CUENTO
Tachas 487 • Cacería • Eva Van Kreimmer
Eva Van Kreimmer
Soy el agente de seguridad 421, lo que se conoce comúnmente como un cámara, o como dicen los civiles uno de “los del otro lado”. Mi función es vigilar el cuadrante 421, zona urbana de delincuencia media, en general no pasa mucho, así que en mis momentos de ocio sigo personas específicas por medio del sistema de vigilancia. Hace algunos meses estoy enganchado al sujeto que tengo ahora en pantalla, Roger Tell, no se ve bien porque es tan temprano que aún no sale el sol y él se niega a encender las luces como hacen muchos de los civiles. Pero sé que está despierto, lo conozco, siempre se levanta antes de que suene su despertador.
Su departamento es un KB1, un modelo económico que se lanzó al mercado como lugar de estadía temporal para viajeros, pero que debido al inalcanzable sistema tributario se convirtió para muchos en una vivienda permanente. El KB1 que usa Tell, no está a su nombre, pero tampoco es uno de esos ocupados de forma ilegal, Tell no lo necesita, seguro gana más dinero del que su ropa aparenta.
La única ventana es estrecha, pero el departamento lo es aun más y gracias a la ubicación del espejo puedo ver buena parte del espacio, incluyendo a Tell vistiéndose frente a su reflejo iluminado con los primeros haces de luz de la mañana. El registro dice 42 años, pero por su apariencia nadie le daría más de 35. Es fuerte, puedo ver sus músculos tonificados, que disimula con ropa ancha, puedo ver múltiples cicatrices, en su pecho, sus brazos, sus piernas. Me gustaría creer que es por su actual oficio. Pero se que no es así, al menos no del todo, desclasifiqué su archivo personal, era un republicano, uno de los pocos que quedan tras la imposición de derechos múltiples para máquinas y minorías. Seguramente era joven para cuando inició la persecución que pretendía cobrar todos los daños a los derechos humanos y aún más joven para el periodo de las grandes redadas de “limpieza” que caracterizaba a los jóvenes republicanos libertarios.
Es un sobreviviente, pero su naturaleza sigue intacta. Lo sé porque lo sigo, 10 muertes en los últimos tres meses, casi un asesinato por semana, pero no son cualquier asesinato. Lo interesante es que son limpios y rápidos, no hay pasión solo eficiencia.
Un sobre blanco entra por debajo de la puerta marcando el inicio de la jornada laboral. Tell lo abre, revelando a su próximo objetivo. Es difícil mirar desde mi ubicación, así que triangulo otra cámara que me dé un mejor ángulo, la maniobra hace que me pierda las indicaciones, pero puedo ver perfectamente la imagen. Es un muchacho joven de unos 20 o 25 años, podría intentar desclasificarlo, pero es difícil solo con una imagen, además creo que seria trabajo perdido, después de todo si está en manos de Tell, no vivirá mucho tiempo.
Tell sale del departamento, dirijo toda mi atención a seguirlo saltando de la imagen de una cámara a otra. «¿Debería ocuparme de hacer mi ronda de vigilancia? No, lo más seguro es que mi único reporte de esta semana sea para enviar limpiadores a recoger el objetivo de Tell». Lo sigo a una zona de edificios bajos, de 4 o 5 pisos, uno de esos callejones tipo embudo de entradas anchas y salidas pequeñas. No circula mucha gente y no hay vagabundos a la vista, me parece un buen lugar, tengo planos despejados que me permiten ver completamente lo que ocurre en la calle, pero Tell se ve algo nervioso. Lo veo recorrer un edificio desde la escalera de incendio, mirando a su alrededor cada pocos escalones, sube a la azotea y analiza el espacio. Es un lugar ideal para un francotirador, pero a Tell no le sirve una muerte a distancia. No es ese tipo de asesino, eso es lo que lo hace emocionante, la muerte es solo un intermediario para llegar al objetivo.
Lo veo saltar de una azotea a otra, verificando ángulos y distancias, veo como intenta esconderse de las cámaras sin exagerar como algunos civiles. No parece temerle a los del otro lado, claro que no, yo le estoy cubriendo la espalda, aunque no lo sepa, no tiene como saberlo.
Finalmente, Tell elige su posición, se ubica en la salida no habilitada de un edificio residencial y espera. Pasan algunas personas, pero no se mueve, finge dormir para aparentar que es un vagabundo. Algunas horas más tarde aparece el muchacho de la fotografía, y aunque está lejos Tell lo reconoce, lo veo quitar el seguro de su arma en un gesto disimulado que reconozco solo porque lo he visto muchas veces. La de Tell es un arma corta con silenciador, discreta en apariencia, pero efectiva.
—eh, joven— llama Tell cuando el objetivo pasa por su lado.
El chico solo necesitó una mirada rápida para sentir el peligro, sin mediar respuesta inició la carrera para alejarse de Tell, pero ya era demasiado tarde. El asesino apunta su arma con habilidad y le propina un disparo certero en la nuca. El muchacho cae en cosa de segundos, agregando sangre a la mugre del pavimiento.
Roger Tell se acerca despacio, imagino la tensión que debe sentir, si el objetivo estaba en su cabeza sería una muerte en vano. Activa el scanner de su reloj inteligente, no veo lo que indica, las cámaras no son buenas captando hologramas, pero por la sonrisa de Tell puedo deducir que todo está bien. Pongo pausa a la alarma que indica una muerte en pantalla. Sé que no lo necesita, pero voy a darle algo de tiempo antes de informar a la limpieza. Lo veo sacar un cuchillo y me siento al borde de la silla expectante de donde estará el nuevo chip, pero no alcanzo a verlo.
Un disparo atraviesa la espalda de Tell, no lo veo sorprendido, no busca en las alturas a su atacante, simplemente entierra su cuchillo en su muslo izquierdo provocando una chispa eléctrica. Destruyo su propio chip, solo un segundo antes de que un segundo disparo atravesara su cabeza.
Cambio el ángulo de las cámaras y busco al tirador, veo un hombre en lo alto de un edificio, no parece corredor, al menos no a la distancia, realizo una búsqueda rápida de su imagen entre los registros. Calvin Lake, contable, parece el perfil de sujeto común, pero imagino que no lo es. Reactivo la alarma de muerte y preparo mis cámaras para seguirlo mientras corre. No sé si será tan interesante como Tell, pero espero que al menos me dé algunos meses de entretención.
***
Eva Van Kreimmer. Autora de la novela El asesino del Trauco (2022) de ciencia ficción y genero policial, publicada dentro de la colección Vintage Pulp, de Sietch ediciones. También de la novela Sybille (2020) de Ciencia Ficción, integra la antología Deathward de fantasía oscura que reúne autores latinoamericanos, con su cuento Sobreviviente. Es además autora del cuento Futuro reciclado, presente en la antología 8 voces de ciencia ficción y temáticas LGBTIQ y del cuento La llamada, parte de la antología Carnívoras - Relatos zombis escritos por mujeres. Se encuentra en proceso de titulación la carrera de química y farmacia, y utiliza sus conocimientos técnicos junto a sus visión feminista y defensora de los derechos LGBTIQ, para crear historias que visibilicen conflictos de forma cercana.
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