Me gusta creer en las conciencias acertadas de la vida, en aquellas que llamamos destino aunque tiemblen los supuestos libres.

Me gusta sabernos paralelos viéndonos de reojo, por momentos con atención y por muchos otros con cotidianidad.

¿Cómo hacen dos paralelos para cruzarse? Si no es que uno de ellos o ambos tropezaron con un obstáculo que modificó su dirección. ¿Te lo topaste tú? ¿Fui acaso yo?

Me gusta la imposibilidad que nos une, el absurdo mágico de lo parecido que somos en el interior, pero lo diferente que manifestamos desde el exterior.

Me gusta la calma que envuelve nuestro destino. Solía creer que en medio del torbellino estaba mi anhelo más querido.

Ahora somos perpendiculares, líneas que siguen caminos diferentes, pero que se tocan en un punto. Punto que redefine a la línea, línea que ahora se mueve llevando la sutil esencia de la otra.

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Luz de Lourdes Gutiérrez (Celaya, Guanajuato, 1988) es licenciada en Comunicación. A los 17 años participó por primera vez en un concurso de poesía y comenzó su inquietud por las letras. Aunque trabaja en cuestiones de Comunicación Corporativa, la literatura es su preocupación mayor; se dedica, mayormente, a escribir cuento.