DISFRUTES COTIDIANOS
Tachas 623 • Discos 2024 [VI]: A partir del siglo xxi • Fernando Cuevas
Fernando Cuevas

Un repaso por algunas de las opciones sonoras que nos dejó el 2024, surgidas a partir del presente milenio.
CONSTANTES
Elbow, uno de los grupos esenciales del siglo XXI, completó la decena de álbumes con Audio Vertigo, rítmicamente enriquecido para contar historias personales de ruptura con el pasado y apertura hacia el futuro, además de rendir alguno homenajes con la calidad melódica acostumbrada, en tanto, Vampire Weekend miró hacia arriba para entender el curso de los acontecimientos y el resultado fue el luminoso Only God Above Us, su quinto disco cargado de rítmica esperanza con los pianos y sintetizadores cayendo en las reconocibles cascadas de lance orquestal que se detienen para poder analizar el panorama y, si hace falta, volver a voltear hacia arriba.
Mirando a su pasado estilístico pero con aires frescos, The Decemberists entregaron As It Ever Was, So It Will Be Again, desde cuyo título se expresa esa idea de mantener el estilo sin estancarse, tal como lo consiguen en éste su noveno álbum a lo largo de más de una hora, con su folk nutrido por elementos cercanos al rock inide y homenaje a Juana de Arco incluido. The Real Estate produjo Daniel, su sexto disco en el que apuestan por la calidez y transparencia en sus sonidos, apostando por un pop de ecos sesenteros. The Smile, el súper trío formado por la dupla de Radiohead, Thom Yorke y Jonny Greenwood, junto con Tom Skinner, baterista de Sons of Kemet, sonrió por partida doble: Wall of Eyes y Cutouts, esbozando un rock liberado con sustentos krautrock, progresivos y electrónicos.
Un trío de álbumes de lo mejor del año: el gran Sturgill Simpson, firmando ahora como Johnny Blue Skies, invita a transitar por este pasaje del deseo entre sonidos setenteros de limpias melodías que se deslizan entre un countrypop de fina confección: para compartir soledades. Bill Ryder-Jones, fundador de la banda The Coral, compuso Iechyd Da, inspirado quinto álbum en solitario en el que comparte sensibilidad compositiva e intimidad narrativa, conformando un conjunto de canciones entre nostálgicas y epifánicas, mientras que Manning Fireworks es el cuarto disco en solitario del miembro de Wednesday, MJ Lenderman, en el que plantea una brillante integración de su rock con tintes sureños y un alt country para entregar piezas cargadas de ironía, cercanas en melodía y tema, como si se tratara de una composición hecha a partir de las ideas de todos, con todo y prolongado ladrido a la luna.
Un par de muy afortunados duetos mixtos: Gillian Welch & David Rawlings regresaron para internarnos por un enriquecido bosque lleno de sentimientos encontrados que se expresan en un folk country de inspiradas composiciones: Woodland es un tren al cielo. Por su parte, Andrew Bird & Madison Cunningham firmaron el delicado homónimo Cunningham Bird, entre llantos nocturnos y apoyos mutuos que se desprenden de iridiscentes juegos de cuerdas que entrelazan las conversaciones. Iron & Wine nos iluminó con su folk de pinceladas country a través de Light Verse, con la presencia de Fionna Apple y en otra asociación afortunada, Sun Kil Moon & Amoebase deslizaron por veredas salpicadas de bossa nova, jazz, spoken word y hasta lances hiphoperos a lo largo de los siete cortes del homónimo Sun Kil Moon and Amoeba. El country más clásico corrió por cuenta de Charley Crocket y su $10 Cowboy, como para desplazarse por la medianoche sostenido por caminos solitarios rumbo a la ciudad de las rosas.
Father John Misty se puso entre orquestal, rockero y místico con su sexto álbum solista, Mahashmashana, entre cierta épica contenida y acordes retro como para mantener la salud mental más allá del verano, a pesar de siempre ser engañados por el tiempo. En su undécimo disco, el cantautor californiano Cass McCombs sembró su folk en Seed Cake on Leap Year, integrado por canciones inéditas grabadas en el cambio de siglo, por fin editadas para volver a experimentar la extrañeza del año bisiesto de fin del milenio. Los angelinos de Dawes destilaron su folk rock de reconocible estructura en Oh Brother, su noveno álbum en el que integran ciertos apuntes irónicos y disquisiciones en busca de sentido. Jake Xerxes Fussell envió su mensaje a través de When I’m Called, folk postmilenario con un acorde en la tradición y otro sonando hacia el futuro, cual llamado a reconocer la incertidumbre y la dificultad que implica tomar cualquier decisión, mientras las cuerdas sostienen voz y guitarra, encontrándose con algunas trompetas, justamente, indecisas.
