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GUÍA DE LECTURA

Bartleby y Compañía, de Enrique Vila Matas

Jaime Panqueva

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Bartleby y Compañía, de Enrique Vila Matas
Bartleby y Compañía, de Enrique Vila Matas

¿Qué puede pasar por la cabeza y la vida de los autores que se niegan a escribir? ¿Es posible, se pregunta Vila Matas, vivir sin escribir? ¿Es la negación de la escritura una negación de la vida? Para un escritor cuyo ciclo vital transcurre dentro, por y para la literatura, estas preguntas lo acorralan hasta el punto de crear un personaje que, mientras renuncia a su trabajo y a su mundo, se sume en la búsqueda feroz de datos sobre escritores que renunciaron a seguir escribiendo. El resultado es un libro extraordinario y quizás algo exótico para quienes no compartan las obsesiones literarias de este catalán que escribe en castellano. Sin embargo, la maraña de notas y reflexiones -algunas dan pie para relatos autónomos con tintes oníricos- sencillamente confirman a Vila Matas como uno de los grandes de la literatura en nuestra lengua de las últimas décadas.

La lista de afiliados al club de Bartleby es muy larga, como también lo son las posibles razones del abandono, desde la muerte del tío Celestino en el caso de Juan Rulfo, hasta las negativas a publicar de Kafka o la huida hacia adelante de Rimbaud; con alusiones a personajes mucho menos conocidos como el poeta argentino Enrique Banchs, o el mexicano Carlos Díaz Dufoo hijo, de quien hace este gracioso comentario: Este bartleby puro y duro es una de mis máximas debilidades literarias... «Fue un auténtico extraño entre nosotros», ha dicho de él Christopher Domínguez Michael, crítico mexicano. Se necesita ser muy extraño para resultar extraño a los mexicanos, que tan extraños -al menos es lo que a mí me parece- son.

Si aún no lee a Vila Matas, Bartleby es una excelente puerta para entrar en su mundo. Y me despido con un fragmento tomado de su autobiografía literaria, disponible aquí.

Desde Bartleby y compañía (2000), terminar un libro empezó a significar haber llevado hasta el límite la obsesión que me había movido a hacerlo y haber llegado al fondo de un callejón sin salida y tener que preguntarme cómo lo haría para continuar. Era también lo que me preguntaban los amigos: “¿Y ahora qué harás? ¿Cómo vas a hacer para seguir?” Decidí que todos mis libros trataría de llevarlos a un cul-de-sac, pero al mismo tiempo también que una frase de Bioy Casares me acompañaría para después de cada libro, es decir, para después de cada callejón sin salida. La frase era ésta: “La inteligencia es el arte de encontrar un agujerito por donde salir de la situación que nos tiene atrapados”. Así que puede decirse que he ido trabajando últimamente con un método desde al menos hace quince años: llevarlo todo hasta los límites de la obsesión y el abismo y luego saber encontrar la salida, sólo porque encontrarla significa seguir escribiendo.

 

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