León y el cambio

"Una caminata por León y su evolución urbanística"

León y el cambio

La calle Madero, otrora Calle Real de Guanajuato, que sirviera como punto de enlace entre las grandes fincas campestres y los restos de los viejos cascos de haciendas que avecinan a León con Silao con la mancha urbana de León, denota una serie de estilos arquitectónicos que dan cuenta de la adaptación, a través del tiempo, historia de constante adecuación y reciclado de espacios, en lo que fuera la entrada más importante de la ciudad.

Al venir de las troneras, en línea recta con la plaza de armas —hoy zona peatonal-, puede admirarse una serie de casonas que datan del siglo XIX, quizá en su mayoría recicladas o remozadas con el canon arquitectónico de la época en que León, Guanajuato, se sacudió su aire trasnochado dieciochesco para entrar de lleno a la modernidad de los neos: el neogótico, el neoclásico y algunos otros estilos más bien eclécticos, por lo diverso de su líneas en la traza, sin perder lo tradicional del patio andaluz, característico de las casas de las principales calles de la ciudad.  

Haciendo un recorrido mental de la entrada de nuestra ciudad al cruzar por la calle Madero, lo primero que detiene nuestro paso es el puente que nos ayuda a cruzar el río de los Gómez, en el tramo que debió reforzar Cecil Luis Long con motivo de la Inundación de 1888, con un dique por ambos lados, ya que habría sido uno de los puntos de mayor destrucción en aquella crecida del río que destruyo millares de fincas y casas, Luego don Toribio Esquivel Obregón diría en sus memorias que este desastre generó una política pública: nunca más casas de adobe sin cocer, las casas deben ser con arranques de muro de piedra, para hacerlas más sólidas, de cara a otro siniestro —que si vivió León, en 1926-. Ya alguna vez hablaremos de ese momento.  

Al cruzar este puente, apenas consolidado como parte de las obras de modernización de la segunda mitad de los años setenta, llegamos al soberbio jardín lineal de la Calzada de los Héroes, antiguo paseo dominical del siglo XVII al XIX, donde iniciaban e inician los desfiles a los pies del Arco Triunfal de los Héroes de la Independencia, símbolo por excelencia de la ciudad. La renovación de este paraje y la construcción del arco inició en 1893, como parte de las obras del Centenario de la Independencia de México.

Entre los habitantes de esa calle vivían las familias más acaudaladas de la ciudad, sobre todo al aproximarse a la plaza principal, y por ello la gran dimensión de los solares donde se fincaron esos verdaderos palacetes. Con el paso del tiempo, esos solares fueron deslindándose y hoy, pocas fincas quedan que atestigüen la importancia de una calle real: apenas algunos muros derruidos, con restos de las altas puertas y ventanales con algunos detalles de cantera o aplanado, dan cuenta de mejores épocas. Lo que predomina son los estacionamientos y remodelaciones de casas, o bien la demolición de predios completos, donde se levantaron negocios como funerarias, estacionamientos, panificadoras o simplemente casas habitaciones o locales comerciales, matando el sentido de lo que significó ser ramal del Camino Real de Guanajuato, del siglo XIX.

Una de las lecturas más apasionantes y explicativas del origen de la ahora cosmopolita ciudad de León y su conglomerado social, pero sobre todo de una las líneas generales de lo que podría ser una historia urbana, que explica la vocación origen de esta población, es el apartado restante de la tesis doctoral del historiador inglés David Brading, Haciendas y Ranchos del Bajío, 1700. 1860 (Grijalbo, 1988). Una conclusión a la que he llegado es que conforme los dueños de las haciendas de León: Santa Ana, Santa Rosa, La Loza de los Padres, Los Andrade, San Nicolás, y otras muchas más, dejaron la vocación agrícola y ganadera, se mudaron a la ciudad y fueron poblando las principales calles, construyendo sus casas en lo que fueron esas 24 manzanas históricas, así que las actuales calles de: Madero, Pino Suárez, Juárez, 5 de Febrero, que decir de la Hidalgo, o 5 de Mayo o Pedro Moreno y Álvaro Obregón, cambiaron su fisonomía con las grandes casonas que ya en las últimas décadas del siglo XIX diseñaba y construía Luis Long, y obligó a que la ciudad tuviera servicios de gran ciudad como el casino, el teatro, la plaza de gallos, algunos clubes sociales como el Círculo Leonés Mutualista. Necesidades de una ciudad que no sólo debería dar cabida a los que migraban a la ciudad de la parte rural, ya fueran hacendados o jornaleros, sino también los forasteros, quienes llegaron ahora por tren, a la estación del ferrocarril a partir de 1882.

Hoy nos pueden sorprender los nuevos desarrollos inmobiliarios, ya sean para casas habitación, clusters industriales o plazas o centros comerciales. Lo cierto es que la ciudad de León, al estar situada en el trazo original del Camino Real de Tierra Adentro, históricamente se ha distinguido por un constante cambio de vocación comercial, lo que atrae a gran número de visitantes, y cada uno aporta algo a este conjunto que está en contante cambio, no sólo desde el punto de vista urbano y en su fisonomía. Pero guarda para sí lo más importante: su cultura ancestral, sus tradiciones, y que decir del orgullo por su historia.