martes. 23.04.2024
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…Y por eso estamos solos

Chema Rosas

Chema Rosas - Y por eso estamos solos
Chema Rosas - Y por eso estamos solos
…Y por eso estamos solos

Hace unos años mi trabajo se encontraba ubicado en el Camino a la Soledad. Así se llamaba la calle y por más que intentaba no interpretarlo metafóricamente, algunas mañanas antes de iniciar la jornada laboral y cada vez que veía la dirección escrita en algún documento no podía reprimir el mal presentimiento de que ese detalle para otros fortuito, en mi caso se trataba de una declaración profética.

Tal vez soy especial y tengo el “Inner Eye” de Trelawney para desentrañar las nieblas del tiempo y ver el futuro antes que ocurra. También es posible que haya sido víctima de ese auto sabotaje que los psicoanalistas llaman “profecía autocumplida” o que las tías tienen razón con esas cosas de la física cuántica y el decreto… pero el caso es que después de transitar ese camino en repetidas ocasiones, llegó el día en que me quedé solo… o eso creía.

El asunto con eso de la soledad es que asusta a muchos, pero en realidad es más parecido a ese personaje monstruoso, incomprendido y encapuchado que vive en el bosque o las montañas, de indigente en un parque o en una cueva del desierto… pero que cuando el héroe está perdido, a punto de ser vencido por las circunstancias o algún otro enemigo, aparece para salvar el día. Entonces el protagonista despierta en una cama mullida para encontrar que ese ermitaño sucio y temido por los aldeanos le preparó unos huevos con jamón. Ahí es donde descubrimos que no es un monstruo, sólo un tipo incomprendido y de aspecto sospechoso que vive fuera de las murallas de la aldea. El problema es que la mayoría de las veces más bien nos portamos como el aldeano ignorante que huye si se encuentra al encapuchado a solas, y prefiere juntarse con otros aldeanos para perseguirlo con antorchas.

Ahora que hay diferentes tipos de soledades, algunas necesarias y otras circunstanciales. Hay soledades que se viven –y a veces sufren- en compañía y cada quien tiene sus razones, forma y motivos para estar solos:

Los distraídos: Porque llegaron a la fiesta equivocada, o confundieron el día de la reunión que probablemente será la semana que entra.

Los puntuales: Porque llegaron a la fiesta correcta antes que el anfitrión.

Han Solo: Cuando Chubaca está en el baño… y esa vez que estuvo atrapado en carbonita.

Los que ya comieron: Tras unas horas de digestión buscan la soledad rodeada de baldosas porque es de pésima educación descomer en público.

Los indigestos: Buscan la soledad para liberar algunas atmósferas intestinales.

Los bateristas: Están solos mientras practican, pues nadie con el aparato auditivo sano es tan paciente.

Unos: Porque consideran que gritarle piropos a las chicas en la calle es una estrategia adecuada para iniciar una relación.

Otros: Porque temen que cualquier acercamiento a ella sea interpretado como acoso del heteropatriarcado. O simplemente no se animan.

Unas: Porque consideran ofensivo que él tome la iniciativa, pues son otros tiempos.

Otras: Porque están esperando que el otro se anime.

Los enamorados: Para extrañar a la otra persona, y porque sus amigos no los invitaron a salir por creer que estarían ocupados.

Los desenamorados: Primero están realmente solos el uno con el otro. Luego porque creen que no volverán a amar jamás y que por eso tienen que ser amargos.

Tu acosador o acosadora: Está solo porque no cabe otra persona en la rama del árbol desde la que observa la ventana de tu cuarto y usa el wifi de tu casa para platicar contigo en Facebook desde un perfil falso.

El Llanero solitario: Porque así se llama y no es Tonto.

Los solteros introvertidos: Buscan la soledad para evitar toda clase de situaciones incómodas relacionadas con el hecho de que no tienen pareja.

Los solteros extrovertidos: No tengo idea.

Los conspiracionistas: Sienten que es su deber informar que un mundo nos vigila y entonces los dejan de invitar a las fiestas.

Los pagafantas: Porque están convencidos de que la única manera de dejar de estar solos es que su amiga los vea de forma romántica y descartan alternativas potencialmente divertidas.

Mario: Porque la princesa está en otro castillo.

Y por eso estamos solos… pero la soledad es necesaria y una buena amiga a la que uno se acostumbra con sorprendente facilidad. Permite actuar sin restricciones; con ella no hace falta pretender que uno es civilizado o interesante y no se extraña de encontrarnos hablando con nosotros mismos. Otras ventajas incluyen privilegios de uso del baño y la prerrogativa de que el uso de pantalones se vuelve opcional. Pero hay que cuidarse de no tener una relación exclusiva con ella, porque entonces nos convertimos en la Doña de las palomas en Mi Pobre Angelito 2.

No soy experto en la vida, pero creo que el truco está en darse cuenta de que uno nunca está realmente solo, a menos que esté con alguien que le hace desear no estar acompañado. Porque por más que el protagonista de la película está agradecido con ese nuevo amigo, en cuanto recupera sus fuerzas sale de nuevo a la aventura -casi siempre montado en caballo prestado y con itacate en la mochila– porque es preferible enfrentar a los demonios, arriesgarse a morir por salvar el día y rescatar a la princesa, que pasar el resto de la vida jugando cartas con un tipo incomprendido y de aspecto sospechoso en una cueva donde no pasa nada.

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Chema Rosas
 (Ciudad de México, 1984) es bibliotecario, guionista, columnista, ermitaño y papa-de-sofá, acérrimo de Dr. Who y, por si fuese poco, autoestopista galáctico. Hace poco incursionó también en la comedia.

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