ENSAYO
Tachas 625 • Ese Pensamiento Amoroso que nos convierte en mujeres • Mari Luz Esteban
Mari Luz Esteban

Vivimos en una sociedad donde el amor romántico o apasionado se ha convertido en la base predominante de la vida doméstica y social y donde las relaciones de pareja son dotadas de una gama de significados sin precedentes respecto a nuestros deseos de identidad personal, realización emocional, satisfacción sexual y seguridad existencial[1](…)
Realmente, apenas se ha explorado ni teorizado el amor como una experiencia emocional irresistible. Los diferentes autores o tienden a recaer en el romanticismo y asumen que el amor es esencial mente misterioso y inexplicable, o por lo contrario, lo representan como algo que se puede medir, negociar y que es fácilmente compatible con los principios de la justicia social[2].
En 1984 Gayle Rubin escribió: Ha llegado el momento de pensar sobre el sexo[3].
Veinte años después, todo parece indicar que ha llegado el momento de pensar sobre el amor, en el amor entregado y recibido libremente[4].
Pero para pensar sobre el amor hay que seguir afrontando el pánico que sentimos cada vez que algo amenaza al amor, [lo que] es una buena pista para comprender su importancia política[5].
El amor ha adquirido en Occidente, en los dos últimos siglos pero sobre todo en el siglo xx, un gran valor simbólico y cultural y se ha convertido en uno de los motores principales de la acción individual y colectiva[6]. El amor influye no solo en la socialización y generización de las personas, que quedan así convertidas en mujeres y hombres, diferentes y desiguales, sino en la organización general de la vida cotidiana. El amor inspira leyes (pensemos, por ejemplo, en todo lo relativo a la infancia, la familia o la atención a la dependencia) y afecta a la vida política e institucional en su conjunto. Políticos, religiosos, feministas, activistas de ideologías contrapuestas, aluden en sus discursos a la importancia de edificar una sociedad sobre la base de los afectos. Los medios de comunicación se hacen eco de estudios científicos que dicen haber encontrado el origen genético del adulterio, la infidelidad, los celos, el enamoramiento… Y todo ello va día a día barnizándose, alimentándose de una ficción romántica (cine, tele visión, publicidad, literatura, música) absolutamente hipertrofiada, que no solo enaltece las supuestas virtudes de la vida en pareja sino que intenta minusvalorar, subordinar cualquier otra alternativa.
Todo por amor.
Un amor que se presenta como radicalmente desinteresado en un mundo infectado de conflictos y desigualdades, y gobernado por los intereses económicos de grupos muy minoritarios.
Hoy más que nunca podemos decir que el amor es cultural.
Hoy más que nunca podemos decir que el amor es político.
Una teoría radical del amor[7], arraigada en el feminismo e inspira da en referencias amplias, debe identificar, describir, explicar y denunciar las injusticias que se cometen en su nombre; debe desenmascarar el papel que una determinada cultura amorosa cumple en la perpetuación de un orden social absolutamente jerarquizado. Para ello es preciso revisar críticamente los supuestos, los conceptos, las retóricas, los argumentos utilizados, y proponer otros que nos permitan imaginar y formular las relaciones humanas de maneras alternativas y/o identificar y sostener aquellas que ya están en marcha.
Todo esto que está seriamente obstaculizado por el Pensamiento Amoroso en el que vivimos.
Pero antes de continuar quiero subrayar que es probable que muchas de las reflexiones que voy a hacer en torno al amor podrían ser aplicadas hoy día en nuestra sociedad de la misma manera a nociones como la libertad y la justicia, en la medida en que en nombre de la libertad y la justicia se están cometiendo igualmente toda clase de atropellos.
De lo que solía tener normalmente ganas Malte era de mí. En ese sentido no se andaba con romanticismos, no empezaba confesándome su afecto, como Kohlmorgen, ni interpretaba una compleja tragedia rica en texto y emociones extremas, como el hombre de abajo; desde la primera noche fue siempre al grano, lo cual era de agradecer. El sexo tampoco despertaba en mí emociones románticas. Lo que me hacía valorarlo tanto era que no había otra forma de estar tan cerca de otra persona o, al menos, yo no la había encontrado. Esa sensación de tener a alguien cerca me duraba mucho tiempo y me reconfortaba por dentro hasta que se extinguía y había que renovarla.
Sin importarle dónde estábamos o qué anduviéramos haciendo, Malte se me echaba encima cuando le entraban ganas de mí, me besaba ávido, a veces en medio de una frase, me cogía de la mano y me arrastraba tras de sí hacia el dormitorio. Allí me depositaba directamente en la cama, nos desnudaba a ambos, me colocaba en la posición que más le apetecía y empezaba. La otra posibilidad era que yo cogiera las riendas. Entonces le cogía la mano, lo llevaba a rastras y todo transcurría exactamente igual, pero con los papeles cambiados.
Una vez habíamos acabado (lo cual solía ser bastante rápido) nos poníamos a pensar inmediatamente en qué era lo siguiente que deseábamos hacer[8].
Fragmento cedido para promoción por los editores del libro Crítica del pensamiento amoroso. Mari Luz Esteban. Editorial Bellaterra. 2011, España.
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Mari Luz Esteban (España, 1959) Es profesora de antropologia social en la UPV/EHU, donde coordina el Grupo de Investigación AFIT/Antropología Feminista Ikerketa Taldea. Especialista en antropología feminista, antropología de la medicina y antropología del cuerpo/emociones, escribe también poesía. Ha participado y participa en distintas iniciativas feministas. Comenzó como médica y transitó hacia la antropología en su deseo de un vínculo fecundo entre cuerpo y salud. También es miembro de REDAM-Red Latina de Antropología de la Medicina. Sus ejes de investigación se centran sobre todo en la salud, el cuerpo y el género. Entre sus numerosas publicaciones destacan Reproducción del cuerpo femenino: discursos y prácticas acerca de la salud (Tercera Prensa, 2001), Antropología, género, salud y atención (Bellaterra, 2010), Antropología del cuerpo (Bellaterra, 2013) y Crítica del pensamiento amoroso (Bellaterra, 2011).
[1] Langford (1999, p. 1).
[2] Langford (1999, p. XII).
[3] Rubin, Gayle. «Reflexionando sobre el sexo: notas para una teoría radical de la sexualidad» (1989, p. 113).
[4] Anna G. Jonásdóttir. El poder del amor ¿Le importa el sexo a la Democracia? (1993, p. 274).
[5] Firestone, Shulamit. La dialéctica del sexo (1976, p. 159).
[6] Evans, Mary. «What is this thing called love? (2003).
[7] Parafraseando nuevamente el planteamiento de Rubin en torno al sexo (1989, p. 130).
[8] Krügel, Mareike. La hija de mi padre (2007, p. 169)