viernes. 17.01.2025
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Tachas 551 • Paisaje y recuerdos • Jeanne Karen

Jeanne Karen

Imagen generada con IA
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Tachas 551 • Paisaje y recuerdos • Jeanne Karen

Una peligrosa y larga carretera siempre será un reto, pero no es un sitio que se preste para ir sobre la reflexión. Todos mis instintos, conocidos y desconocidos permanecieron conectados al cien por ciento durante casi tres horas. De un punto a otro, del pueblo a la ciudad, de la celebración a la calma. 

Hay momentos que en realidad la vida nos pide parar, dejar todo atrás. Ahora no me tocó celebrar Navidad como a millones de personas, fui del otro gran número que no celebró; cada quién tendrá su motivo, sus creencias, su dolor.

He aprendido a festejar cada acontecimiento con mesura, esbozando una sonrisa, dejándome acompañar por los cercanos; me doy cuenta que ya no me importa hacer tanto ruido, tanto escándalo por todo, no lo veo mal, cada quién es libre de expresar su emoción como quiera, pero personalmente he dejado de lado la fiesta. 

Ahora suelo simplemente sonreír, enviar quizás un pequeño mensaje. Ayer solo me dediqué a responder a mis amistades que me han escrito y a mis familiares, -que no han dejado de lado la amabilidad, el cariño y la cordialidad-. 

Anoche escribí mi texto de hoy en el celular, pero por alguna razón decidí escribir estas líneas, lo otro no lo sentí tan cercano, tan urgente. 

En mi vida personal suceden muchas cosas, es prácticamente como un constante pasar de trenes sobre la vía, ya no sé qué dejar ir, qué esquivar o hacia donde salir, simplemente me aferro a pensar que todo debe pasar, que la quietud vendrá en algún punto: una luz roja, un cambio de dirección, un puente. 

Pienso en los paisajes, no sé por qué siempre han sido tan importantes en mi vida, quizá se remontan a mi infancia, cuando me parecía que el trayecto era lo mejor de un viaje, no el lugar del destino o no siempre, pero invariablemente trataba de captar hasta el más mínimo detalle del camino, de la carretera, del aire. 

Había una pequeña franja boscosa que aparecía en una autopista, la miro ahora en mis recuerdos como una vieja película, tanto que me parece muda: una cortina de pinos, frágiles y oscuros, un suelo rojo como el carbón encendido y detrás de todo un cielo desconcertante, gris plomizo, que hacía desaparecer a los autos de tonos claros. En mi mente infantil, perdía la cuenta, de pronto ya no eran veinte autos, tal vez eran muchos más, pero el fenómeno, la sorpresa era un coche rojo que abría la tarde como una línea de pintura en un lienzo nuevo, violento, veloz, surgiendo de pronto como un estruendo para mi corazón en pausa. 

Estar al volante me hace sentir todo lo que pierdo, el pormenor, lo lejanas que están ya las casas en el horizonte, el ruido ensordecedor de algunos camiones de carga y de pasajeros, el peligro de lo otro, de los otros, de lo desconocido. Me aíslo en mi pequeño espacio, entre lo que está frente a mí: un camino con señalética amarilla y lo que está justo atrás, una hilera de vehículos; aparentemente todos tenemos el mismo destino, pero no el mismo punto de salida. Yo vengo de la tristeza, del cansancio, de la soledad que se acumula como los kilómetros que señala el tablero.






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Jeanne Karen 
(San Luis Potosí, México, 14 mayo 1975). Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Temas como la muerte, la introspección y la complejidad semántica en la comunicación en relación con el autismo y las ciencias exactas como las matemáticas y la física, influyen su trabajo en un debate casi ético. Premio estatal de poesía Viene la muerte cantando (1998) Premio de Poesía Salvador Gallardo Dávalos (1999), de Poesía Manuel José Othón (2002 y 2006) Premio de Periodismo Francisco de la Maza por Publicación o Programa de Difusión Cultural (2009).

Ha publicado los libros: Simulación dinámica (Bitácora de Vuelos, 2015), Cementerio de elefantes (Múltiples editoriales). Hollywood (Ponciano Arriaga), Menta (Ponciano Arriaga).



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