumentan-suicidios-de-jovenes-mexicanos/), y añade: “Esa cifra podría superar la mortalidad por diabetes”. De nuevo, no es solamente la consecuencia de un rompimiento afectivo sino la combinación de una personalidad depresiva con una diversidad de causas distintas.

Suicidios por amor, existen. Como el caso de esta pareja de ancianos que prefieren morir juntos (http://www.milenio.com/internacional/Ancianos-Paris-lamentan-prohibicion-asistida_0_196780433.html) antes que separarse o perder la dignidad. Pero son escasos.

Supongo que las visiones iniciales del amor y de las conductas asociadas con él dependen de la educación sentimental que hayamos recibido a través de la familia, los medios y todo aquello que contribuye a formarnos de una manera u otra. Aprendemos a través de las experiencias, más o menos dolorosas, más o menos exitosas. Y creo que, en general, no somos conscientes de la manera en que esas visiones iniciales delinean nuestras relaciones afectivas.

En mi caso, y ateniéndome a mis hábitos de toda la vida, creo que mi educación sentimental se la debo a la única lectura que tenía prohibida (y que por supuesto leía a escondidas): las novelas del Corín Tellado en Vanidades, que en aquellos años (finales de los 50’s) se publicaba en Cuba y que mi prima Licho recibía en su casa.

¿Y la de ustedes?