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Tachas 619 • Religiosidad Y Conservación • José Antonio López Palacios

José Antonio López Palacios

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Tachas 619 • Religiosidad Y Conservación • José Antonio López Palacios

El estudio del pasado prehispánico de México ha buscado reconstruir una cultura, que terminó por desaparecer con la conquista española. 

A través de diversos estudios ha sido posible conocer algunas partes de ese mundo perdido, pero en ese sentido poco se ha investigado acerca de cómo en esas sociedades, la nobleza, los sacerdotes, guerreros, mercaderes, y el pueblo común abordaban el problema de la conservación en sus templos, objetos sacros, la vida de las armas y su vida cotidiana, sus cerámicas utilitarias o domésticas, así como sus casas y herramientas de trabajo. 

Es claro que los conceptos de cultura y conservación preventiva modernos no tenían el mismo sentido para este periodo histórico. 

Pero aun así, en la reconstrucción de la vida cotidiana y la religiosidad del hombre indiano se pueden observar algunos principios relacionados con una práctica común interesada en preservar lo que forma parte de su hábitat, como sus áreas de habitación y producción, o con sus objetos de uso diario y herramientas de trabajo. 

La afirmación de la identidad y conciencia histórica que enlazaba al hombre precolombino con su presente y pasado, León Portilla (1992:10) lo explica cuando habla de la "ITOLOCA", que es el concepto náhuatl de la historia, y que traduce como "Lo que se dice de alguien o de algo", aludiendo con esto a la memoria o preservación de la más antigua tradición oral. 

De esta manera en las ordenes sacerdotales existía uno al que se le denominaba "Tlapixcatzin" (León Portilla; 1992:93): que se traduce como el "Conservador", y que tenía a su: 

...cuidado los cantos de los dioses, de todos los cantares de los dioses, de todos los cantares divinos", se encargaba de que la gente los aprendiera, de esta manera este sacerdote se convertía en el guardián de un legado y del sistema que los pondría en comunicación con sus deidades. 

Por lo que podemos establecer que el hombre prehispánico tenía una conciencia clara de vigilancia y responsabilidad colectiva en relación con su religión, y abordaba por ello con gran respeto sus monumentos sagrados, es decir, partía de la idea de un patrimonio común con obligaciones compartidas por toda la sociedad. 

Este sentimiento de protección para los bienes culturales inmuebles también se aplicó a las obras artísticas, como esculturas, etc., ya que los cronistas de la conquista describen el trato dado por los españoles a los ídolos que son "lanzados a tierra, y la impresión que esto causa a los indianos, al ver sus objetos sagrados tratados de esa manera". 

Torquemada (1956; TII:184) nos señala las disposiciones y el orden establecido en Tenochtitlán para su limpieza y mantenimiento, de la práctica que se seguía para evitar el deterioro en las calles, edificios, y templos por un grupo escogido que se formaba en el calmécac: 

Estos mancebos tenían a su cargo la fábrica y repartición (reparación, restauración) de los templos y de otras cosas exteriores, que pertenecían al servicio y ministerios de los dichos templos.

El trabajo organizado y permanente exigió de la existencia de individuos preparados para ejercer la protección de sus monumentos, lo que refleja la existencia de un concepto tradicional asociado a prácticas de conservación preventiva que se llevaba a cabo en los templos. Además de una gran planeación y logística para el empleo adecuado de los recursos humanos y materiales destinados para tal fin. 

Una parte de este personal se preparaba en el Calmécac, en donde se les enseñaban diferentes actividades "como el vigilar que la gente que acudía a las ceremonias asistiera con gran reverencia, y no permitían suciedades como el orinarse, ya que los prendían y castigaban; barrían, proporcionaban la madera que se emplearía en los fogones, además del trabajo comunal en las "obras de barro en paredes de los templos". (Sahagún; 1975: 554). 

Sahagún, recopila en su obra los aspectos religioso, social y político transmitidos por sus informantes que, de jóvenes estudiantes en los colegios indígenas, se convirtieron en sobrevivientes de la conquista: en tlapixcatzin. 

Así mismo, nos explica que la vida de los indianos giraba siempre en torno a su religión. Aun los aspectos más cotidianos, como el encendido del fogón, se realizaban con una fórmula que abría con el agradecimiento a sus dioses por los dones recibidos. 

El doctor Carlos Chanfón (1990:213), observa este proceso en el Templo mayor de México que, al cumplir el ciclo de 52 años, es substituido por otro de mayores proporciones, que se sobrepone, sin dañar el precedente. 

