RESEÑA HISTÓRICA
Julián Falcón, de sacristán a cubrir en Guanajuato la retirada villista ante Carranza • Velio Ortega
Velio Ortega
El jueves 30 de marzo de 1916, a las siete de la mañana, descargas de fusilería resonaron por la cañada, procedentes del panteón de Santa Paula. Para los habitantes del Guanajuato postporfiriano se trataba de un fusilamiento más; para la historia de Guanajuato significaba la muerte del leonés Julián Falcón, quien había cubierto la retirada villista y hostigado a las fuerzas carrancistas en espera de que el Centauro del Norte regresara a recuperar el centro del país.
Ese fusilamiento marcaba una nueva época para Guanajuato: los antiguos porfiristas y los que en nombre de Francisco I. Madero se habían sumado a la Revolución tenían el camino libre para integrarse al proyecto constitucionalista. Un año después, 14 bizarros guanajuatenses brillaban con luz propia como constructores de una renovada Carta Magna.
De sacristán a villista
A la caída del gobierno de Victoriano Huerta, 24 de junio de 1914, la pugna entre los Convencionistas y los Carrancistas (ambos constitucionalistas) habría de poner meses después a Guanajuato en el centro de crudos combates y de ataques de uno y otro bando.
Las incursiones de los diferentes gavilleros y bandidos habían generado la formación de defensas civiles, hecho que representa una participación armada en la contienda y generó el desarrollo de una experiencia militar de otrora ciudadanos pacíficos.
El 1 de agosto de ese año, las tropas de Pascual Orozco y Juan Pérez Castro ocuparon la ciudad de León, saquearon negocios e incendiaron las instalaciones del periódico El Obrero. Ante el contraataque de los constitucionalistas, Orozco se retiró de la región y en noviembre las tropas villistas tomaron la ciudad. El general Abel Serratos fue designado Gobernador del Estado y la Casa de las Monas fue convertida en Palacio de Gobierno y cuartel del General Villa. León pasó a ser capital de Guanajuato. La ocupación duró hasta junio de 1915, luego de que Álvaro Obregón derrotara a Francisco Villa en Santa Ana del Conde.
La historiografía hasta ahora producida y las editoriales de la prensa guanajuatense de la época retratan a una población harta de la guerra, agredida por todos los bandos y, por tanto, sin motivación para tomar partido. Incluso, remarcan un rechazo generalizado. A pesar de esta percepción, al revisar la prensa de la época son ubicados ciudadanos que se integraron a una causa, fuera carrancista o villista. En el caso de Julián Falcón, a la del Centauro del Norte.
Así relató la nota principal del diario carrancista leonés La Noticia, publicada el 23 de enero de 1916, los antecedentes militares de este personaje:
“Fue sacristán del Templo de San José de Gracia. Fue nombrado Jefe de las Armas por el Gral. (Rodolfo) Fierro a su paso por el sur (finales de mayo de 1915).
Duró en el cargo una semana y firmó la “Brigada Falcón”, hizo circular el papel moneda villista y ordenó que las oficinas públicas reanudaran sus labores.
A los ocho días llegaron las fuerzas constitucionalistas con los generales Acosta y Novoa, habiendo tenido Falcón la temeridad de hacerles resistencia, lo cual originó un día de luto para León, pues en sus calles quedaron tendidos más de 60 cadáveres.
Falcón salió de la ciudad y anduvo un tiempo por sus alrededores, al frente de un grupo de hombres armados, lo cual provocó continuas alarmas entre la gente timorata.”
Con estas acciones Falcón rompió la intención de la prensa carrancista de vender la idea de paz y tranquilidad lograda como mérito del Primer Jefe.
La caída de la resistencia villista
Para finales de 1915 los “carranclanes” tenían ocupadas y fuertemente resguardadas las plazas de la entidad. Julián, dedicado a hostigar cuarteles y asaltar haciendas, fue capturado el 15 de enero de 1926, como lo consigna la nota, misma que relata que “Julián Falcón fué aprehendido a inmediaciones del rancho ‘La Sardina’”; y un sumario que indicaba que “Cayó por las fuerzas de la División del Centro, comandadas por el gral. Pánfilo Natera”
Fue la respuesta militar a un acto de hostilidad armada, lo que ilustra que Falcón hacía una labor de resistencia en un contexto de retirada de Francisco Villa hacia el norte del país, en espera de que el revolucionario regresara a recuperar el territorio perdido.
A principios de febrero, Falcón fue conducido a Querétaro y luego a la capital de Guanajuato.
