miércoles. 24.04.2024
El Tiempo

León y el agua

“…A pesar de que León es rico en afluentes pluviales, el agua corriente llegaba por medio de aguadores, aun a finales del siglo XIX…”

El Jardín de la Industria, hoy Plaza de los Fundadores, en León Guanajuato, hacia los años 40 del siglo XX, contaba con una fuente morisca, ya de uso ornamental
El Jardín de la Industria, hoy Plaza de los Fundadores, en León Guanajuato, hacia los años 40 del siglo XX, contaba con una fuente morisca, ya de uso ornamental
León y el agua


Juro que no contaré la gracejada de porqué siempre hay rastros de agua en las medianías de la Calzada de los Héroes, ni mucho menos me detendré de forma específica, al menos en esta colaboración, de las dos grandes inundaciones que padeció León en 1888 y 1926,a las que ya habrá oportunidad de dedicar algunas líneas. Bástemedecir al respecto que estos dos desastres han sido tomados como una matriz cultural que forja la espiritualidad y el carácter religiosos de los leoneses de al menos la primera parte del siglo XX.

El agua ala que me referiré en esta ocasión es la del consumo diario, esa que en la actualidad recibimos en garrafones y que cuando yo era niño, llegaba en unos camiones destartalados color azul, que lucían rótulos en las puertas y en un crestónsuperior a manera de rombo, y queen letras azulesmostrabanla palabra AGUA IDEAL. En los años ochenta, a diferencia de hoy, la despachaban en garrafones de cristal, que recuerdo muy pesados. Para poder servir el agua, ese garrafón era colocado en una especie de columpio de herrería, y una vez colocado ahí, sedebía abrir una gran corcholata blanca.

A pesar de que León es rico en afluentes pluviales, el agua corriente llegaba por medio de aguadores,aun a finales del siglo XIX. En la plaza principal había una fuente —de las 14 distribuidas en distintos puntos de la ciudad-, abastecida de un pozo artesiano que se encontraba en la entonces cárcel municipal. Los presos eran los encargados de accionar el mecanismo para hacer que la fuente estuviera alimentada de agua, y ahí pudieran llegar por ella quien así lo requiriera.

Mi Mamá Anita me cuenta que mi bisabuelo Simón Ramírez, al llegar a vivir a León, al Barrio Arriba, obtuvo una concesión de repartidor de agua. Dicho en sus palabras:

Mi papá Simón se dedicaba a llevar agua a las casas de barrio y el centro; de eso vivíamos nosotros. Muy temprano iba por los burros al corral y al lomo cargaba unos cántaros, dos de cada lado, y se iba a cargar a un pozo que estaba rumbo a Lagos. Ya llegaba en la tarde y le ayudábamos. En los cántaros, en lugar de agua, ya traía que el frijol o la fruta, o también las bolas de hilaza con la que tu tía Vita y yo, con mi mamá, tejíamos croché.

El aguador era fundamentalen aquellos tiempos, pues las tomas de agua eran sólo las fuentes públicas y esa agua era usada para actividades domésticas, no para tomarla. Para lavar la ropa acudían directos al rio Mariches o Machihues o al Moral, situación que se vivía como un paseo sabatino, donde mujeres y niños recorrían grandes distancias, incluso para bañarse en el río. Con sus bateas y maletas de ropa en la cabeza, cruzaban los caminos y hasta la olla de frijoles y las tortillas se llevaban para comer allá.

Durante el siglo XIX, el pozo más importante se encontraba cerca de lo que en ese momento se llamaba Parque Manuel González, hoy Parque Hidalgo. Se consideraba que era el agua con mejor sabor, al ser agua azul, también llamada zarca, y la que se vendía más cara, por lo que sólo se surtía una vez a la semana.Durante los otros días debía ir el bisabuelo más lejos, hasta el rancho de la Piscina o el Saucillo, por un líquido que debía filtrarse y, aunque sí se consumía, no era tan confiable.

Entonces también seguían en funcionamiento los tradicionales Pozos del Fraile, nombre que hace referencia al primer franciscano llegado a León, Alonso Espino, cuyo martirio originó la leyenda de queal ser sacrificado por los chichimecas, y extraídos sus ojos,en cuanto éstosllegaron al piso empezó a manar agua zarca; se supondría que a partir de entonces existen esos pozos, que serían acondicionados con bordos de mampostería para dar mejor servicio, ya que abastecían huertas cercanas, lavaderos públicos y baños que aún se pueden localizar por esa parte de la ciudad.

A lo largo del tiempo hemos visto cómo esos manantiales se han agotany se recurre a otro tipo de políticas públicas, como a principios del presente siglo se colocaron bebederos en plazas públicas o miniplantas tratadoras de agua en comunidades,con la idea de que la población se puedan hacer del vital líquido.

Aunque se nos ha dicho que el agua que llega a las tomas domiciliarias es apta para el consumo humano, seguimos privilegiandola de “garrafón” por sobre la que llega a las casas, pero aun así, la relación entre los habitantes del Valle de Señora y el agua ha sido difícil. Más imagino cómo se vería en aquel 1872 la plaza mayor con su jardín perfectamente arreglado con diversas especies florales,gracias a la humedad desu suelo.

Y qué decir de las plazas de San Juan y San Francisco del Cuesillo, o las de San Juan de Dios y Santiago, que dispondrían defuentes públicas elaboradas con piedra madera, donde los leoneses captaban el agua que llevaban a casa y luego decantaban en los filtros de cantera, para llevarla finalmente a la mesa en esos bonitos cántarosde barro venidos de San Felipe. Agua fresca, cuya llegada a nosotros sigue siendo una proeza,  por lo que —antes y ahora– debemos ser conscientes de su cuidado y mejor tratamiento.