Opinión • Adopción de adolescentes • José Luis Palacios Blanco
Uno de los “trámites” más complicados en nuestro país, si no el que más, es la adopción. Suena lógico, pues se trata de seres humanos y, además, que cargan historias complicadas. Pero cuando más deberíamos como sociedad a aprender a ayudar, más se complican estas acciones, pues estamos envueltos en mantos de criminalidad. He estado cerca de cientos de historias de menores en orfandad, muchos de los cuales acompañé desde edades tempranas en este recorrer con instituciones de protección a la infancia y casas hogar. La adolescencia legalmente se tiene a los 12 años y después de los 10, los menores en orfandad ya no tienen probabilidad de ser adoptados, pues las familias solicitantes quieren solo a bebés. Por eso, la urgencia de que estos chicos, muchos de ellos, maravillosos y con deseos de tener una familia, sean adoptados.
En México viven alrededor de 40 mil menores “institucionalizados” sin los cuidados parentales; los problemas graves que les llevaron a ello son: abandono, muerte de padres, abuso, muerte, etc. Hoy, estos menores son invisibles. Ellos no eligieron estar allí. El Estado les cuida desde la ley, pero les encierra por años impidiendo formarles redes de apoyo, hasta que la probabilidad de adopción desaparece y esperan a los 18 años a salir al mundo, cuando ya les destrozamos la vida y buscan siempre regresar a su familia de origen a vivir la marginalidad social. Hoy, la cuarta parte de los menores están “liberados” para adopción, pero no hay familias que quieran mayores de 10 años, pues el 95% de quienes tienen certificado de idoneidad, quieren bebés. Así, con nuestra ley, a los 18 años deben salir a la vida independiente, pero prácticamente todos salen sin las herramientas para sobrevivir en la vida, y su escolaridad es de apenas 3º de secundaria.
En esas historias, los factores que permitieron construirles un proyecto de vida exitoso al cumplir la mayoría de edad (cuando deben salir de los orfanatos) siempre fue la formación de redes de apoyo después de los 12 años; sólo que actualmente la ley impide esto. Buscando “mejores prácticas” en otros lados del mundo, encontré también que, en los países nórdicos, España y Argentina, los sistemas de adopciones son de avanzada y en México, Jalisco y Nuevo León nos dan pauta de cómo salvar a los miles de menores que tienen más de 12 años y no tienen ya probabilidad de ser adoptados. Sus tasas de adopción son de más del 10% de la población en rezago por año.
Los adolescentes en orfandad no tienen: salidas al cine, no tienen un papá que les acompañe a un partido de futbol, quien les abrace en la graduación de secundaria, ni padrinos que le den soporte afectivo, pues la ley de NNA lo impide. Prohíbe el trato con cualquier persona. Además, lamentablemente en México y en Guanajuato, la Ley General no considera facilidades para adoptar a menores en edades mayores de los 12 años; es igual de complicada para bebés que para adolescentes. Las mejores prácticas que encontré para adopción de niños mayores están en: hacer convocatorias públicas, realizar todos los trámites digitales, portales abiertos con perfil desde web, esquema de convivencias con los adolescentes, todo en procesos guiados por la convivencia y no por comités de funcionarios públicos.
En México todo lo hacemos más complicado; aquí hay hasta tres instancias relativas a adopción: los DIF, los SIPINNA y en Guanajuato, una Procuraduría de Protección de NNA. Mientras, se sigue acumulando la cantidad de adolescentes huérfanos que rebasan los 12 años y pronto serán más de 300 en nuestro estado, encerrados en orfanatos. La probabilidad, basada en la estadística, es que los menores “institucionalizados” después de los 10 años tienen menos del 5% de probabilidad de ser adoptados. Adoptar es un acto de amor; no es la opción para completar la familia para quienes no tienen hijos, sino es la decisión de restituir sus derechos. Sé que no es fácil adoptar adolescentes. Soy papá adoptivo de adolescente y nuestra familia es la única que tiene un certificado vigente para adoptar a una adolescente, pero aun así es imposible. La iniciativa que ingresamos al Congreso de Guanajuato es reformar la ley estatal de niñas, niños y adolescentes, para facilitar la adopción de mayores de 12 años como se hace en otras partes del mundo. Gracias a la mayor parte de diputados locales a quienes he expuesto esta necesidad, pronto se presentará al pleno, para que por fin se faciliten las adopciones en nuestro estado.