lunes. 14.10.2024
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Semana nacional de salud

“…el no haberme vacunado de niño, me hizo padecer todas las enfermedades propias de la infancia a las cuales sobreviví por fortuna. Pero mis amigos igual de renuentes que yo ante las inmunizaciones, no corrieron con la misma suerte…”

 

 

Semana nacional de salud

Cuando era niño y llegaban los vacunadores, nunca pudieron agarrarme: en cuanto la sirvienta abría la puerta y yo miraba a las enfermeras, me les escapaba por entre las piernas. Una de las imágenes más arraigadas que tengo de la niñez es el aleteo de la bata de un médico como capa de superhéroe, corriendo tras de mí con su termo azul en la mano, y yo en pavorosa desbandada rumbo al bosquecillo que había a tres cuadras de la casa, donde me metía sin ser alcanzado. Ahí siempre me encontraba a mis mejores amigos escondidos tras los pinos: Beatriz, Maribel, René y José María, quienes también habían huido hacia aquella barrera natural de árboles que había en el norte del Puerto de Veracruz, donde nos quedábamos parapetados durante horas, regocijándonos de nuestra astucia, hasta que ya tarde regresábamos cada quién a su casa.

Lo que platico no era una pesadilla infantil ni ocurrencia, es de la vida real, y aunque parezca chusco, el no haberme vacunado de niño, me hizo padecer todas las enfermedades propias de la infancia a las cuales sobreviví por fortuna. Pero mis amigos igual de renuentes que yo ante las inmunizaciones, no corrieron con la misma suerte. El asunto parecería anecdótico si Bety no hubiese quedado discapacitada por la poliomielitis y Chema no hubiese fallecido de tosferina.

La historia de las vacunas se remonta hasta 1796, cuando Edward Jenner, un médico rural, amante de la poesía y la música, observó que quienes padecían la viruela bovina no enfermaban de la mortal viruela humana, y comenzó a inocular pus de la enfermedad de las vacas, en heridas hechas a propósito en niños. A pesar de la inicial oposición de la iglesia y la propia comunidad científica, en 1805 Napoleón Bonaparte dio la orden de vacunar a todo su ejército, y posteriormente España patrocinó una expedición de vacunación a nivel mundial en sus provincias de ultramar (Filipinas y América). De esa manera se controló la viruela que en su tiempo diezmó al Imperio Azteca.

Se reconoce hoy en día que el trabajo de este humilde médico poeta, Edward Jenner, considerado loco en un principio, ha salvado más vidas que el trabajo de ningún otro hombre.

Sin embargo, ya en pleno siglo XX, en Estados Unidos, una grave enfermedad que comenzaba a finales de mayo y terminaba en septiembre afectando principalmente a niños, a quienes si no mataba, los dejaba lisiados de por vida, y cuyo tratamiento consistía únicamente en intentar mantener con vida a los enfermos dentro de pulmones artificiales para después rehabilitar las secuelas, despertó las conciencias de las comunidades artística, política y científica del país más poderoso del mundo que ya había construido la bomba atómica, la bomba de neutrones y lanzado dispositivos al espacio exterior, pero aún no encontraba la manera de prevenir la poliomielitis. Hasta que en 1955 el médico Jonás Salk logró mantener estable un concentrado de polivirus inactivados, para inyectar a los niños susceptibles de contraer la enfermedad. Posteriormente, en 1964 salió al mercado la vacuna que desarrolló Albert Bruce Sabin, la cual es administrada por vía oral.

Como se han de imaginar, el día de hoy a mis hijos no dejo de protegerlos de enfermedades prevenibles, y no me hacen ninguna gracia los padres que esconden a sus niños para evitar que los inmunicen, porque eso pone en un severo riesgo epidemiológico a un gran sector de la población, tal como ha pasado en Estados Unidos con el brote de Sarampión por las campañas de NO VACUNACIÓN que difunden ignorantes conspiracionistas quienes aseguran, sin rigor científico, que la vacuna es un complot de los gobiernos, las farmacéuticas trasnacionales y el Nuevo Orden Mundial. Por desgracia, 90% de los casos de sarampión detectados en la Unión Americana correspondió a casos de niños no inmunizados por la incorrecta ideología de los padres, ocasionada por la desinformación en redes sociales.

En este mes de septiembre inicia la tercera Semana Nacional de Salud y sin excusa, no debe quedar un solo niño sin vacunarse en cualquiera de los establecimientos del Sector Salud (IMSS; ISSSTE; SEGURO POPULAR; PEMEX), donde el personal estará esperando a sus hijos para la