Así, por las características del relato se reitera que este hombre no fue un gavillero simple y tampoco era el único villista que permanecía en la región:
El viernes 3 de marzo de 1916 fue detenido el capitán villista Cruz Gómez en las inmediaciones de Hacienda Arriba, al norte de la ciudad de León. Las Autoridades Militares le seguían la pista a “continuos y escandalosos robos” cometidos por el rumbo del barrio de El Coecillo. En el predio “La Carmona” la patrulla vio a una partida de bueyes que circulaba por un alfalfar. Se acercaron a investigar y el hombre que los cuidaba no supo explicar la procedencia de los animales.
El Mayor Joaquín Romero, Jefe de Armas, interrogó en el cuartel al detenido y supo que los animales habían sido robados en Hacienda “Arriba”. Para sorpresa del militar, el capturdo resultó ser el prófugo capitán villista Cruz Gómez y los militares le anunciaron que lo fusilarían “como escarmiento”.
El reo solicitó la presencia de un sacerdote para confesarse y el repórter de Las Noticias aprovechó para tramitar una entrevista. El texto relata:
“Gómez se encontraba en la sala del cuartel, con un centinela a la vista. Vestía como la generalidad de nuestro pueblo: camisa, calzoncillo y huaraches, cobijándose con gruesa frazada. Su aspecto en general es del hombre inculto”.
Faltaban dos horas para la ejecución y revelaba un profundo abatimiento de espíritu”.
Al aclararle el repórter que se trataba de una entrevista, el sentenciado dijo que había actuado con torpeza al cometer el robo. Cuando todo estaba dispuesto para el fusilamiento, llegó la orden de posponerlo. No existen en los repositorios ejemplares para conocer el desenlace de la historia, sólo consigna que el prisionero podría ser trasladado a la ciudad de Guanajuato, de acuerdo con la versión publicada el 4 de marzo en Las Noticias (antes La Noticia)
A pesar de la captura de Falcón y Gómez, persistía el activismo militar de otros grupos rebeldes villistas, como lo consignó Las Noticias en su edición del 10 de marzo de 1916, en la que relata detalles de un combate, pero no informó los nombres de los involucrados.
Mientras Falcón y Gómez estaban presos, el diario leonés dio a conocer en su edición del 14 de marzo que en San Luis de la Paz fue fusilado Eduwiges Mendoza. El rebelde había sido capturado en la Hacienda de Santa Anna tras un tiroteo con el mayor Juvenal Nava. De acuerdo con datos proporcionados por Domingo García de León, Jefe de la Oficina de Información del gobierno carrancista en Guanajuato, el cadáver fue enviado al Distrito (la ciudad), “donde para escarmiento fué puesto en exhibición pública fuera de la Presidencia Municipal”.
Las Noticias informó lo que seguramente muchos lectores esperaban saber: el fusilamiento del villista leonés, en la nota, publicada el 1 de abril de 1916 y “cabeceada” con el texto “Anteayer fue fusilado Julián Falcón”, en la que mostraba los antecedentes publicados semanas antes sobre la vida y captura del revolucionario. También reprodujo el reporte oficial:
“Guanajuato, 30 de marzo. A las siete de la mañana de hoy fué pasado por las amas el cabecilla Julián Falcón, en el interior del panteón municipal de esta ciudad, cumpliéndose así la sentencia dictada por el Consejo de Guerra que lo juzgó.
La ejecución se llevó a efecto con todas las formalidades de la ley.
El Consejo está integrado por los militares que en seguida se mencionan:
Presidente, Mayor Joaquín Silva; Primer Vocal, Mayor David Peñaflor; Segundo Vocal y Secretario, Capitán Segundo Franco Mendoza; Asesor Coronel Lic. Carlos Baños.
El ministerio público, representado por el Teniente Coronel Lic. Tomás Martínez, formuló estos cargos en contra del acusado, quien no pudo desvanecerlos: haberse rebelado en contra de las Autoridades Constitucionalistas, haber usurpado los poderes de la ciudad de León y haber atentado contra la propiedad, a mano armada. El Sr. Lic. Crescencio Hernández, en brillante defensa, hizo todo lo que estuvo de su parte para salvar a Falcón, pero no lo logró.”
Las células villistas fueron paulatinamente aniquiladas en 1916 tras la captura y muerte de Falcón. Las Noticias informaba también de la captura y fusilamiento de dos hermanos en la comunidad leonesa de Lagunillas. Eran parte de una gavilla que atacó la localidad y al de enfrentada huyó rumbo a Aguascalientes. Al perseguirlos fueron capturados los hermanos, a quienes se les acusó de llevar víveres y servir de espías a los rebeldes. El reporte, publicado el 15 de abril, indicó que los federales quemaron guaridas de los gavilleros.