Los Future Islands se pusieron memoriosos con People Who Aren't There Anymore, remontando su entusiasta pop con tintes ochenteros, mientras que Coldplay dio muestras de recuperación con Moon Music, guiados por Jon Hopkins y bien acompañados por Burna Boy, Elyanna, TINI, Ayra Starr y, sobre todo, Little Simz: sigue el optimismo desenfrenado y los ganchos melódicos pero ahora con aliento más espacial y orgánico, sin alcanzar el nivel de sus primeros discos. Kaiser Chiefs recuperaron entusiasmo funky en Kaiser Chief’s Easy Eight Album, ya sea saltando a la pista o disfrutando de arder en llamas mientras se encuentran razones para seguir vivo y Kings of Leon firmaron su noveno álbum, Can We Please Have Fun, soltándose el pelo y apostando por los reconocibles acordes de pop salpicado de aliento rural. Los ingleses de Kasabian entregaron Happenings, octavo álbum que en menos de media hora sacude con su celebratoria psicodelia que pasa como una ráfaga bien cargada de rítmica cochambrosa.
RUTAS ALTERNAS
Diamond Jubilee recorre, a lo largo de más de dos horas, décadas y estilos imprevisibles, envueltos en un pop psicodélico que muta a formas eletrônicas para volver a la vertiente acústica; una joya en bruto, un recorrido sonoro tan fascinante como inopinado de Patrick Flegel, acá firmando como Cindy Lee, su proyecto lejos de los reflectores y cerca de los corazones. Por su parte, Mount Eerie, proyecto de Phil Elverum, firmó el prolongado -26 cortes- y anfractuoso Night Palace, nombrado así en honor a un poema de Joanne Kyger y en el que su altcountry rockero se encuentra con momentos de ruidismo y descargas eléctricas, como advirtiendo la siempre cambiante naturaleza frente a la capacidad de mantener estados meditativos y cuestionadores, más que resolutivos.
Damon MaCmahon, conocido como Amen Dunes, se destapó con un díptico en el que despliega su lo-fi ecléctico de aliento crítico, a través de los conceptuales blanquinegros Death Jokes I y Death Jokes II: el fin del mundo será para hablar con los muertos en una tierra púrpura. En tanto, el trío formado en Glasgow, Still House Plants, produjo su tercer álbum, el ecléctico If I Don´t Make It, I Love U, integrando con excursionista inspiración su art rock con elementos jazzeros y souleros, de pronto cediendo terreno a sonidos geométricamente despojados de todo artilugio: un espacioso ambiente para plantarse.
Xiu Xiu, el proyecto del prolífico Jamie Stewart, pasó lista con el diverso 13’’ Frank Beltrame Italian Stiletto with Bison Horn Grips, titulado así por una navaja propiedad del líder que muestra la inutilidad de la violencia y en el que se integraron lances melódicos envueltos en anárquicas instrumentaciones, transitando del drama al humor, mientras que el trío Moin, derivado del dueto Raine, propuso You Never End, postpunk insertado de lances percusivos con giros aventureros que gustan de tomar el camino equivocado, el que nunca acaba. El dueto belga-estadounidense Fievel Is Glauque propuso Rong Weicknes, impregnado por un aroma retropop sesentero con tratamientos jazzeros y premeditada combinación de tomas para generar esa particular sensación de discreta incertidumbre, como la desplegada en EELS, opus dos de Being Dead que recorre los caminos de un pop garajero con ínfulas de psicodelia, infestados de particulares instrumentaciones que promueven alucinaciones celestiales, sin despegar los pies de un suelo distorsionado.
Spirit of the Beehevie, por su parte, entregaron You´ll Have to Lose Something, quinto disco en el que continúan intersectando géneros con epicentro en un rock aventurero, al final volviendo a la colmena sin perder su espíritu independiente, como el que guía a Mannequin Pussy y su I Got Heaven, todo un grito de rock invadido de deseo, sexo y rebelión de alcance celestial. Con su noise que se decanta por corrientes eléctricas, A Place to Bury Strangers entregó Synthesizer, de pronto encontrándose con un postpunk que teme a la transformación de un futuro plástico. Entre el darkwave y el synthpop, el proyecto Cold Cave de Wesley Eisold confeccionó Passion Depression, justo transitando en estados de ánimo contradictorios.
