El mejor equipo del torneo, España, enfrentó al favorito al inicio de la Copa, Inglaterra, Los primeros diez minutos transcurrieron con la esperada posesión española sin mayor riesgo para los arcos, en tanto los ingleses esperaban sin mayor apuro, viendo cómo apenas tenían la pelota, la perdían para volver a la posición inicial. Poco a poco la cancha se fue emparejando y los de la Rosa empezaron a hacer presencia en campo contrario. La estrategia del cuidado prevalecía sobre la del riesgo y el partido se disputaba más en el medio campo, entre algunos disparos de Fabián y De Olmo sin mayor peligro, una llegada del luchador Morata y tiros de esquina que se quedaban en promesa. Kane tuvo la suya pero su disparo fue bien tapado por la defensa y al final, Foden, en pelota parada, logró al menos mandar la primera pelota con dirección a portería para su equipo. Las defensas impusieron sus leyes, en particular los laterales de ambos equipos.

La segunda parte cambió desde su arranque, gracias al prematuro gol de Nico Williams a servicio de su amigo Yamal, cuando apenas nos íbamos acomodando, al igual que los ingleses, por lo visto. Y vinieron los mejores momentos para los ibéricos, ya sin Rodri en el campo por lesión, quienes lograron generar varias oportunidades frente a un desconcertado rival, de lenta reacción ante la desventaja. Olmo, Morata, Yamal y el propio Williams estuvieron cerca de ampliar el marcador, pero entre el arquero Pickford y la puntería ligeramente desviada de los cobradores, la pelota no encontró el destino esperado. Empezaron a reaccionar los Tres Leones, sobre todo por conducto de Bellingham y a partir de los cambios: así fue cómo el estelar del Real Madrid le puso una pelota al ingresado Palmer quien, desde fuera del área, la puso por el pasto fuera del alcance de Simón, a 15 minutos del final.

Respondieron bien los españoles ante el empate y tras un aviso de Yamal y ya cuando los tiempos complementarios ganaban en probabilidad de efectuarse por la disposición de los equipos, Oyarzabal concretó un servicio de Cucurella, al filo del fuera de lugar, para recuperar la ventaja a pocos minutos del término de la segunda mitad. No obstante y como para poner el sello de dramatismo que no debía faltar, todavía los de blanco pudieron empatar a través de un tiro de esquina en el que cabecearon tres veces seguidas, como tres leones intentando capturar a su presa: una la detuvo el portero, otra la defensa en la línea y la última pasó ligeramente por arriba del travesaño. Fue la última y el juez francés François Letexier decretó el término del encuentro y del torneo: la tribuna española del Olympia de Berlín estalló en júbilo, mientras que la inglesa agachó la cabeza. 

Los británicos fueron avanzando sin convencer, si bien tuvieron momentos en los que alcanzaron el nivel esperado: queda la sensación, sin embargo, de que pudieron brindar un mejor juego de conjunto, considerando el impresionante plantel con el que contaban. Finalmente, España se coronó campeón por cuarta ocasión en su historia. Fue el conjunto que mejor jugó a lo largo de la Eurocopa y levanta la mano para tener, además, un futuro prometedor, después de su época dorada de hace quince años: los jóvenes maravilla, el medio de contención más consistente hoy por hoy, nombrado mejor jugador del torneo, una defensa aplicada, medios con mucha elasticidad y un cuerpo técnico que sabe cómo gestionar todo este talento consolidado y emergente.