EXPERIMENTAL
Tachas 539 • El juego de las hojas • Jeanne Karen
Jeanne Karen

Inevitablemente cuando llega el otoño comienzo a recordar mis viejos libros, tal vez un poco más los relacionados con la poesía, pero no escapan a mi memoria libros como Cuaderno de Otoño de Henry David Thoreau, del que escribí hace algunas entregas atrás y ahora viene con el peso de las fechas, más que nada, con el deseo de pensar en la fuerza de gravedad, vista a través de las hojas que caen, como si en esa caída ellas mismas eligieran su destino, pero no.
Me gusta la belleza, me gusta observar y tomar ideas de todas partes, por lo tanto, como en cada ciclo de la tierra, de los días y las circunstancias: voy de nuevo por la zona boscosa que circunda mi ciudad, las hojas en color naranja, ocre y rojo se disipan por la impertinencia del viento. No escapan a nuestra mirada o a la incertidumbre: lo que realmente las lleva a la transformación, de vuelta al polvo y luego a la tierra nueva, es en realidad la gravedad, tan débil como se observa a veces, que un simple imán puede romperla, pero tan poderosa que ni toda la estación del estío con su ruido, violencia y color han podido vencerla.
¿Cómo cae la hoja sobre las últimas humedades del suelo?, se mece, se retuerce, de pronto se ve elevarse otra vez, para finalmente, en algún punto del bosque encontrar el sitio perfecto. Cada hoja, ¿tiene voluntad?, ¿hay un último aliento?
Siguen ligadas a la poderosa vida del árbol que extiende sus ramas hacia el azul sin nombre, donde se pierden, donde nos recuerdan que también poseen una partícula de eternidad. La superficie es ahora una extensión del juego, viene de nuevo el aire y eleva las hojas muertas, luego su peso las hace estrellarse una vez más contra su sino. Belleza de morir y no morir, dolor de nunca haber existido, como algunos presagios.
Un día una niña devoró una manzana de oro y las arboledas se abrieron frente a sus ojos. Lanzó hacia el camino el corazón herido de la fruta y las hojas se sujetaban todavía con rabia, ninguna salió volando entre los ligeros rayos solares y las sombras.
¿Qué pensar entonces?, ¿la gravedad tiene sus caprichos, igual que la poesía, igual que la gran literatura? Si me vas a hablar de la caída de las hojas, no quiero que me digas que te gusta, que es tu época favorita del año, si me vas a hablar del viento no quiero que me digas que lo sientes en las mejillas, si me vas a hablar del dolor, no me digas cómo es para los otros a través de tu mirada, siente el tuyo, el propio, húndete.
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Jeanne Karen (San Luis Potosí, México, 14 mayo 1975). Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Temas como la muerte, la introspección y la complejidad semántica en la comunicación en relación con el autismo y las ciencias exactas como las matemáticas y la física, influyen su trabajo en un debate casi ético. Premio estatal de poesía Viene la muerte cantando (1998) Premio de Poesía Salvador Gallardo Dávalos (1999), de Poesía Manuel José Othón (2002 y 2006) Premio de Periodismo Francisco de la Maza por Publicación o Programa de Difusión Cultural (2009).
Ha publicado los libros: Simulación dinámica (Bitácora de Vuelos, 2015), Cementerio de elefantes (Múltiples editoriales). Hollywood (Ponciano Arriaga), Menta (Ponciano Arriaga).