viernes. 19.04.2024
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ENSAYO

Tachas 507 • La era de la hipérbole • Alejandro Badillo

Alejandro Badillo

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Tachas 507 • La era de la hipérbole • Alejandro Badillo

El siglo XXI –al menos las dos primeras décadas– serán analizadas en el futuro como los años del exceso: acumulación de riqueza para un puñado de personajes; delirios tecnológicos que prometen soluciones mágicas a problemas inmensos; pandemias que recorren el globo en pocos días. El exceso también ha sido renunciar a la racionalidad que habíamos, supuestamente, heredado del Siglo de las Luces para entregarnos a un maniqueísmo digno de la Edad Media. George Bush Jr. inauguró en el 2003 la nueva era diciéndole al mundo que había un enfrentamiento entre el bien y el mal. La invasión a Irak fue vendida como una cruzada para salvaguardar los sagrados valores de Occidente ante el terrorismo musulmán. A partir de eventos como éste, la sociedad global descree de la crítica y la duda. Llenos de certezas, los líderes de opinión se entregan a fantasías en las que hay ganadores y perdedores; condenas y salvaciones. Muchos piensan que, en realidad, seguimos siendo fundamentalistas religiosos, sólo que ahora tenemos nuevos dioses: el progreso, la tecnología, la aspiración meritocrática que nos aísla de los demás y nos conduce a metas imposibles. 

En días recientes hemos visto como un sector influyente de la sociedad mexicana nos advierte de la “destrucción de la democracia”. Antes, ese mismo sector había calificado a un político como un “peligro para México”. El sexenio de Felipe Calderón inauguró una guerra partiendo de supuestos fabricados. En la hiperbólica narrativa oficial –secundada por los medios masivos de comunicación– el país estaba al borde del caos y la ingobernabilidad por la amenaza del narcotráfico. Pocos años antes Hollywood reciclaba el cine de desastres con peligros espaciales, volcanes en erupción y organizaciones terroristas que ponían en jaque a países enteros. En la lógica de más es mejor y de llevar las cosas al extremo, multimillonarios como Ricardo Salinas Pliego dejan atrás el estereotipo de filántropo defensor de las buenas causas para insultar a quien lo cuestione en las redes sociales y pavonearse de sus lujos mientras admiradores reales o pagados le aplauden. Las figuras del espectáculo se entregan al frenesí de ventilar su vida privada y volverla un espacio para generar más ganancias. Si el capitalismo de plataformas convierte en mercancía elementos que antes no eran negociables –como tu auto o tu casa–, ahora todo está a la venta. Si antes se intentaba producir cada vez más mercancías para que el mercado –impulsado por la publicidad que crea necesidades de la nada– las engullera, ahora se construyen edificios que no se habitan o centros comerciales cuyos locales pronto lucen vacíos, porque el único objetivo es subir artificialmente la plusvalía de la zona, no crear nuevos mercados. 

¿Qué es lo que pasa cuando se exagera? En primer lugar, por supuesto, se pierde contacto con la realidad. Otro efecto es crear una sociedad en perpetuo estado de emergencia que, en los peores ejemplos, se vuelve un estado de excepción. Noticias falsas recorren las redes sociales como un pulso nervioso que nos mantiene todo el tiempo a la defensiva, dispuestos a reaccionar visceralmente. En la exitosa serie surcoreana El juego del calamar se olvidan las metáforas o el lenguaje simbólico para mostrarnos a los perdedores del capitalismo luchando por su vida en una suerte de circo romano con toques infantiles monitoreado todo el tiempo. No hay escapatoria: el discurso dicotómico –pariente cercano de la exageración– nos dice que si somos expulsados del paraíso moldeado por el libre mercado tendremos que vivir, por default, en las cavernas o en una suerte de utopía extraterrestre como la que se muestra en las películas de Avatar.La urgencia planteada por la hipérbole nos indica que el fin justifica los medios. No hay tiempo para pensar o buscar una vía diferente, pues la democracia liberal está a punto de sucumbir ante el embate de populistas, bárbaros, clientelas irresponsables y otros seres mitológicos creados por la fantasía de la derecha en varias de sus versiones. Si no eres capaz de normalizar esa exageración y aventuras, inocentemente, algunas dudas, serás calificado como “colaboracionista”, término que remite a las élites políticas que apoyaron a los nazis en la II Guerra Mundial y que es usado sin pudor por opinadores como Pablo Majluf en artículos e intervenciones en televisión. En este escenario de auténtica locura, el llamado a la prudencia es visto como “tibieza”, pues, en el caso de México, está en juego la destrucción de la República. Así, de exageración en exageración, llegamos a escenarios que antes creíamos imposibles.

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Alejandro Badillo (CDMX, 1977) es narrador, ha publicado tres libros de cuentos: Ella sigue dormida (Fondo Editorial Tierra Adentro/ Conaculta), Tolvaneras (Secretaría de Cultura de Puebla) y Vidas volátiles (Universidad Autónoma de Puebla); y la novela La mujer de los macacos (Libros Magenta, 2013).



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