Los Mexicas reconstruyeron su ciudad después que Cortes la abandono durante la noche de la victoria, o noche triste, celebraron las fiestas del Huey Tecuílhuitl, para lo cuál restauraron los Templos profanados y dañados por los españoles durante los combates como los acontecidos en el Templo Mayor. 

Cuando los cronistas describen los capacidades de los indianos en relación con su aprendizaje de oficios que ya conocían y que practicaban desde épocas ancestrales, hacen énfasis en sus conocimientos y experiencia con diferentes especialidades de trabajo. Seguramente esta experiencia está relacionada con la conservación y tiene que ver con costumbres enraizadas en la práctica misma de la vida cotidiana, por lo que MotolinÍa relata que era práctica común y de grupos bien organizados que nos remiten a las tareas de mantenimiento y conservación: 

Estaban tan limpias y tan barridas todas las calles y calzadas de esta gran ciudad, que no había cosa en que tropezar, y por doquiera que salía Moctezuma ansí en esta como do había de pasar, era tan barrido, y el suelo tan asentado y liso, que aunque la planta del pie fuera tan delicada como la de la mano, no recibiera detrimento el pie ninguno en andar descalzo. ¿Pues qué diré de la limpieza de los templos del demonio e sus grandes salas e patios? Las casas de Moctezuma y de los otros señores no solo estaban muy encaladas y blancas, mas muy bruñidas y lucidas, y cada fiesta las renovaban. (Motolinía; 1971: 207.208). 

De esta manera se hace referencia a los disposiciones y al orden establecido en la cultura indiana que se observaba en Tenochtitlan que requería de un constante mantenimiento en templos, plazas, calles y casas, lo que hace suponer que existió una sistematización de procesos de trabajo y una organización muy compleja dedicada al trabajo expresamente a partir de su origen noble, sacerdotal o macehual a una obra determinada; siendo los encargados de supervisarla el Huey Tlapixcatzin sacerdote, cuya labor como conservador no se limitaba a ser el guardián de la tradición oral. 

Esta identidad cultural y religiosa de respeto a sus templos, así como así como las áreas de servicio común como plazas y calles que se basaron en trabajos colectivos que respondían a un sistema establecido de operaciones de conservación preventiva. 

Pero aún falta investigar más para establecer con mayor certeza la forma de intervención de los indianos a los problemas generados en su medio para la protección y restauración de sus monumentos. 

Bibliografía

BERNAL, Ignacio.1979, Historia de la arqueología en México, México, Porrúa 208 pp.

CLAVIJERO, Francisco Javier. 1945, Historia antigua de México, México, Porrúa, 621 pp.

CHANFÓN, Carlos. 1988, Fundamentes teorías de la Restauración. Facultad de arquitectura, UNAM. México.

 

DIAZ DEL CASTILLO, Bernal. 1976, Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España, México, Ed. Porrua, México.

GAMIO, Manuel. 1914, Metodología sobre la investigación, exploración y Conservación de monumentos arqueológicos, México, Imprenta del Museo de Arqueología, 58 pp.

LEÓN PORTILLA, Miguel. 1992, Ritos Sacerdotes y activos de los dioses. IIH y UNAM, México.

LOPEZ PALACIOS, José Antonio. 1994, Proyecto las cubiertas de protección en las zonas arqueológicas de México, México. Inédito.

MOLINA MONTES, Augusto. 1975, La restauración arquitectónica de edificios arqueológicos, México, INAH, Departamento de Restauración del Patrimonio Cultural, 84 pp., 27 ilust.

MOTOLINIA, Fray Toribio de Benavente,1971, Memoriales o libros de las casas de la Nueva España y de los materiales de ella, UNAM, México.

SAHAGÚN, Fray Bernardino. 1975, Historia general de los casas de la Nueva España Ed. Porrúa, México.

TORQUEMADA, Fray Juan de. 1956, Monarquía Indiana. Edit. Chávez Hayloe. México.

 

 

Este texto fue publicado por El Correo del RestauradorEl Correo del restaurador comenzó a distribuirse en 1996. Su contenido tuvo como objetivo la difusión de los procesos de intervención de obra que hacía el personal de lo que entonces se conocía como Coordinación Nacional de Restauración del Patrimonio Cultural (CNRPC). Se publicaron en total 11 fascículos entre los años de 1996 y 2005. Su periodicidad fue irregular y su extensión en número de páginas variable, lo cual permitió que un gran número de especialistas publicaran artículos, ya que cada fascículo estuvo enfocado a un eje temático particular, como: Conservación de patrimonio arqueológico, siniestros, retablos, entre otros.


 

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José Antonio López Palacios. Arqueólogo en el Instituto Nacional de Antropología. 



 

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