POESÍA
Condena
Max Santoyo
Por siete noches mi voz fue cuerpo
de más allá de lo absurdo.
al sembrar huertas de lima en la piel
creí capturar la cadencia,
la inmaculada blancura de soñar sosiego.
Busque tejer con el perfume que nace
en la quijada tensa
o con el murmullo persistente de la rabia
que se domestica al portar un nombre;
Alas para escapar a las amapolas del tiempo,
al diario ritual de mancillar jardines
por sembrar reliquias del honor.
Pero en aquella perfecta fórmula, la igualdad
no conoció ecuación que amparase
al equilibrio;
Y una persistente soledad levantó
muros
y dividió la tierra fértil,
las palabras quedaron suspendidas
en aire de ataúd,
y mi voz fue peregrinación del reclamo,
cauda de presagios que germinan
en la luz de la espera.
Entonces el arcano desfallecía.
Su paso tropezó con sombras de su genealogía
con el miedo a perder la cordura.
Su garganta trasegó sal del lenguaje,
el vientre le hierve de historia
y mentira.
Entonces el arcano desfallecía.
Su llanto de mudo es dolor en la piel
de los ilusos.
Sus manos pierden la vertical de la plomada
nada más porque el fin de siglo
aisló el lirio de plata de su búsqueda
de todo aquello que se ama.
Entonces el arcano desfallece.
Sus pupilas aún registran el último
signo,
el eco frente al espejo.
Quieren beberlo, explotar su raíz
para un beneficio terrenal.
buscan ocultar su verdad
como al hijo anormal se le oculta
para olvidar su origen de ceniza.
Por siete noches
te empeñas,
Eco frente al espejo,
en darme la armonía
con precisión de metrónomo
al recostarme en el diván de lo estable.
Pero al urgente reclamo del recién nacido,
el signo vital, el color en los pozos
de vino en mi tierra sagrada,
se enfrento al dogma,
a los molinos de adviento.
Y la puerta oculta a un mas allá posible
da muestras de romper su sello
cuando mis labios de golondrina
a mitad del invierno
siguen la negra cicatriz que deja
en el aire el silencio.
Y su núcleo, la palabra impronunciada,
la trama de soles que urgen su nacer,
la lluvia que calma el calor
entre las sienes;
Como la antigüedad del mar que no se cuestiona;
Es el norte de la rosa de los vientos,
el refugio de todas las edades
que también se inclinan
a presenciar la antesala del nuevo amanecer
que nace cansado de tanta muerte absurda,
ciega y muda
de todos los tiempos.