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Tachas 625 • Divagar para conectar de nuevo con la vida • Jeanne Karen

Jeanne Karen

Imagen generada por IA
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Tachas 625 • Divagar para conectar de nuevo con la vida • Jeanne Karen

Empiezo a escribir sin rumbo, con deseos de divagar un poco más que de costumbre. Al igual que cuando camino, que más bien deambulo, voy con movimientos lentos sobre la hoja en blanco, como cuando voy por la banqueta. A veces me detengo a observar las formas de la luz, la manera en que entra por la ventana: unas veces ligera, otras veces cargada de partículas de polvo. Escribo porque me siento acompañada, porque dentro de mí existen las palabras, la voz, lo que necesito decir y el deseo de que alguien lo pueda leer. Escribir es esa esperanza, de que encontraremos almas afines, personas que como nosotros luchan con las mismas cosas, sienten la paz, pero también están a veces intranquilas. 

Recuerdo a uno de mis poetas favoritos, el norteamericano John Ashbery, con su libro “Por dónde vagaré” (Where Shall I Wander) y de la misma manera, a veces quisiera dejarme llevar por el tono de la palabra, por su interconexión, por su relación con otras. A veces hacen ruido, a veces son sonido y otras, música. Las palabras que dan sentido a nuestras vidas, pero que a veces también lo guardan, nos distancian de la comprensión y nos llevan a la creación y a la imaginación. La palabra es invención, renovación, vida.

¿Es desconcertante a veces? Sí, lo es, como en un poema, e igual que en nuestra propia existencia -a la que nombramos a través de esas mismas palabras-, pero que, usadas de manera diferente, cambiando la fórmula, resultan en otra cosa. 

Vaguemos entonces, que ir por ahí, mirar, respirar, notar nuestros pasos, es también conectar con el pensamiento. Entre más camino, siento que más pienso. El cerebro trabaja mejor, encuentro una forma de concentración que no poseo cuando estoy sentada frente al escritorio. 

Leer un poema es como recorrer una calle, maravillarse, confundirse, preguntarse. Si leemos a Ashbery en “Por dónde vagaré”, cuando dice: Era como si el mundo y yo no tuviéramos importancia. Y compactos surcaban los pájaros el aire, como empujados por una fuerza íntima igual que la que anima un tablero de ouija. 

Dejemos vagar un poco a nuestra mente, como deambula el cuerpo, de la misma manera en que se mueve: de aquí para allá, que de vez en cuando nos encuentre el genio mientras miramos pasar los carros por una autopista o cuando alguien más nos mira.




 

***
Jeanne Karen 
(San Luis Potosí, México, 14 mayo 1975). Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Temas como la muerte, la introspección y la complejidad semántica en la comunicación en relación con el autismo y las ciencias exactas como las matemáticas y la física, influyen su trabajo en un debate casi ético. Premio estatal de poesía Viene la muerte cantando (1998) Premio de Poesía Salvador Gallardo Dávalos (1999), de Poesía Manuel José Othón (2002 y 2006) Premio de Periodismo Francisco de la Maza por Publicación o Programa de Difusión Cultural (2009).

Ha publicado los libros: Simulación dinámica (Bitácora de Vuelos, 2015), Cementerio de elefantes (Múltiples editoriales). Hollywood (Ponciano Arriaga), Menta (Ponciano Arriaga).


 

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