GUÍA DE LECTURA
Lecturas no obligatorias, de Wislawa Szymborska / Jaime Panqueva
Jaime Panqueva

El poeta José Antonio Banda comentó alguna vez que durante su ceremonia de graduación escolar, el profesor que hizo el discurso al alumnado postuló como objetivo de vida la lectura de mil libros. No es una cantidad imposible, si consideramos que con 15 días de “vacaciones” anuales, podría completarse la meta con un libro semanal a lo largo de 20 años. Si nos atenemos a caracteres un tanto más radicales, como el de Pedro Ángel Palou, quien un día me contó que planeaba leer un libro diario y reseñarlos durante todo un año, la tarea se completaría en menos de tres, casi las mil y una noches de marras.
Meta o compulsión, leer libros y comentarlos puede convertirse en una vocación de por vida, y no sólo lo digo por este espacio donde se comentan libros cada semana, y aún nos falta un buen rato para llegar al millar. Me refiero a este delicioso libro de Wislawa Szymborska que acoge una selección de sus comentarios librescos aparecidos durante décadas, primeramente en Zycie Literackie, un conocido semanario polaco de literatura y cultura, y, más tarde en otras revistas como Pismo u Odra. A partir de 1993, estas breves piezas en prosa se publicaron en Gazeta Wyborcza, un importante periódico polaco nacido en 1989.
El primero del casi centenar de textos antologados se publicó en 1968 y el más reciente data de 2001, con lo que podríamos afirmar sin terror a equivocarnos, que la tarea del millar de libros se completó sin mayores dificultades a lo largo de esos 33 años. Lo interesante, es que Szymborska no sólo reseñaba literatura, sino libros de viajes, biología, calendarios, y textos que pasaban por unas manos ávidas de conocimiento. Entre su selección me llamaron la atención los comentarios al clásico de Jared Diamond, Armas, gérmenes y acero, que también he reseñado en este espacio (¿o no?). En todo caso, la poeta polaca, galardonada con el Nobel de Literatura en 1996, hace gala de un sentido del humor y de una ironía extraordinaria, que impregna también su obra poética, que hace reflexionar al lector aunque muchas veces no lo invite a leer el libro comentado.
Se lee por voluntad y se comenta por gusto; de ahí la no obligatoriedad y el deleite de las lecturas de Szymborska. Creo que eso faltó en el discurso que mencionaba al inicio; para muchos lectores, por fortuna, no se trata de un deber o una compulsión irracional: nos acercamos a los libros por puro placer.
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