DUERMO SOLA
Recargo los magnetos del amor
Giselle Ruiz
Quise realizar este experimento una noche en la que sólo pensaba que mi destino amoroso no era un destino sino más bien un viaje inexistente. Supuse que lo mejor era mezclar varios reactivos, así que invité a participar a aquellos que quisieran entrar al confesionario virtual menos espiritual y poner en la mesa el tema obligado. Las respuestas a mis interrogantes fueron más allá de cualquier resultado cuantificable.
¿Qué es el amor? ¿Cómo se vive? ¿(X)(Y) = siempre juntos?
Las formulas son tan variadas que no podría decidirme por una que derive la mayoría de las experiencias contadas. Para cada respuesta sería preciso poner en la pipeta una sustancia especial. He leído cosas extraordinarias y es necesario hacer mención de varias líneas en concreto:
1. Un hombre encuentra a su hombre en medio de la nada. “Escribo porque me propusiste este juego, darnos palabras, ya la vida no es la vida, son estos textos llenos de pasión, ya no soy yo, ni mi existencia; es toda esa vida en otro universo, no cabe en la cabeza de nadie. Ingenuamente; parece que lo tienes todo calculado, me metí en estos enunciados amorosos para perderme. Parece que es lejos, todo brilla, extrañaré, sí, pero no quiero volver. Dime, ¿de dónde vienes? ¿A dónde me llevas? ¿Soy todo ese camino que conecta una a una sus promesas? ¿Qué color tiene?”
2. Una mujer que encuentra a un hombre a su altura. Ayer me leyeron las cartas y mi primera pregunta fue: ¿Tendré un buen empleo? Después comencé con las que parecen más estúpidas, como: ¿Voy a encontrar al amor de mi vida?, seguidas de risas. No me considero supersticiosa, pero cuando me contestaron que ya estaba con el amor de mi vida, no supe qué pensar. El shock viene cuando te dicen que el amor de tu vida se irá porque lo vas a arruinar todo. He llegado a la conclusión de que le tengo miedo a no tener el control, a no saber qué va a pasar. Yo no sé si algún día al amor de mi vida se le acabe el amor por mí, pero si llega a pasar, voy a estar agradecida. El amor no es rosa, el amor viene en tonalidades, texturas y presentaciones; siempre se transforma.
3. Un hombre y una mujer con distintas formas de teñir su vida. Con los años he llegado a creer que el amor es una energía indefinida, que en ocasiones ansiamos de una forma enfermiza y en otras sólo queremos mirarlo de lejos. Nunca es suficiente. A mi edad me pregunto: ¿Cuál es ese amor del bueno del que todos hablan? ¿Es aquél que es tranquilo como una brisa de mar? ¿O será el que a veces te hace llorar pero también te hace hervir el pecho, consumirte, vibrar? El equilibrio es imposible. Nada es nuestro; debemos estar listos para perder, pero en cualquier momento también para ganar.
4. Una mujer se tatúa el hilo rojo en el dedo meñique de la mano derecha. He amado de diversas maneras. He dejado ir a quien quiero, justo cuando parecen llegar los mejores momentos; he tenido relaciones escondidas, triángulos, cuadrados, años de estrechez que terminan por repeler los cuerpos, imágenes vistas a través de una cámara 35 mm, imposibilidades escondidas en poemas y respuestas en coro, amor derramado en la pista de baile. Y creo, aún creo que mi destino está al otro lado de mi hilo rojo.
Me atrevo a decir que esta columna no termina aquí. Me faltan mil historias y todas son de ustedes. Hace falta que hablemos abiertamente de lo que duele y apasiona. Los espero aquí, en virtual o en real, para recargar los magnetos del amor.