Debilitadas, las gavillas eran, incluso, rechazadas por las defensas civiles. La prensa carrancista guanajuatense (Las Noticias, de León; y El Demócrata, de Guanajuato, así como El Demócrata, de Irapuato) al igual que la metropolitana, informaba sobre los éxitos militares contra los villistas y en esa misma dinámica resaltaban la aniquilación de los gavilleros de la región, presuntamente vinculados con la lucha del Centauro del Norte, entre ellos el cabecilla Anselmo Ibarra, quien merodeaba por los distritos de Silao y La Luz. Fue muerto, de acuerdo con la nota publicada en Las Noticias el 18 de mayo de 1916, por las fuerzas federales el 1 de mayo de 1916 en San Antonio de las Alazanas, “reestableciéndose el orden en las cercanías de los mencionados distritos”. Al gavillero le decomisaron cabezas de ganado presuntamente robadas.
Durante ese año y todavía para 1917, las notas aludían a hechos y capturas de cabecillas villistas que, desprovistos de base de apoyo, andaban a salto de mata y presuntos ladrones urbanos. Las gavillas, revolucionarias o no, dejaban poco a poco de ser noticia.
¿Villistas y pre-cristeros?
Existe la posibilidad de que hayan surgido grupos religiosos que reaccionaron ante los abusos de la ocupación carrancista en contra de sacerdotes o espacios religiosos y se sumaron a las fuerzas villistas en una suerte de enfrentar a un enemigo común. La pauta para el supuesto es proporcionada por una nota publicada también en Las Noticias el 12 de abril de 1916, titulada “Lagunillas vuelve a ser testigo de un combate”, en la que destaca un párrafo que señala:
“Con el objeto de sacar al enemigo de sus posiciones y alcanzar el éxito completo, se efectuó una retirada en falso hacia la Hacienda de Lagunillas, donde los escuadrones 3º. y 4º., a las órdenes de los capitanes Benavídez y Martínez, dieron dos cargas de caballería, dispersando a la gavilla y haciéndole 25 bajas entre muertos y heridos. Se recogieron caballos, armas y una bandera con la inscripción: “¡Viva la religión! – Heliodoro Jasso”.
Por parte de las fuerzas constitucionalistas hubo un herido.”
La tropa siguió a la gavilla en dirección de San José, Jalisco y a las 11 de la mañana encontraron a un grupo de jinetes, entre los que estaba Manuel Jasso, un hermano del jefe de la gavilla (seguramente Heliodoro) “y que se daba el título de mayor”, acompañado por “asistente” y algunos “soldados” (entrecomillados en el texto original) a los que se hizo fuego y mataron. El relato agregó que “con estos hombres venían quince mujeres en burros y traían grandes maletas con rebozos, manta, percales y zapatos, que infiere sean del saqueo que sufrió el pueblito de La Unión” (de San Antonio, Jalisco). Continuaba: “como a una legua de distancia estaban los hombres que conducían gran cantidad de caballos conocida como ‘vaciada’ y que les fue recogida”.
El reporte indicaba que “se causaron algunas bajas y recogieron armas, parque, caballos, mulas y bueyes”. Un detalle: la información fue proporcionada por el capitán Issac Aguirre Benavídez, Jefe de Armas de la Plaza, lo que implica ya un sistema de comunicación oficial establecido por el carrancismo.
La prensa pro carrancista practicaba también lo que en el argot periodístico se conoce como “seguimiento”, que significa darle continuidad a las consecuencias de la información. Así, la trama de Falcón tuvo su remate el 16 de junio con la publicación de la nota “Fué fusilado un sargento villista”, en la que noticiaba la ejecución de “un individuo que militó en las filas de Julián Falcón con el grado de sargento”. El texto precisaba que una vez aprehendido, el acusado aceptó los cargos “y explicó que peleaba por la religión”. La nota consigna que el sentenciado pidió fuese ejecutado en la plaza principal de la ciudad, pero se le rechazó la demanda y lo ajusticiaron en una quinta que lleva el nombre de Belén, “ubicada al terminar la calzada”.
La secuela histórica
Las anteriores son referencias a la última resistencia villista en el centro del país, que rompen la afirmación de diversos historiadores en el sentido de que hubo un rechazo generalizado a Villa en Guanajuato y especialmente en León.
El fusilamiento de Julián Falcón fue el punto de apoyo para desmantelar al resto de los guerrilleros villistas, que para la historia oficial son simples bandoleros. El resonar de las descargas de fusilería retumbó esa mañana del 30 de marzo de 1916 en una ciudad que pasó de ser gloria de la pujanza porfirista a una en ruinas como consecuencia de una Revolución que llegó del norte y que habría de institucionalizarse con los rojos y los verdes, que habría de dar pauta al origen en ella de la semilla sinarquista y que vivía un conservadurismo real agazapado en la imagen pública de un pasado liberal.