Conocí a Hugo Odón hace más de diez años. Durante un tiempo, convivimos mucho. Siempre me gusto su trazo, la manera en que ve el mundo y las soluciones a las que llega en sus ideas. Hay en su trabajo una mezcla entre la inocencia y cierta malicia callejera. 

Así que le mandé un mensaje para entrevistarlo. Iba a festejar un año de vida su proyecto de CasaBruja. Acaba de montar la exposición y lo agarré en su etapa de trabajo. No ocultaba su orgullo por el espacio, la expo y cómo ha funcionado. 

Los dejó en compañía de alguien que considero un amigo y a quien la edad le ha obsequiado una rara forma de conservar el espíritu infantil de barrio. Eso se nota en su trabajo y en su trato. 

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