sábado. 20.04.2024
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CON EL DESARMADOR EN LA MANO

Con el desarmador en la mano • Ajedrez, de Kjell Askildsen • Esteban Castorena Domínguez

Esteban Castorena Domínguez

Forfatter Kjell Askildsen
Forfatter Kjell Askildsen
Con el desarmador en la mano • Ajedrez, de Kjell Askildsen • Esteban Castorena Domínguez

Cuando a Borges le preguntaban por qué nunca había escrito una novela, el argentino respondía con elocuencia y enlistaba algunos motivos que le impedían llevar a cabo esa labor. En primer lugar se confesaba como un holgazán para una empresa tan demandante como lo es la composición de una novela; por otro lado, señalaba su manía por revisar los cuentos a detalle. En una novela, decía, la revisión es más compleja y es difícil poner atención a cada uno de los elementos que la componen. Otro motivo, más allá de las cuestiones técnicas o el gasto de energía, es que para Borges un cuento puede contener, tanta (o más) humanidad y complejidades humanas como las que hay en la novela. Borges elogiaba los últimos cuentos de Rudyard Kipling; privilegiaba los relatos de Wells o los de Henry James por sobre sus obras de mayor aliento.

Entre los autores contemporáneos, a Kjell Askildsen bien se le podría catalogar en este grupo de escritores que logran crear historias breves pero muy cargadas de humanidad. Sus cuentos suelen retratar escenas de la vida cotidiana en medio de los bosques, las nevadas y los lagos de Noruega. Su estilo suele ser muy sobrio, irónico y cargado de silencios e implicaciones en las acciones de los personajes. Es por estas características que a la narrativa de Askildsen se le ha llamado minimalismo escandinavo y a él mismo se le ha considerado como el Carver noruego.

Aquello que dota de fuerza a los relatos de Askildsen es que son sumamente universales. El autor refleja conflictos que van más allá de la geografía en la que se desarrollan las historias, pues en ellas explora diversas aristas del deseo y la sexualidad humana, problemas maritales o los problemas de envejecer.

Ajedrez es un relato que narra una anécdota sencilla pero arroja indicios interesantes para una posible lectura desde un punto de vista más simbólico. Este breve relato en el que se narra la última conversación entre dos hermanos, ambos escritores y ya entrados en edad, retrata las ideas que un autor puede tener respecto a su obra; al mismo tiempo, pareciera sugerir una declaración de intenciones de parte del propio Askildsen respecto a su idea de literatura y la forma de ejecutarla.

Desde el primer párrafo queda muy claro que el narrador es un hombre cínico y  nihilista. Es un viejo de ochenta y muchos años que pareciera estar convencido de que está viviendo ya un tiempo extra. Su lógica para no estar muerto aún es la siguiente: “El que no tiene nada por qué vivir tampoco tiene nada por qué morir”.

Luego de esta presentación, el narrador comienza a relatar el último encuentro con su hermano. Se aclara que el mayor no está cómodo cuando el menor está presente, como si no pudieran congeniar el uno con el otro. También se dice que el hermano mayor escribió una veintena de novelas largas, se le considera un escritor bastante bueno aunque le gusta escribir sobre el amor físico y se le considera un poco obsceno. El narrador, por su parte, ha escrito sólo algunas novelas cortas.

El narrador propone la partida de ajedrez, pero el hermano mayor se niega a jugar por el tiempo que la partida implica. Además, aclara, de perder el juego, el enojo podría hacerle mal al corazón. Ante la respuesta, el narrador quiere saber si su hermano tiene miedo a la muerte. “Tonterías. Lo que pasa es que mi obra aún no está concluida”, responde el mayor. El narrador acusa a su hermano de ser pretencioso y de sentirse importante por su obra, sólo después de hacer expuesto esas características del mayor, el narrador dice: “Cuando morimos, al menos dejamos de contradecirnos”. Es en este diálogo donde podría encontrase la clave para entender el significado más profundo del brevísimo relato.

De este punto en adelante los hermanos discuten impulsados por sus diferencias.

Así pues, tenemos un narrador nihilista que desea la muerte porque nada importa, que escribe sólo lo que considera esencial y privilegia la brevedad porque las novelas largas se prestan para perpetuar la estupidez. Por el otro lado, el hermano mayor es un autor pretencioso y kilométrico que se vanagloria en su obra.

Askildsen es un autor que privilegia la brevedad; el autor noruego nunca ha publicado una novela y son pocos sus relatos que se extiende más allá de diez páginas. Sin embargo, en el hermano mayor también hay algo que asemeja al autor del relato. A Askildsen se le acusó de obsceno por tratar la sexualidad en su obra. Su primer libro de relatos, por ejemplo, fue prohibido en las bibliotecas de su país por estos motivos.

En el relato no importa el parentesco sanguíneo entre los personajes, aquello que los hermana, y divide al mismo tiempo, es la literatura. Pareciera que en esta figura mítica de los hermanos que son opuestos, Askildsen retrata los dos tipos de escritores que pueden coexistir en un mismo autor (por ello son importantes las pequeñas similitudes con su propia experiencia, de esta manera enmarca a los dos hermanos dentro de un mismo individuo). A veces, un autor puede vanagloriarse por haber creado su obra; otras veces puede pensar todo lo contrario, que la obra es importante por sí misma y él, como autor es lo menos importante. Habrá ocasiones en las que quiera abarcarlo todo y otras en las que quiera extraer lo esencial para mostrarlo de manera breve. Es esta la lucha interna llena de contradicciones que sólo desaparecen con la muerte del autor.

La idea de lucha se enfatiza con la figura del ajedrez, aun cuando la partida nunca se desarrolla. Este no juego de la partida, así como el desenlace del relato, donde uno de los hermanos se impone sobre el otro, parecen ser una declaración de intenciones sobre lo que Askildsen quiere para su propia obra. Aun sí él mismo sufre las contradicciones que agobian a cualquier autor, el noruego parece mostrar que para él es muy claro cuál de las actitudes hacia la literatura y su ejercicio es aquella que prevalece cuando se sienta a escribir.

Esteban Castorena (Aguascalientes, 1995) es Licenciado en Letras Hispánicas por la Universidad Autónoma de Aguascalientes. Por su trabajo como cuentista ha sido becario del Festival Interfaz (2016), del PECDA (2016) y del FONCA (2018). Su obra ha sido publicada en diversos medios impresos y digitales. Gestiona un sitio web en el que comparte sus traducciones de literatura italiana.

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