jueves. 18.04.2024
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54 MUJERES [I]

Sister Rosetta Tharpe (El rock’n’roll lo inventó una mujer) • José Luis Justes Amador

José Luis Justes Amador

54 Mujeres - Sister Rosetta Harpe
Sister Rosetta Harpe
Sister Rosetta Tharpe (El rock’n’roll lo inventó una mujer) • José Luis Justes Amador

 


Algunos la escuchan y dicen que es como Jimi Hendrix, Pete Townshend y Eric Clapton, pero yo les digo que es al revés: ellos suenan como ella.
Mick Csáky

¿Qué tienen en común, además de haber revolucionado la historia de la música moderna en los años cincuenta y sesenta del siglo XX, Chuck Berry, Little Richard, Johnny Cash,  Elvis Presley, Jerry Lee Lewis, Bob Dylan, Eric Clapton, Robert Plant, Isaac Hayes, Meat Loaf, Karen Carpenter y Keith Richards? Que todos ellos en algún momento de su vida hablaron o escribieron sobre la gran influencia que tuvo Sister Rosetta Tharpe en su modo de enfrentarse a la música.

Dos anécdotas, a mitad de camino entre la historia y la leyenda —como suele suceder en la música popular-, son suficientes para ilustrar la importancia de la hermana Rosetta en la música contemporánea. En 1947 Little Richard, apenas un adolescente de quince años, acude a un concierto de su ídolo Sister Rosetta Tharpe. La cantante y guitarrista lo escuchó cantar antes del concierto y le invitó a subir al escenario a cantar dos canciones. Era la primera vez que Richard cantaba fuera de la iglesia, y ese mismo día decidió dedicarse a la música profesionalmente. En 1964 un promotor inglés organizó la Gran caravana del blues y el góspel que recorrió en tren Inglaterra, dando los conciertos ¡en los andenes de las estaciones de tren a las que llegaban! Se conserva grabado el concierto del siete de mayo de ese año, ante un público en el que estaban Eric Clapton, Jeff Beck y Keith Richards, que escribió: Estoy seguro de que un montón de chicos jóvenes ingleses comenzaron con guitarra eléctrica después de haberla visto. Pocas personas pueden decir que han influido en el rock’n’roll americano de los cincuentas y en su contraparte inglesa de los sesenta.

Mujer, negra y judía, Rosetta lo tenía todo para no triunfar. Y, a pesar de su triunfo y su influencia, la mayoría de las historias de la música moderna tienden a olvidarla. (De hecho, la enciclopédica Yeah! Yeah! Yeah! de Bob Stanley no le dedica ni una sola línea).

Nacida en 1915, comenzó a cantar junto a su madre en la iglesia desde los cuatro años, convirtiéndose en uno de los fenómenos musicales de Chicago en los años veinte. A los seis años ya estaba de gira con el grupo evangélico de su madre, cantando y tocando la guitarra. Su fama se fue extendiendo poco a poco, destacando que aunque había muchas cantantes de góspel, era mucho más extraño que además tocaran la guitarra eléctrica. En 1934, a los 19, se casó con Thomas Thorpe, un predicador de la caravana ambulante, al que, tras cuatro años de matrimonio infeliz, abandonaría para irse a probar suerte a Nueva York. De él solo quedaría para la historia una variante de su apellido en el nombre artístico de la hermana Rosetta.

En la Gran Manzana la hermana comenzaría, adelantándose en casi dos décadas a Aretha Franklin, con algo que será característico de toda su vida artística. Durante las mañanas dedicaba su arte a Dios y a la predicación, convirtiendo los sermones en auténticos conciertos, mientras que la noche la encontraba en el Cotton Club, acompañando a la orquesta de Cab Calloway, o en el Carnagie Hall con John Hammond. De aquella época datan también sus primeros éxitos con la guitarra eléctrica como “That’s all” de 1944, una canción que ya no es góspel, ni blues, ni jazz, y en la que ya se pueden detectar los patrones de lo que apenas unos años después llamaríamos rock´n´roll. (En ese año Little Richard tenía 6 años, Chuck Berry 12 y Elvis Presley 3). Aunque, según los historiadores más concienzudos, el honor de ser la primera canción del género aún incipiente sería Strange things happening every day, que llegaría al número dos de las listas usamericanas en 1945, convirtiéndose en el mayor hit de la artista. Al año siguiente conocería a la que sería, durante cuatro años su acompañante y amor de su vida, la pianista y percusionista Marie Knight, de la que se separará en 1950.

Rosetta no sólo se adelantó en años a la nueva música, sino que también comprendió perfectamente la industria del espectáculo, tras un primer contrato discográfico desastroso que le obligaba a cantar y grabar lo que le dijeran. En 1951 organizó la grabación de su boda —no sabemos si quería convertir su boda en un gran concierto o un gran concierto en su boda, dice un crítico–, y después vendió los derechos a Decca. De hecho, lo había anunciado, sin saber con quién iba a casarse —al final el elegido fue su manager, Russell Morrison–, en un estadio de beisbol que logró llenar con veinticinco mil espectadores.

Su carrera siguió con giras por Europa, hasta que en 1970 en que sufrió un infarto, complicado con una diabetes que hizo necesario amputar una de sus piernas. Murió un día antes de entrar a grabar un nuevo disco en 1973. Como a tantas otras mujeres de casi cualquier campo, el reconocimiento le llegó tarde. Hasta 2007 entró al salón de la fama del blues, y hasta 2017 al salón del rock’n’roll.

Ninguna de las etiquetas que se le adjudicaron, The godmother of rock’n’roll o The original Soul Sister (guiño a la gran Aretha Franklin), le hace verdadera justicia a la que sin lugar a dudas es la Madre del rock’n’roll tal y como hoy lo conocemos. O, como decían las notas promocionales de cuando apenas era una niña de cuatro años y ya empezaba a cantar La pequeña Rosetta Nubin, el milagro de la guitarra y el canto.

PD: En 2019, el cantautor Frank Turner le dedicó una canción —Sister Rosetta– en la que repasa su biografía. Doce años antes en 2007, Robert Plant —sí, ese Robert Plant, el de Led Zeppelin– en Raising Sands, su disco compartido de “americana” con Alison Krauss, decide grabar una canción inédita de Sam Phillips titulada, con toda la razón del mundo Sister Rosetta goes before us.

 

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