miércoles. 06.11.2024
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Tragedia

 

"...palabras faltan para intentar explicar la rabiosa e irracional reacción en las redes sociales, contra las víctimas de la explosión en el municipio de Tlahuelilpan, Hidalgo..."


Las palabras faltan para poder de alguna manera intentar explicar la rabiosa e irracional reacción en las redes sociales, en contra de las víctimas de la explosión en el municipio de Tlahuelilpan, Hidalgo. No sólo es falta de escrúpulos, es la expresión de un profundo y arraigado clasismo, racismo, junto con una grosera discriminación e intolerancia social.

Muchas son las causas que orillan a las personas a realizar acciones por fuera de la cordura y por fuera de la ley. El contexto socio cultural y político que se ha desarrollado en el país en los últimos 50 años, que incluye a todos los partidos políticos como responsables y en buena parte por la mala actuación de gobernantes y funcionarios en todos los niveles de la administración pública, ha permitido expresiones sociales que expresan de alguna manera: descontento, resentimiento, falta de credibilidad en la autoridad, permisividad en prácticas delictivas y enojo social.  Algunas pistas que muestran la complejidad de la acción social y el comportamiento de la sociedad en su conjunto son:

  • Un gobierno que abuso del poder para crear una élite política y proteger grupos legales e ilegales.
  • Un aparato de estado y sus instituciones que dejaron de hacer su trabajo al amparo de la ineficiencia, la corrupción y la impunidad.
  • Un descredito de la política que produce un alejamiento de la ciudadanía y una parálisis social, que sólo se activa en tiempos electorales, con promesas y prebendas, dinero, despensas, favores, etc.
  • Una cultura política en la que la mayoría de la población considera que la ley es negociable.
  • Un sistema de justicia que es ineficaz y que avala a través de la impunidad en la comisión de delitos.
  • Omisión de la autoridad para cuidar y proteger los bienes y la vida de las personas.
  • Privatización de la seguridad pública.
  • Falta de un programa nacional de prevención del delito.

Ineficacia de buena parte de los programas sociales.

  • Ausencia de políticas públicas pertinentes que atendieran los problemas estructurales de la producción, industrial, agropecuaria y de servicios.
  • Insuficiencia de una visión de Estado de largo plazo en el manejo de los recursos naturales estratégicos.
  • La falta de un proyecto nacional sólido, de calidad y armonizado con el proyecto de desarrollo local y regional, en materia educativa que garantice oportunidades de desarrollo local y movilidad social.
  • Carencia de una efectiva y transparente participación de las organizaciones de la sociedad civil en los procesos de planeación y de gobernanza.
  • Una nueva cultura política con sólidos principios en la rendición de cuenta en la transparencia de la actuación política y en la administración pública.
  • Falta de respeto a la libertad de asociación gremial y la existencia de un sindicalismo oficial.
  • Falta del pleno reconocimiento de derechos: social, político, cultural  y legal de los derechos de las comunidades LGBTI.
  • Olvido institucionalizado de los pueblos indígenas y de sus derechos.
  • Falta de una cultura en relación a la vigencia de los Derechos Humanos.
  • Imposibilidad de desarrollar instituciones policiacas, profesionales, confiables y bien pagadas.
  • Inoperancia del estado para garantizar el acceso a una vida libre de violencia para las mujeres y las niñas.
  • Tráfico de armas, de drogas y de personas como negocios de escala nacional e internacional.
  • Una profunda desigualdad social y económica.

Las tragedias también son la oportunidad para emerja lo mejor de los seres humanos. Las y los mexicanos hemos demostrado en la adversidad solidaridad y un real humanismo. El desabasto y la falta de una estrategia planeada para la distribución de gasolinas es el pretexto para mostrar que una parte de la sociedad mexicana no ha querido entender o no puede entender, lo que implica ser una nación diversa, plural, que está estructurada desde la desigual y por lo tanto injusta.

José Emilio Pacheco, escribió el poema que ahora comparto. Ojalá nos sirva como pretexto para la reflexión personal y colectiva. Son tiempos para pensarnos e invitarnos a ser lo mejor que podamos ser, como personas y como sociedad.

“Fin de siglo”

«La sangre derramada clama venganza».
Y la venganza no puede engendrar
sino más sangre derramada
¿Quién soy:
el guarda de mi hermano o aquel
a quien adiestraron
para aceptar la muerte de los demás,
no la propia muerte?
¿A nombre de qué puedo condenar a muerte
a otros por lo que son o piensan?
Pero ¿cómo dejar impunes
la tortura o el genocidio o el matar de hambre?
No quiero nada para mí:
sólo anhelo
lo posible imposible:
un mundo sin víctimas.

Cómo lograrlo no está en mi poder;
escapa a mi pequeñez, a mi pobre intento
de vaciar el mar de sangre que es nuestro siglo

con el cuenco trémulo de la mano.


Mientras escribo llega el crepúsculo
cerca de mí los gritos que no han cesado
no me dejan cerrar los ojos.