Comandado por Dana Margolin, Porridge Radio firmó su cuarto álbum, Clouds in the Sky They Will Always Been for Me, en el que igual cabe la furia contenida que la tranquilidad angutiosa, dualidad expresada en arreglos contrastantes y continuos cambios de énfasis, donde los apuntes poéticos buscan en el cielo el origen de la reconfortante sombra salvífica o en un hoyo en la tierra para adorar al dios de todo lo demás. Los irlandeses de Fontaines D. C. abrazaron diversas influencias para sumarlas a su postpunk acostumbrado e integrar Romance, cuarto álbum que confirma la capacidad de combinación de elementos que van del rock indie a la electrónica y de ahí al pop guitarrero. Los de Leeds, Yard Act, se preguntaron en tono irónico Where’s My Utopia?, opus dos que confirma el alcance de su debut en clave post punk con cambios radiales y crítica social sin tomarse demasiado en serio.
Joanne Robertson & Dean Blunt derivaron Backstage Raver de su astuta complicidad, entre vocales enigmáticas y un rock que desafía la fidelidad con efímeras inserciones que persiguen la experimentación. El proyecto del también crítico Glenn Donaldson, The Reds, Pinks and Purples, se hizo presente, entre otros, con Unwishing Well, indie pop inteligente de emociones francas que se sumerge al fondo del deseo inexistente, mientras que desde Portland, Soft Kill nos dio una ruta de salida con su postpunk esparcido por Escape Forever, álbum que va cambiando de velocidades y enfoques con soltura, de cierto regocijo a furia y de ahí a vientos melancólicos: un gran escape.
Formado en Chicago, el trío Dehd reverberó por medio de Poetry, quinto álbum en el que se introducen entre líneas por los sonidos del dream pop, un rock guitarrero entrecruzado con ínfulas de americana y lances que surfean por palabras que nombran canciones crecientes, a sabiendas que todos tenemos roto el corazón; por su parte, A La Salafue la plácida apuesta de Khruangbin, abriendo rítmicas soleadas y de acordes por momentos souleros y en otros de alcance retro, cual si asistiéramos a un decorado sonoro de cuidadoso colorido. Habitualmente recorriendo los terrenos de la electrónica, el belga Milan W. se coloca en el rol de cantautor para entregar Leave Another Day, dreampop que se encuentra con una oscura melancolía que enrarece vocales e instrumentaciones.
Mdou Moctar tejió Funeral for Justice con esa combinación de psicodelia sahariana, rock arenoso y cánticos tuareg, justo para entonar la importancia de la identidad cultural y la perpetuación de las tradiciones más allá de los influjos neocoloniales: no como proteccionismo sino como una forma de abrirse al mundo. Roberto Carlos Lange, ya bien conocido como Helado Negro, entregó el polifacético Phasor, octavo álbum con ese sutil toque ecuatoriano ya vuelto marca registrada; el originario de Ontario, Daniel Romano, junto con su banda The Outfit, rockearon libremente en To Hot to Sleep, robando besos para encontrar el paraíso sin quedarse en el camino de ruinas o vencido por un golpe de calor.
Magdalena Bay, dueto de synthpop de origen argentino, formado en Miami y asentado en Los Ángeles, explora en Imaginal Disk asuntos relacionados con la conciencia y la espiritualidad desde canciones que invitan a una marginal pista de baile, nebulosa y cambiante, ideal para que la imaginación fluya libre por imágenes de muerte y romance, miedo y sexo, acaso para encontrarse algún esquinado vampiro o un ángel satelital; otro duo, el inglés King Hannah, presentó su opus 2, Big Swimmer, con la presencia de Sharon Van Etten que se integra a esta propuesta en aparente clave narrativa, de pronto soltando el guitarrazo en escenarios pop. Cage the Elephant, por parte, produjo Neon Pill, empapado de ese poprock de alcance inmediato con ciertos rasgos futuristas.
Desde Los Ángeles, el cuarteto Dummy firmó Free Energy, opus 2 en donde confirman su dinámico colorido, ahora buscando respuestas ante la inestabilidad para asentarse en las vocales femeninas que se deslizan sobre las capas de teclados, en tanto que Peel Dream Magazine se desplazan cual viaje por el tiempo entre le shoegaze, el pop orquestal y la seriación en Rose Main Reading Room, su cuarto álbum. Michael Kiwanuka vuelve a revisitar los territorios del R&B con sensibilidad única: pequeños grandes cambios, recordando a Marvin Gaye, mientras que desde Suecia, Dina Ögon entregó su tercer opus, Orion, trasladándose por una constelación conformada por un neosoul que se encuentra con apuntes pop de limpia instrumentación y melódica nubosidad; en tanto, Gary Clark jr.firmó, bien acompañado por colegas y mentores, JPEG RAW, blues rock con apuntes africanistas.